La educaci¨®n del futuro: excelencia, equidad y escuela p¨²blica
Los desaf¨ªos del mundo actual exigen una pedagog¨ªa orientada a la formaci¨®n de sujetos cr¨ªticos, que sepan afrontar las crisis para mejorar su vida personal y para transformar las sociedades
Frente a los m¨²ltiples desaf¨ªos globales que hoy enfrentamos, el poder de la educaci¨®n siempre nos brindar¨¢ esperanza para el futuro. Una esperanza necesaria, como ¡°imperativo existencial e hist¨®rico¡±, citando a Paulo Freire. Para ello, se necesita una pedagog¨ªa orientada a la formaci¨®n de sujetos cr¨ªticos, que sepan afrontar las crisis actuales no solo para mejorar su vida personal, sino para transformar las sociedades. Una educaci¨®n para, y por, la equidad, la paz y la justicia social y clim¨¢tica. Y una profesi¨®n docente empoderada, abanderando el cambio desde la escuela p¨²blica.
La Cumbre Internacional de la Profesi¨®n Docente re¨²ne a ministros y ministras de la educaci¨®n y l¨ªderes de sindicatos de la ense?anza de todo el mundo para establecer un di¨¢logo social articulado en torno al futuro de la educaci¨®n. El objetivo principal es la acci¨®n coordinada de Gobiernos y sindicatos para lograr que ning¨²n estudiante se quede atr¨¢s, poniendo excelencia y equidad educativa como ejes fundamentales.
La 12? Cumbre Internacional de la Profesi¨®n Docente, copatrocinada por la Internacional de la Educaci¨®n (IE) y la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE), se celebra del 11 al 13 de mayo en Valencia, Espa?a. Temas prioritarios de discusi¨®n este a?o son el papel de las tecnolog¨ªas digitales en la educaci¨®n y el rol del docente en la construcci¨®n de un futuro sostenible.
Covid-19: lecciones aprendidas
Mientras nos cubr¨ªamos con mascarillas, la pandemia dejaba al descubierto un sinf¨ªn de carencias y desigualdades en nuestros sistemas educativos. Desde la brecha digital hasta la falta de unos entornos de aprendizaje adecuados, pasando por la falta de recursos did¨¢cticos para responder a las necesidades emergentes.
En este contexto de incertidumbre, algunas certezas emergen. En primer lugar, no hay sustituto para la ense?anza presencial en las escuelas. La dimensi¨®n humana y social de la educaci¨®n es fundamental para garantizar el bienestar y la formaci¨®n integral del estudiante. Las primeras investigaciones han desvelado c¨®mo aislamiento y ansiedad hicieron mella en un alumnado que perdi¨® contacto social y, por ende, habilidades sociales, durante el cierre simult¨¢neo de escuelas en todo el mundo. El impacto real que esto ha tenido tardar¨¢ a?os en conocerse.
En segundo lugar, tecnolog¨ªa no equivale a innovaci¨®n. La principal fuente de innovaci¨®n educativa eficaz es la profesi¨®n docente, como se ha puesto de manifiesto durante la pandemia. Docentes y comunidades educativas han sido capaces de implementar constantes micro innovaciones, adaptando estrategias de ense?anza y aprendizaje a circunstancias cambiantes, respondiendo a las necesidades acad¨¦micas y emocionales de sus estudiantes, y atendiendo a sus propias necesidades de desarrollo profesional.
Hemos de seguir promoviendo una cultura de innovaci¨®n colaborativa. Para ello, es necesario abordar la falta de estructuras y procesos a la hora de evaluar la efectividad de las tecnolog¨ªas digitales en la educaci¨®n. La profesi¨®n docente debe participar, valorando y compartiendo experiencias y utilizando diferentes tipos de tecnolog¨ªa ¡ªincluyendo las anal¨®gicas, y otras tecnolog¨ªas de uso generalizado¡ª en el aula.
Numerosas investigaciones de la Internacional de la Educaci¨®n y la OCDE constatan que la mayor¨ªa de docentes no tienen la posibilidad de participar en este tipo de procesos. Parad¨®jicamente, una ense?anza de calidad nunca podr¨¢ garantizarse sin la participaci¨®n docente en la toma de decisiones sobre las tecnolog¨ªas educativas.
Al mismo tiempo, es necesario ampliar la investigaci¨®n sobre los efectos del uso generalizado de la tecnolog¨ªa en estudiantes y docentes. Esta debe explorar y valorar su impacto en la libertad acad¨¦mica, las condiciones de trabajo, la calidad de la educaci¨®n, la gobernanza y privacidad de datos, as¨ª como en el desarrollo del estudiante, en su salud f¨ªsica y mental. Por ¨²ltimo, y no menos importante, es necesario evaluar si las tecnolog¨ªas digitales est¨¢n abordando las desigualdades educativas, o profundiz¨¢ndolas.
Educar, no lucrar
En un contexto en el que actores comerciales tecnol¨®gicos est¨¢n desempe?ando un papel cada vez m¨¢s importante en el sector de la ense?anza, algo que, inevitablemente, introduce intereses privados con fines de lucro en la educaci¨®n p¨²blica, es m¨¢s necesario que nunca dise?ar e implementar cuidadosamente el uso de la tecnolog¨ªa en el aula con un enfoque de equidad, poniendo en el centro de las pol¨ªticas educativas al alumnado m¨¢s desfavorecido.
Si no lo hacemos, una nueva forma de desigualdad digital quedar¨¢ profundamente arraigada en nuestros sistemas educativos. No podemos olvidar que al menos 463 millones de estudiantes se han quedado fuera durante la pandemia, al no tener medios para acceder a la educaci¨®n a distancia, o porque esta no se le ha podido ofrecer en sus pa¨ªses de origen.
Adem¨¢s, los Gobiernos deben cuestionar, e ir m¨¢s all¨¢, de cualquier enfoque comercial basado en datos en el sector de la educaci¨®n. El uso de la recolecci¨®n de datos relacionada con la huella digital debe respetar la privacidad del estudiante, y servir a los m¨¢s altos est¨¢ndares ¨¦ticos, teniendo en cuenta el impacto que puede tener en su futuro. En este sentido, es esencial la financiaci¨®n y el desarrollo de plataformas tecnol¨®gicas p¨²blicas alternativas, de c¨®digo abierto, que no dependan de una recolecci¨®n masiva, y con fines de lucro, de los datos del estudiante.
En definitiva, los gobiernos deben invertir m¨¢s en la educaci¨®n p¨²blica, derecho humano fundamental y clave para la recuperaci¨®n pospandemia, e invertir m¨¢s en la profesi¨®n docente, protagonista principal en la lucha por una educaci¨®n de calidad integral, de acceso universal. Debemos defender y proteger el derecho de cada estudiante a tener docentes cualificados, debidamente respetados y apoyados, con planes de estudio integrales, en entornos de aprendizaje adecuados.
La educaci¨®n que nos brinda esperanza en un futuro sostenible es una educaci¨®n de calidad, democr¨¢tica, reflexiva, cr¨ªtica, solidaria, incluyente, pluricultural, intercultural, participativa, laica, justa, liberadora, cient¨ªfica, emancipadora, integradora e innovadora, puesta al servicio del ser humano como herramienta fundamental para su propio desarrollo integral y el de la sociedad. La educaci¨®n del futuro es p¨²blica, su motor es la equidad.
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