Estaciones de Bicing con sello propio
La instalaci¨®n de la plaza de la Universitat es la m¨¢s utilizada y la que m¨¢s vandalismo sufre est¨¢ en el barrio de la Barceloneta
Los 121.029 usuarios que Bicing, el servicio de bicicletas de Barcelona, tuvo el pasado marzo celebran el cuarto aniversario del servicio ech¨¢ndose la calle con el inicio del buen tiempo. Recorren la capital catalana durante una media de 25 minutos hasta anclar la bicicleta y dejar su historia junto a muchas otras en una de las 420 estaciones disponibles.
En el paseo de Llu¨ªs Companys se encuentra una de las estaciones con mayor accesibilidad, seg¨²n informan desde Barcelona de Serveis Municipals (BSM). All¨ª se re¨²nen un numeroso grupo de jubilados. Juegan a la petanca y mientras esperan su turno, cambian las palabras por los pedales. Cogen el Bicing y se van a dar una vuelta y en 15 minutos vuelven al punto de inicio con la camisa ya arremangada por el calor que azota ya en la ciudad. "El m¨¦dico me recomend¨® que me diera el aire e hiciera ejercicio. Soy un paciente ejemplar, ?lo cumplo al pie de la letra!", exclama Pere Roig, de 71 a?os, que a?ade que as¨ª no se aburren mientras esperan a que les toque jugar. "A veces damos la vuelta a la Ciutadella", explica Alfons Dom¨ªnguez, fiel compa?ero de Roig que se protege del sol con una gorra descolorida.
La estaci¨®n que se encuentra en la plaza de la Universitat, junto a la calle de Aribau, es la m¨¢s utilizada, indican desde BSM. Las gomas gastadas de las bicicletas no tienen tiempo de reposar antes de que alguien las vuelva a coger para llevarlas a otra estaci¨®n con otra historia. "El mundo pasa m¨¢s r¨¢pido si contemplas el ajetreo de los ciclistas, con que rapidez vienen y se van", comenta Fernando Valero, un jubilado que pasa el rato sentado en uno de los bancos de la plaza. "El uso es independiente al n¨²mero de abonados", mantienen desde BSM, aunque comunican que en el primer trimestre de 2011 se han renovado el 75% de los abonos. Adem¨¢s, recuerdan que el n¨²mero de usos ha aumentado cada a?o hasta llegar a los 5,4 por bicicleta.
No todos los abonados est¨¢n dispuestos a coger la bicicleta dependiendo de la destinaci¨®n: "No, claro que no subo desde el centro de ciudad hasta aqu¨ª", recalca Mariona Capdevila en la estaci¨®n de la plaza de Joanic, del barrio de Gr¨¤cia. "Hay muchas pendientes en esta zona y el calor tampoco ayuda a superarlas", sostiene mientras ajusta a sus necesidades el sill¨ªn atascado. Como ella, muchos creen que la orograf¨ªa de la ciudad complica las cosas y de ah¨ª que esa instalaci¨®n sea la que m¨¢s necesite el abastecimiento continuo de bicicletas.
La fuerte pendiente de la calle de Subirats, en el barrio de Horta-Guinard¨®, en cambio, provoca que la estaci¨®n que se encuentra al final de la bajada, entre la penumbra de los edificios y custodiada por el silencio, sea la que m¨¢s cueste de acceder. Por otra parte, las m¨¢s dif¨ªciles de abastecer por parte de Bicing son las que hay en el cruce de Gran V¨ªa con Passeig de Gr¨¤cia. La gran afluencia de veh¨ªculos y de gente limita el acceso a las instalaciones.
La estaci¨®n de la calle del Doctor Aguader es la que m¨¢s vandalismo padece. Los ciclistas no lo saben, aunque admiten, como Anna Velarde, que "siempre hay j¨®venes encima de los anclajes e incluso los fuerzan y se llevan las bicis". Por la Barceloneta y Vila Ol¨ªmpica las llevan la gente joven. Unos van a las diferentes universidades que hay por la zona y a otros las chancletas les delatan, ya que van a la playa. Por este motivo, una de las estaciones, concretamente la de la calle de Ramon Trias Fargas, que est¨¢ al lado de la parada de metro de Ciutat Vella, es la m¨¢s usada por los menores de 25 a?os.
Por el contrario, el flujo de mayores de 35 a?os se concentra en la estaci¨®n n¨²mero 368, situada en la calle de Diputaci¨®, cerca de la plaza de Tetu¨¢n. La media de edad de los abonados es de 34,4 a?os. Ariadna Nolla, otra habitual de 31 a?os, explica que si quiere disponer de una tiene de ir cinco minutos antes de "la hora punta" y, adem¨¢s, as¨ª consigue aparcarla a la primera. "A veces sufro por llegar tarde y no encontrar ninguna", dice, y describe el momento de ir corriendo a otra instalaci¨®n como "una lucha contra el sudor y los nervios que supone no saber c¨®mo llegar a destino". Y es que suelen diferenciarse dos tipos de ciclistas en la capital catalana: los que bajan por las calles de Barcelona con la melena al viento y con una sonrisa, y otros que van con la camisa empapada en sudor retando al reloj.
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