Las estaciones del miedo y del recuerdo

Nadie habr¨ªa adivinado ayer que quedaban 24 horas para que se cumpliera el primer a?o desde que Espa?a vivi¨® uno de los d¨ªas m¨¢s tristes de su historia. Las estaciones donde se dio cita la tragedia y la muerte respiraban a un ritmo normal, apenas entorpecido por la presencia de periodistas. En Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, donde hace un a?o explotaron las bombas colocadas por terroristas islamistas dentro de los vagones de cuatro trenes, todos llevaban su dolor por dentro, en las taquillas, en los andenes, en los comercios...

En la estaci¨®n de El Pozo, dos operarios daban los ¨²ltimos retoques de pintura a las se?ales indicadoras con el nombre de la estaci¨®n. En Santa Eugenia, los andenes presentaban un aspecto des¨¦rtico a las tres de la tarde y en Atocha el trasiego de algunos se interrump¨ªa para acercarse a las dos pantallas gigantes donde se pueden dejar mensajes en recuerdo de las v¨ªctimas, que se sumaban a los 51.900 depositados desde que se habilit¨® este espacio. No hubo ni velas, ni flores, ni ning¨²n otro objeto porque un vigilante se ocupaba de advertir de que no estaba permitido. "Por motivos de seguridad", comentaba el jefe de Cercan¨ªas de Atocha, Antonio S¨¢nchez Escobar.

El tiempo ha hecho que en los ¨²ltimos meses, incluso el olvido de una mochila por parte de alg¨²n viajero no provoque escenas de p¨¢nico. Julio, uno de los interventores, comenta que tanto para los viajeros como para los trabajadores de las estaciones "no queda m¨¢s remedio que volver a la normalidad, porque no puedes estar permanentemente en la psicosis". Otros, no pueden ocultar su aflicci¨®n: "No quiero recordar, ni ver la televisi¨®n", indica un taquillero con ojos disgustados. El jefe de Cercan¨ªas de Atocha se?ala que entre los trabajadores mantienen el sentimiento por lo ocurrido "pero con el ¨¢nimo de seguir adelante con normalidad".

Revivir la tragedia

Pero quienes trabajan y transitan en las estaciones reconocen que es dif¨ªcil afrontar el aniversario sin recordar el dolor y la pena de aquellos d¨ªas. Gemma lleva cinco a?os vendiendo prensa en la estaci¨®n, todav¨ªa se asusta cuando ve correr a los vigilantes de seguridad, y lleva toda la semana nerviosa: "Con todos los reportajes que se est¨¢n haciendo es como volver a revivir lo mismo". Pr¨®xima a su puesto de prensa, tras el mostrador de una tienda de bolsos, Sara reconoce que todav¨ªa no se ha recuperado del impacto: "Es como si hubiera sucedido ayer, todos los d¨ªas te lo recuerda la gente que se acerca y te pregunta d¨®nde est¨¢n las velas. Todos los d¨ªas. Si tuviera otro trabajo me ir¨ªa".

Cerca de all¨ª dos empleadas de Grandes L¨ªneas de Renfe muestran su temor a que un atentado de estas caracter¨ªsticas pueda repetirse. "No hemos notado que se haya incrementado la seguridad. Hay m¨¢s polic¨ªa cuando viene un ministro que los d¨ªas normales, con la cantidad de viajeros que pasan a diario por aqu¨ª [unos 462.000]".

Algunos familiares encontraban ayer consuelo mirando las im¨¢genes que proyectaban continuamente las dos grandes pantallas, en las que se reflejaba la solidaridad que se despert¨® tras la tragedia. Como Daniela, hija de uno de los miles de heridos. Su padre todav¨ªa no puede mover la parte derecha del cuerpo. "Estos d¨ªas est¨¢ especialmente callado y ausente", dice, medio llorando. "No quiere leer los mensajes ni ver la tele". La familia de Daniela, que procede de Ecuador, todav¨ªa no ha recibido ayudas econ¨®micas. Los heridos m¨¢s graves tienen que esperar a ser dados de alta para que haya una evaluaci¨®n m¨¦dica y puedan recibirlas. "Pero el dinero no nos preocupa. Lo importante es tenerle con nosotros".

Para muchos viajeros el dolor y el miedo sigue estando muy presente. "La gente sigue asustada aunque no lo diga", comenta Marisol. Pero para algunos no queda m¨¢s remedio que subir a los vagones, su ¨²nico medio de transporte. Mari Luz, empleada del hospital Ram¨®n y Cajal, que viaja cada d¨ªa en la l¨ªnea que atraviesa el corredor del Henares, ya no lee cuando sube al vag¨®n. Ahora s¨®lo mira a la gente y sus manos, cuidando de que nadie se deje una mochila.

Sin embargo, otras personas que vivieron muy de cerca la tragedia vuelven a retar cada d¨ªa a sus temores. Como Marisa, vecina de El Pozo. Cuando oy¨® la explosi¨®n, baj¨® a buscar a su marido. "Fue la media hora peor de mi vida. Vi de todo hasta que le encontr¨¦". ?l todav¨ªa espera una operaci¨®n de un o¨ªdo, del otro no oye del todo, "pero hace su vida normal. Al mes ya estaba trabajando". Ninguno de los dos dud¨® en volver a utilizar el servicio de cercan¨ªas. "Volvimos juntos la primera vez y ahora lo cojo a diario".

Otro de los lugares donde hoy se recordar¨¢ a las v¨ªctimas, el Retiro, estaba ayer semidesierto. La polic¨ªa imped¨ªa la entrada en la mayor¨ªa de los accesos al parque. Tan s¨®lo los operarios y los medios de comunicaci¨®n pod¨ªan pasear por las inmediaciones de La Chopera, donde se ha situado el Bosque de Los Ausentes, un promontorio en el que han plantado tantos cipreses y olivos como v¨ªctimas hubo en los atentados. Los trabajadores de la empresa Tragsa, encargados durante los ¨²ltimos dos meses del montaje del monumento en este lugar (previamente estuvo situado encima de la fuente de Atocha), daban los ¨²ltimos retoques. Colocaban bancos de madera, plantaban los ¨²ltimos ¨¢rboles en los parterres cercanos e instalaban la tarima para las autoridades.

Peticiones raras

M¨¢s de 35 televisiones, decenas de emisoras de radio y otros tantos medios impresos se volcar¨¢n esta ma?ana en las estaciones donde hace un a?o se vivi¨® la masacre. En los trenes que circular¨¢n a primera hora por el corredor del Henares se concentrar¨¢n periodistas de todo el mundo. En el exterior de la estaci¨®n de Atocha los c¨¢maras ultimaban ayer la preparaci¨®n de sus equipos, mientras que dentro del vest¨ªbulo, los operarios habilitaban una zona especial para la prensa, en la planta del vest¨ªbulo.

Una portavoz de Renfe se?ala que se ha intentado facilitar el trabajo de los informadores, pero "evitando la parafernalia". La compa?¨ªa asegura que tiene casi agotada su capacidad de sorpresa, porque despu¨¦s de Navidad, cuando los medios comenzaron a planificar sus programas y reportajes especiales, se han encontrado con algunas "peticiones raras". "No voy a detallar las cosas que nos han solicitado porque no creo que proceda", indica la misma portavoz, "pero ha habido hasta quien ha querido que les facilitemos los medios para hacer una recreaci¨®n de las explosiones".