Andrew Hargreaves: ¡°No eduqu¨¦is a vuestros hijos como si la ni?ez fuera la sala de espera de otra cosa¡±
El especialista en educaci¨®n, profesor de la Universidad de Ottawa y asesor de las reformas de los sistemas de ense?anza de Escocia y Gales pide no culpar al profesorado de los problemas que en realidad se deben a c¨®mo est¨¢ estructurada la escuela
Andrew Hargreaves se ha pasado la vida ense?ando e investigando los factores que influyen en la educaci¨®n en universidades de Reino Unido, Estados Unidos y Canad¨¢, entre ellas el Boston College, del que es profesor em¨¦rito, y la Universidad de Ottawa, donde trabaja ahora. Nacido hace 71 a?os en una familia de clase trabajadora del norte de Inglaterra, Hargreaves ha escrito decenas de libros y ha participado como asesor en reformas educativas en Escocia y Gales. La entrevista tiene lugar en el Palacio de Congresos de Zaragoza, donde ha sido invitado a participar en el IV Congreso internacional de innovaci¨®n educativa organizado por el Gobierno de Arag¨®n. Pese a estar reci¨¦n aterrizado de un vuelo intercontinental en el que le han perdido la maleta, el profesor Hargreaves muestra durante la hora que dura la conversaci¨®n la misma inteligencia, afabilidad y humor que trasmiten los v¨ªdeos disponibles en Internet de sus conferencias por todo el mundo.
Pregunta. Lleva tiempo advirtiendo que un alumno no puede aprender bien si carece de bienestar, si no se siente bien, no tiene amigos o sufre acoso escolar.
Respuesta. Durante mucho tiempo hemos pensado en el bienestar como algo ajeno al aprendizaje. Pero los ni?os necesitan que los cuiden, saber que pertenecen a un entorno, y que importan. Son cosas importantes en s¨ª mismas, pero que tambi¨¦n afectan el aprendizaje. Hemos visto durante la pandemia que los ni?os viven en todo tipo de hogares y hab¨ªa padres que ten¨ªan que trabajar, a veces luchar mucho solo para conseguir alimentar a sus hijos, sin otro adulto que los cuidara. Eso afecta a su salud mental. Y tambi¨¦n a su aprendizaje. El bienestar ha pasado a un primer plano, y eso es bueno. Pero hay que tener cuidado con no ver el bienestar solo como el hecho de proteger a los ni?os del da?o. Es algo vital, por supuesto. Deben estar bien alimentados, tener un sitio adecuado para dormir, estar atendidos. Pero podemos hacer m¨¢s. Los ni?os necesitan desarrollarse, sentirse realizados, pasarlo bien, no todo el tiempo, pero s¨ª mucho tiempo. Y la mejor forma de conseguirlo no es plantearlo como algo separado del aprendizaje, sino como parte de ¨¦l. Una cosa que hace que los ni?os se sientan bien es ir a la escuela sabiendo que su maestro los conoce y se preocupa por ellos, y que aprender¨¢n algo nuevo todos los d¨ªas que ser¨¢ interesante e importante. As¨ª que el bienestar es importante para el aprendizaje y el aprendizaje es importante para el bienestar.
P. ?La escuela presta suficiente atenci¨®n a este aspecto?
R. Creo que las escuelas primarias han hecho del cuidado integral del ni?o una prioridad. Y que esa es una de las razones por las que las personas se convierten en maestros de primaria.
P. ?Y en secundaria? Los estudios muestran que en Espa?a el entusiasmo por ir a la escuela se hunde al pasar a esta etapa.
