La vida de Alicia en manos del juez del desierto
La liberaci¨®n de la cooperante se debe en buena medida a la decisi¨®n de un iluminado: Ab¨² Hannas
La liberaci¨®n de la cooperante espa?ola Alicia G¨¢mez, secuestrada por uno de los batallones de Al Qaeda en el Magreb Isl¨¢mico (AQMI), se debe en buena medida a la decisi¨®n de un iluminado: Abderram¨¢n, Ab¨² Hannas, el denominado juez del desierto, un dirigente religioso del que s¨®lo existe una fotograf¨ªa, la que aparece en los v¨ªdeos, oculto bajo su turbante mientras lanza soflamas incendiarias sobre la necesidad de crear un nuevo califato y un Gobierno isl¨¢mico en el Magreb. Sus discursos terminan siempre con la coletilla: "Pido a Al¨¢ morir por la yihad".
Abu Hannas, de unos 30 a?os, ha tenido un papel trascendental en la decisi¨®n de liberar a Alicia G¨¢mez, seg¨²n se?alan a EL PA?S fuentes pr¨®ximas a la negociaci¨®n. El grupo que retiene a los cooperantes espa?oles consult¨® a Hannas que hacer con la espa?ola y ¨¦ste recomend¨® su liberaci¨®n por el hecho de ser una mujer.
Un manual clandestino sobre secuestros redactado supuestamente por Hannas y encontrado en 2008 en un piso del popular barrio Takrkzaina, de Nuakchot, la capital de Mauritania, titulado La ley de los prisioneros extranjeros, explica qu¨¦ hacer y c¨®mo tratar a los secuestrados. El documento establece que si hay una mujer entre los secuestrados se la puede tomar como esposa o liberarla, finalmente Hannas ha impuesto la puesta en libertad de Alicia G¨¢mez por el hecho de ser mujer, seg¨²n se?alan fuentes cercanas a la negociaci¨®n.
El manual, intervenido a uno de los salafistas m¨¢s sanguinarios de AQMI, se?ala que si los secuestrados son enemigos (militares, polic¨ªas o agentes secretos) hay autorizaci¨®n para matarlos; si no lo son, se debe negociar un rescate econ¨®mico o un intercambio de prisioneros. Este es el caso de los otros dos secuestrados espa?oles Roque Pascual y Albert Vilalta por los que se pide, adem¨¢s de dinero, la puesta en libertad de varios presos de AQMI recluidos en el fort¨ªn de Lahsar en Nuakchot.
El manual, un pu?ado de folios escritos en ¨¢rabe, se encontr¨® en la casa donde se refugi¨® Jahen Olsaman, un islamista sospechoso de participar en el asesinato de cuatro franceses, una familia con dos menores que disfrutaba sus vacaciones de Navidad a 250 kil¨®metros de la capital mauritana. Olsalam purga hoy su pena en la c¨¢rcel de Lahsar junto con otros 60 miembros de AQMI, y, seg¨²n algunas fuentes, es uno de los presos cuya liberaci¨®n exigen los secuestradores para soltar a los espa?oles.
El dirigente religioso Abu Hannas, jugaba en el Bohdid, un equipo de f¨²tbol local de un barrio en Nuakchot, ten¨ªa novia y trabajo, pero su obsesi¨®n por los estudios cor¨¢nicos le condujeron por el camino vidrioso y oscuro que lleva a la yihad. Era im¨¢n en una peque?a mezquita y su verbo f¨¢cil le convirti¨® en un referente para un ej¨¦rcito de fieles que escuchaba ensimismado sus discursos cada vez m¨¢s extremistas. Nadie sabe qui¨¦n lo capt¨® para la nueva base de Al Qaeda en ?frica, pero desde hace varios a?os se ha convertido en la voz religiosa del grupo salafista que atenta y secuestra en el desierto del Sahel.
El joven mauritano es el "aliento espiritual" de un grupo terrorista que necesitaba un referente religioso propio y cercano y es quien marca los l¨ªmites de lo que se debe o no hacer, seg¨²n aseguran fuentes pr¨®ximas a los salafistas. La fuerte expansi¨®n de AQMI ha obligado a sus dirigentes a tener un juez del desierto que explique sus acciones y decisiones y las bendiga para sentirse respaldados. Por ese motivo se cree que la posici¨®n de Ab¨² Hannas ser¨¢ determinante en el futuro de los secuestrados espa?oles. "Est¨¢n en sus manos porque ¨¦l tendr¨¢ que autorizar y explicar la decisi¨®n que se adopte", aseguran varias fuentes consultadas.
