El protocolo de la suerte
El sorteo esconde un prolijo reglamento para que nada falle. El d¨ªa anterior, por ejemplo, la puerta de estrado se cierra con tres llaves
El 22 de diciembre es el punto culminante de todo un proceso que comienza muchos meses antes, con la puesta en venta de los primeros d¨¦cimos, en verano, y los ensayos de los ni?os de San Ildefonso en los d¨ªas previos.
Un d¨ªa antes: las comprobaciones
Es la fecha en la que se lleva a cabo el examen y recuento de las bolas que se van a utilizar en el sorteo: las 85.000 correspondientes a los n¨²meros y las 1.787 de los premios. El procedimiento se hace de forma p¨²blica en el sal¨®n en el que, un d¨ªa despu¨¦s, se va a celebrar el sorteo. Cualquiera puede verlo, aunque hay que pedir cita previamente al presidente del sorteo a trav¨¦s de Loter¨ªas y Apuestas del Estado.
Para realizar la comprobaci¨®n, las bolas se ordenan en un mecanismo denominado lira, de las que existen 170 unidades. Se trata de un conjunto de alambres con capacidad para 500 bolas.
Una vez certificado que est¨¢n todas las bolas y que su estado es ¨®ptimo, el sal¨®n se desaloja y todos sus accesos se cancelan con cerrojos. La puerta del estrado tambi¨¦n se cierra con tres llaves que se encargan de custodiar hasta la ma?ana siguiente tres claveros.
El gran d¨ªa: el canto de los ni?os
La ceremonia del sorteo comienza a las ocho de la ma?ana, cuando se abre el sal¨®n y empieza a llegar el p¨²blico. Media hora despu¨¦s se constituye la junta encargada de supervisarlo todo. En ese momento, las bolas permanecen todav¨ªa en los alambres que forman las liras, que est¨¢n a su vez colgadas en unos mecanismos que reciben el nombre de paraguas. De ¨¦stos, las bolas pasan a la tolva, que es un recipiente transparente en el que las bolas son trasladadas a su destino final: los dos bombos.
Una vez que ¨¦stos son cerrados se inicia el canto de los ni?os de San Ildefonso, que no cesa hasta que el bombo de premios queda completamente vac¨ªo. Las bolas van cayendo de cada uno de los bombos a las copas a trav¨¦s de un conducto que recibe el nombre de trompeta. Si, por error, se extraen dos bolas a la vez, queda una encima de la otra y siempre se canta primero la que est¨¢ debajo, es decir, la primera que sali¨®.
El ni?o situado frente al bombo de los n¨²meros canta el contenido de su bola, mientras que su compa?ero anuncia el premio. Ambos van insertando las bolas en cada alambre de los que consta la tabla. Concretamente, ¨¦sta tiene capacidad para diez pares de alambres que albergan 40 bolas (20 para los n¨²meros y otras tantas para los premios). Una vez que se completa una tabla, se cierra delante de la mesa que preside el sorteo.
A medida que se cantan los premios, un grupo de cuarenta personas procesan todos los datos para confeccionar la lista de n¨²meros agraciados y las administraciones que los han vendido. As¨ª, antes desde que pase una hora desde la finalizaci¨®n del sorteo, esa lista se pone a disposici¨®n de la F¨¢brica Nacional de Moneda y Timbre. Posteriormente, se distribuye a los medios de comunicaci¨®n y todas las administraciones de loter¨ªas.
La semana posterior: la exposici¨®n de las bolas
Aunque las personas que compran la loter¨ªa de Navidad pueden conocer casi al instante -a trav¨¦s de Internet- si su d¨¦cimo ha resultado premiado, la tradici¨®n obliga a exponer durante siete d¨ªas las tablas en las que figuran los n¨²meros premiados. Despu¨¦s de ese tiempo, las bolas se extraen de las tablas para ser contadas y examinadas de nuevo. Si alguna de ellas se deteriora -todas han de tener 18,8 mil¨ªmetros de di¨¢metro y 3 gramos de peso-, se reparan o sustituyen por otras.
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