Una misi¨®n nueva para la ense?anza superior
La cifra de estudiantes universitarios se est¨¢ disparando en todo el mundo. Para democratizar el acceso, es necesaria la colaboraci¨®n por encima de una competencia que acabar¨ªa da?ando la igualdad de oportunidades
El aumento de la demanda est¨¢ cambiando radicalmente el panorama de la ense?anza superior. En las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, las matriculaciones se han duplicado hasta alcanzar los 235 millones de estudiantes, mientras que la movilidad de los estudiantes internacionales se ha triplicado hasta alcanzar los seis millones. Estas cifras volver¨¢n a duplicarse en la pr¨®xima d¨¦cada, ejerciendo una enorme presi¨®n sobre los sistemas. En s¨ª misma, se trata de una tendencia positiva, que refleja el aumento de los niveles de educaci¨®n en todo el mundo y las nuevas reservas de talento para apoyar la innovaci¨®n, el desarrollo social y el crecimiento econ¨®mico. La l¨®gica econ¨®mica habitual dir¨ªa que el aumento de la demanda incrementa la competencia. Si se dejara de lado esta l¨®gica, la educaci¨®n superior se encaminar¨ªa hacia una creciente segmentaci¨®n en t¨¦rminos de acceso y calidad, y la capacidad de pagar altas tasas de matr¨ªcula se impondr¨ªa sobre la igualdad de oportunidades.
Pero para democratizar el acceso a la educaci¨®n superior y al conocimiento, lo que necesitamos hoy es la colaboraci¨®n por encima de la competencia. La educaci¨®n superior es un derecho, no un privilegio. Es estrat¨¦gica para mejorar la vida, reducir las desigualdades, fomentar la innovaci¨®n y dirigir la transici¨®n ecol¨®gica. La pandemia puso de manifiesto la necesidad de introducir cambios sustanciales en los modelos econ¨®micos de los sistemas de ense?anza superior para aumentar su capacidad de resistencia. As¨ª, los sistemas con mayor proporci¨®n de financiaci¨®n p¨²blica resultaron ser menos vulnerables a las crisis econ¨®micas. Adem¨¢s, la velocidad de la transformaci¨®n digital exige oportunidades de recualificaci¨®n y aprendizaje a lo largo de toda la vida, lo que aumenta a¨²n m¨¢s la demanda de oportunidades de educaci¨®n superior.
Todos los pa¨ªses necesitan invertir en educaci¨®n superior para construir su futuro. No se trata de desviar la atenci¨®n de la inversi¨®n esencial en educaci¨®n b¨¢sica, sino de reconocer que los sistemas son m¨¢s fuertes cuando ofrecen oportunidades de aprendizaje accesibles y de calidad a todas las edades. Para aprovechar el dividendo de la juventud ser¨¢ necesario ampliar enormemente las oportunidades de aprendizaje. Solo el 10% de los estudiantes africanos ¡ªla regi¨®n con la poblaci¨®n juvenil de m¨¢s r¨¢pido crecimiento del mundo¡ª tiene acceso a la educaci¨®n superior, una cifra que se disparar¨¢ en las pr¨®ximas d¨¦cadas, con m¨²ltiples consecuencias para la financiaci¨®n, la oferta, el profesorado, la garant¨ªa de calidad y el desarrollo de los planes de estudio. Esto exige colaboraci¨®n para evitar la fuga de cerebros y alimentar el talento y el conocimiento end¨®genos.
Un nuevo contrato social
Necesitamos un nuevo contrato social para que la educaci¨®n superior sea m¨¢s inclusiva, est¨¦ m¨¢s conectada y responda a los complejos retos de la sociedad. Esto incluye mecanismos expl¨ªcitos, planes espec¨ªficos y pol¨ªticas para abrir la educaci¨®n superior a grupos tradicionalmente marginados. Pero la transformaci¨®n va mucho m¨¢s all¨¢ del acceso para replantear las misiones tradicionales de ense?anza, investigaci¨®n y servicio a la sociedad que brindan las universidades. El conocimiento no es una mercanc¨ªa, sino un bien com¨²n que debe crearse y compartirse en aras del bien com¨²n.
La clave est¨¢ en orientar los programas de estudio, la investigaci¨®n y la divulgaci¨®n de la ense?anza superior en torno a los retos del desarrollo sostenible. Sin excluir la especializaci¨®n, ello implica romper los silos para dise?ar programas inter y transdisciplinarios que den a los estudiantes una comprensi¨®n m¨¢s hol¨ªstica de los problemas globales, ya sea en torno a la salud de los oc¨¦anos, la mitigaci¨®n del cambio clim¨¢tico, el aumento de la seguridad alimentaria, la gesti¨®n de la biodiversidad o la reducci¨®n de las desigualdades. Exige tambi¨¦n reconocer y aceptar la diversidad de los sistemas de conocimiento ind¨ªgenas y otros tradicionalmente excluidos que ofrecen caminos hacia soluciones sostenibles. Exige, por ¨²ltimo, experiencias de aprendizaje m¨¢s inmersivas y conectadas con la sociedad, as¨ª como asociaciones entre instituciones de ense?anza superior de pa¨ªses de ingresos altos, medios y bajos.
Aqu¨ª hay cambios en el juego. La Convenci¨®n de la Unesco sobre Reconocimiento de Cualificaciones relativas a la Educaci¨®n Superior, primer tratado de la ONU en este ¨¢mbito, se dise?¨® precisamente para promover la movilidad y fortalecer la cooperaci¨®n interuniversitaria. La ciencia abierta, que fomenta el intercambio de datos cient¨ªficos y una mayor colaboraci¨®n en la investigaci¨®n, puede limar las diferencias entre regiones y continentes. Y las tecnolog¨ªas digitales tienen el potencial de multiplicar las conexiones entre las redes de investigaci¨®n en torno a causas comunes.
La Tercera Conferencia Mundial sobre Educaci¨®n Superior, que se celebrar¨¢ en Barcelona del 18 al 20 de mayo, sentar¨¢ las bases para trazar un nuevo rumbo para la pr¨®xima d¨¦cada y m¨¢s all¨¢, con la participaci¨®n no solo de las universidades, sino de la sociedad en su conjunto: Gobiernos, empleadores, profesores, redes de la sociedad civil, organizaciones regionales e internacionales y el mayor grupo implicado: los j¨®venes. Se trata de dar forma a nuestras sociedades del ma?ana, inspirar el cambio y hacer de la educaci¨®n superior el catalizador de un futuro m¨¢s seguro, compartido y sostenible.
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