Las condiciones para formar parte de este ej¨¦rcito de terroristas escondido en los desiertos fueron redactadas por Ab¨² Hannas, seg¨²n la polic¨ªa mauritana. Se les pide tener conocimientos t¨¦cnicos o inform¨¢ticos, estar dispuestos a convertirse en suicidas y un documento de idoneidad firmado por el jefe de reclutadores de la regi¨®n.
AQMI, seg¨²n fuentes de la inteligencia francesa y mauritana, cuenta hoy con cuatro brigadas diferentes repartidas por el inmenso desierto del Sahel, una extensa regi¨®n que va desde el oc¨¦ano Atl¨¢ntico hasta el mar Rojo, un territorio de nadie donde Gobiernos d¨¦biles y fallidos no tienen medios para combatir el terrorismo. Agrupan a unos 300 hombres, en su mayor¨ªa argelinos, y sus nombres son: Tarek Ibn Ziyad, que en febrero de 2008 secuestr¨® a varios turistas austriacos en T¨²nez; la Brigada de los turbantes, compuesta por algunos tuaregs, aliados de AQMI en Mal¨ª; Ansar, cuyo s¨ªmbolo explica sin rodeos que su misi¨®n es secuestrar a cristianos; y Farkan. El dirigente religioso de todos ellos es este ex futbolista y recitador del Cor¨¢n.
Ab¨² Hannas tuvo problemas para ser aceptado por algunos argelinos y en sus primeros discursos lleg¨® a confesar que se sent¨ªa m¨¢s cerca de ¨¦stos que de sus paisanos mauritanos. Las dificultades terminaron cuando Ab¨² Musad Abde I Wadud, el emir del Grupo Salafista para la Predicaci¨®n y el Combate (GSPC) argelino, le dio su bendici¨®n, le nombr¨® juez del desierto y miembro del Consejo de AQMI. Wadud fue quien anunci¨® en 2006 la alianza de los salafistas argelinos con Osama Bin Laden y es el aut¨¦ntico impulsor de la expansi¨®n de AQMI, un grupo que ha logrado agrupar a yihadistas de, al menos, siete nacionalidades bajo la misma bandera.
El dirigente religioso mauritano no ha sido nunca detenido, su vida y andanzas por el desierto est¨¢n llenas de leyendas que corren de boca en boca por las mezquitas m¨¢s radicales de Mauritania. "Es muy inteligente y sabe c¨®mo llegar a la gente. Sus discursos son muy agresivos y buscan despertar las conciencias y captar nuevos militantes", se?ala un joven pr¨®ximo a los presos mauritanos de Al Qaeda. El pasado mes de junio, Ab¨² Hannas lanz¨® un llamamiento a los mauritanos para que no acudieran a las urnas. "Todo es mentira. La democracia es una farsa. No vay¨¢is a votar", reclam¨®.
?C¨®mo se ha extendido el salafismo en Mauritania?, se preguntan muchos en este pa¨ªs de 3,3 millones de habitantes donde hace a?os era imposible ver a una mujer con burka. Muchas miradas se dirigen a las ruinas de la universidad Mohamed Ibn Saud, financiada por el Gobierno de Arabia Saud¨ª, cerrada en 2003 y derribada hasta convertirse hoy en una escombrera en el centro de la ciudad. "Ah¨ª empez¨® a cocerse todo", asegura Ahmed, un joven profesional mauritano. En 2004, el Gobierno secuestr¨® los 2.000 ejemplares del peri¨®dico Al Khabar. El diario informaba de que Ayman Al Zawahiri, el escudero egipcio de Bin Laden, hac¨ªa un llamamiento a Mauritania para que se uniera a la yihad. "Nos llamaron mentirosos y manipuladores. Intentaron ocultar lo que ya estaba ocurriendo", explica Mohamed Lamil, hoy residente en Espa?a.
Escuchar los discursos claros y contundentes de Ab¨² Hannas produce escalofr¨ªos. En su ¨²ltima grabaci¨®n, con el preludio de una m¨²sica de fondo que anima a la lucha, el juez del desierto mauritano, el tipo que puede decidir sobre el futuro de Alicia G¨¢mez, Roque Pascual y Albert Vilalta, dec¨ªa frases como ¨¦stas: "No hay un Gobierno isl¨¢mico de verdad. Todos son teatros y cristianos... Estamos aqu¨ª para construir el mundo isl¨¢mico de nuevo... Nuestra alianza es una pesadilla para nuestros enemigos. Vamos a ganar esta guerra contra el ej¨¦rcito de Sat¨¢n". Y terminaba con su remate final: "Pido a Al¨¢ morir por la yihad".
Informaci¨®n actualizada del reportaje publicado el 20/12/2009 'El juez del desierto'
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.