R. Es cierto. En muchos lugares del mundo, cuando los ni?os superan cierta edad, en torno a los 11 a?os, dejan de sentirse tan satisfechos y motivados por la escuela, y aumenta la ansiedad que les genera. Algunos piensan que es un proceso natural, que forma parte del crecimiento. Pero sucede que luego, a partir de los 16, entre quienes han permanecido en la escuela, ese compromiso aumenta. ?Por qu¨¦? Porque quieren quedarse en ella y pueden elegir entre m¨¢s opciones. En la fase anterior, los a?os intermedios entre que dejan la primaria y llegan a los 16, los alumnos pasan a tener m¨¢s contenidos, tienen pocas opciones para elegir, y tienen que relacionarse con m¨¢s profesores que en el colegio. Los profesores tambi¨¦n tienen m¨¢s estudiantes a su cargo que los de primaria, lo que hace m¨¢s dif¨ªcil cuidarlos. Adem¨¢s, los alumnos son m¨¢s grandes y los profesores sienten que necesitan m¨¢s control, m¨¢s disciplina, en lugar de engancharlos con clases que impliquen, por ejemplo, m¨¢s movimiento y m¨¢s ruido, pero que pueden generar problemas de comportamiento. As¨ª que la p¨¦rdida de motivaci¨®n hacia la escuela no tiene que ver con un problema de crecimiento, sino con nuestros centros educativos y c¨®mo los organizamos.
P. El sistema espa?ol destaca, cuando aparece comparado en informes internacionales, por el bajo nivel de colaboraci¨®n entre profesores. ?Hasta qu¨¦ punto le parece un problema?
R. Que los profesores no colaboren siempre es un problema, igual que pasar¨ªa con otras profesiones, como los m¨¦dicos. Lograr una colaboraci¨®n efectiva de los docentes es un desaf¨ªo en muchos pa¨ªses. Y a veces el primer instinto es culpar a los maestros. Decir que los docentes, como una madre o un padre, tienen sus propias ideas y formas de hacer las cosas, y no les gusta que los dem¨¢s se entrometan. Pero el problema est¨¢ m¨¢s relacionado con c¨®mo dise?amos las estructuras y la cultura de nuestras escuelas.
P. ?Pueden cambiarse? ?C¨®mo?
R. La persona que m¨¢s puede lograrlo es quien dirige la escuela. En Espa?a ha habido una tradici¨®n de elegir a los directores que me parece complicada. Quien lidera la escuela, con frecuencia, tiene que hacer cosas dif¨ªciles. Y si has sido elegido, est¨¢s ah¨ª para representar a tu comunidad, no para ayudarle a superar situaciones dif¨ªciles, lo que a veces puede ser inc¨®modo. Los directores necesitan ganarse la confianza de sus profesores y deben apoyar a sus docentes. No se trata de disciplinarlos o de evaluarlos, sino de tener autoridad y conducir a la gente a un lugar distinto, que ser¨¢ m¨¢s satisfactorio para el conjunto de la escuela, pero que no todo el mundo ve inmediatamente al principio. La persona que lidera puede establecer una cultura, unos h¨¢bitos, unos patrones de colaboraci¨®n.
P. ?Y qu¨¦ pueden hacer los Gobiernos?
R. Pueden construir estructuras que den a los profesores tiempo para colaborar. ?Hay suficientes profesores en la escuela, no solo para hacer las clases m¨¢s peque?as, sino para que los docentes puedan pasar suficiente tiempo con otros profesores, para planear, preparar, evaluar y mejorar su forma de ense?ar, y no limitarse a estar todo el rato ense?ando? Si eres abogado y te pasas el d¨ªa en la sala de vistas, no tendr¨¢s tiempo de preparar los casos. Para los profesores es igual. Finlandia, uno de los pa¨ªses con mejores resultados educativos del mundo, es un buen ejemplo. Los profesores pasan all¨ª m¨¢s tiempo fuera de sus clases que en cualquier otro lugar del mundo, y eso les permite colaborar, planear, prepararse, reflexionar y mejorar.
P. El sistema educativo espa?ol est¨¢ pasando de un modelo basado en contenidos a otro m¨¢s basado en competencias, un cambio que no todos comparten. ?Cree que es el camino correcto?
R. Me gustar¨ªa que publicaras lo que voy a decir: ¡°El profesor Hargreaves pide al lector que antes de terminar este p¨¢rrafo intente contestar a dos cuestiones. La primera: ?Puede enunciar la ley de Boyle? La segunda: ?Qui¨¦n gan¨® la Guerra de los Cien A?os?¡±. En los ¨²ltimos tiempos se lo he preguntado a miles personas en muchos pa¨ªses. Y la mayor¨ªa no sabe responder ninguna de las dos, aunque son cuestiones que se estudian en muchos lugares. La cuesti¨®n no es que debamos dejar de ense?arlas, sino c¨®mo las ense?amos. Si te fijas bien, la ley de Boyle, que trata sobre la presi¨®n, la temperatura y el volumen de los gases, no se aplica bajo ciertas circunstancias. Si me hubieran explicado que esto muestra que la ciencia no es perfecta, que siempre est¨¢ avanzando y debe actualizar sus conclusiones, hubiera recordado esa idea y podr¨ªa usarla para el resto de mi vida. Y si me hubieran explicado que la Guerra de los Cien A?os fue lo que llev¨® a los pa¨ªses a crear ej¨¦rcitos permanentes, quiz¨¢ ahora pudiera preguntarme: ?y a la vista de la guerra de Ucrania, necesitamos ej¨¦rcitos permanentes m¨¢s grandes?, que es una cuesti¨®n relevante. Lo cierto es que no podemos ense?arlo todo, siempre vamos a tener que hacer una selecci¨®n. Y sea cual sea la que hagamos, lo m¨¢s importante es c¨®mo lo ense?amos para que los ni?os adquieran conocimientos, aprendizajes y habilidades que les duren para el resto de sus vidas, en lugar de olvidarlas, tan pronto como salgan de la escuela, para el resto de sus vidas.
P. Ha dedicado su carrera a ense?ar y a investigar en torno a la educaci¨®n, tambi¨¦n es padre y abuelo. ?Qu¨¦ les aconsejar¨ªa a los padres sobre la educaci¨®n de sus hijos?
R. Creo que lo primero que les dir¨ªa es que o¨ªmos hablar mucho sobre preparar a los ni?os para lo que les espera, prepararlos para el trabajo, prepararlos para una frase que me vuelve loco: ¡°Trabajos que todav¨ªa no han sido inventados¡°. La reina de Inglaterra dijo una vez: ¡°Es una l¨¢stima que la gente ya no coja trabajos para toda la vida¡¡±. Es decir, que hay un mont¨®n de ret¨®rica en torno a la preparaci¨®n de los ni?os. Pero la mejor manera de preparar a los ni?os para el futuro es educarlos y cuidarlos bien en el presente, no tratar el presente como una sala de espera para el futuro. Los ni?os pasan casi una cuarta parte de su vida siendo ni?os. As¨ª que no podemos tratar su ni?ez como una sala de espera de otra cosa. Debe importar por s¨ª misma. Y lo importante es sentirse querido, sentir que perteneces a un entorno, aprender a vivir en comunidad, y la familia es tu primera comunidad, desarrollar responsabilidades y convertirte en lo mejor que puedas ser. Pasarlo muy bien, pero tambi¨¦n saber esforzarte y ser consciente de lo dif¨ªcil que resultan a veces las cosas: puede ser aprender a tocar la guitarra, que es duro, o convertirte en un gran nadador. Hay muchas formas de hacerlo, pero todas tratan realmente sobre lo mismo: proporcionarles bienestar, aprendizajes, sentido de pertenencia y de la responsabilidad. Si hacemos todo esto, el futuro en gran parte se cuidar¨¢ solo. Y les dir¨ªa una cosa m¨¢s: escucha a tu hijo o hija. T¨®matelos en serio, no quites importancia a lo que te digan, y cuando les preocupe algo, pr¨¦stales la misma atenci¨®n que le prestar¨ªas si fueran adultos.
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