En memoria de Joseba
Aqu¨ª se ha luchado por algo y contra algo, sin falsas simetr¨ªas entre los bandos
Este mes de febrero hemos vuelto a conmemorar varios asesinatos de ETA ocurridos en a?os recientes durante inviernos m¨¢s tr¨¢gicos que ¨¦ste. El pasado s¨¢bado, por ejemplo, el de Joseba Pagazurtundua en Andoain, la muerte anunciada de un valiente que luch¨® contra la delincuencia y por tanto contra el terrorismo. Le recordamos en el lugar del crimen familiares, amigos y compa?eros de ese combate. No meras v¨ªctimas, doloridas y ¡ªseg¨²n algunos¡ª resentidas por esa p¨¦rdida, sino camaradas de su mismo esfuerzo c¨ªvico. Porque no olvidamos que ni Joseba ni los que le sobrevivimos peleamos contra ETA porque mataba a los nuestros, sino que ETA mataba a los nuestros porque pele¨¢bamos contra ella y su proyecto de imposici¨®n pol¨ªtica. Lo cual, como es l¨®gico, seguiremos haciendo ni m¨¢s ni menos igual hasta que ETA reconozca paladinamente su derrota, se disuelva y rinda las armas.
Pero en este invierno de nuestro descontento creemos que hay ciertas cosas importantes que est¨¢n siendo tergiversadas. Todos nos congratulamos de que la violencia acabe, pero queremos estar seguros de que realmente ha acabado. La prueba del final definitivo del terrorismo ser¨¢ la disoluci¨®n de ETA, desde luego, o sea que ya no haya etarras armados, comprando explosivos y trazando planes que nos aseguran inocuos pero desde luego no lo parecen. Ser¨ªa buena se?al tambi¨¦n que se aclarasen las responsabilidades de quienes han pagado a ETA estos a?os, para que no parezca que preocupa socialmente m¨¢s que se haya regalado trajes a un pol¨ªtico que armas a los terroristas. Sobre todo, se echa en falta otro s¨ªntoma del final de la amenaza: el que dej¨¢semos de atender prioritariamente las exigencias de quienes siguen mostrando apoyo a los objetivos etarras y solidaridad con los que cumplen condena por haberlo sido, pero dan de lado a los que se enfrentaron en defensa de la democracia contra ellos. A nosotros lo que nos preocupa en primer t¨¦rmino no son los terroristas encarcelados y empecinados en sus dogmas criminales, sino los que a¨²n est¨¢n sueltos. Por lo dem¨¢s, queremos que los presos est¨¦n bien, pero que est¨¦n bien presos.
ETA mataba a los nuestros porque pele¨¢bamos contra ella y su proyecto de imposici¨®n pol¨ªtica
Lo que exigimos es que se aclaren los atentados a¨²n pendientes de soluci¨®n y que sus responsables sean detenidos y castigados como lo han sido los ya localizados hace tiempo. Algunos, como el responsable del asesinato de Joseba, han sido juzgados y condenados hace pocas semanas: ser¨ªa una grotesca paradoja comenzar a preocuparse por su situaci¨®n como reclusos cuando a¨²n apenas ha estrenado reclusi¨®n. Si otros que ya ha cumplido gran parte de su condena se acogen individualmente a los requisitos legales establecidos y por tanto pueden acceder a grados m¨¢s favorables de cumplimiento de pena, que lo sean. No es nuestro problema ni nuestra primera preocupaci¨®n. Pero lo que en ning¨²n caso se debe consentir son medidas penitenciarias de alcance general que puedan ser interpretado como un premio a la fidelidad a ETA. La sumisi¨®n a las directrices de la banda no tiene que recibir ning¨²n tipo de reconocimiento positivo. Si realmente ETA ya no va a ejercer su coacci¨®n violenta, no hay motivos para premiar a quienes aceptan todav¨ªa su disciplina; y si ETA a¨²n mantiene pendiente su amenaza, hay motivos indudables para no hacerlo.
Porque los terroristas encarcelados no son ¡°consecuencias¡± del conflicto armado, como las v¨ªctimas: son los culpables, que es muy diferente. Cuando se menciona esta obviedad, siempre se nos recuerda que en el Pa¨ªs Vasco las cosas no se ven como en el resto de Espa?a y que hay gente ¡ªel ¡°pueblo¡±, ya saben¡ª dispuesta a salir a la calle en su apoyo, consider¨¢ndoles agentes pol¨ªticos poco menos que indispensables para alcanzar el cierre del negocio etarra. No es un fen¨®meno in¨¦dito: en Corea del Norte hubo miles y miles de pla?ideros para lamentar el fallecimiento de Kim-Yong Il pero ese despliegue de cari?o no mejor¨® la opini¨®n que ten¨ªamos en el resto del mundo respecto al tirano. El ejercicio sistem¨¢tico del terror, la desinformaci¨®n inculcada desde la escuela, las redes clientelares manejadas por los matones del lugar y la hu¨ªda (y difamaci¨®n) de quienes pod¨ªan hacer o¨ªr su discrepancia logran precisamente ese objetivo de adhesi¨®n inquebrantable. Sobre temas de terrorismo dicen las encuestas que se piensa a veces distinto en Euskadi que en el resto de Espa?a, olvidando a los vascos que precisamente por pensar distinto viven ahora en el resto de Espa?a y no en Euskadi. Hasta que no recuperen el derecho a hacer o¨ªr su voz pol¨ªtica seguir¨¢n falseados los t¨¦rminos de la ecuaci¨®n.
Y llegamos a los consejos que los propagandistas de la cosa dan al Gobierno y al PP. Se han quedado solos, deben atender de modo m¨¢s o menos expl¨ªcito las reivindicaciones sobre los presos ¡ªesos ¡°h¨¦roes¡± seg¨²n Alfonso Sastre¡ª y sobre todo tienen que sacudirse la maligna influencia de la ultraderecha, ¨²nicos oponentes de la flexibilizaci¨®n masiva de la pol¨ªtica penitenciaria. Confieso que siempre me ha asombrado ese frecuente homenaje de proclamados izquierdistas a la ultraderecha, convirti¨¦ndoles en depositarios monopolistas del sentido com¨²n. Los resultados a la vista est¨¢n. En los ¨²ltimos a?os algunas medidas sensatas o justas fueron calificadas profusamente como de derechas porque no encajaban con los oportunismos sectarios gobernantes; los votantes se dieron por enterados y ahora aqu¨ª nos tienen, gobernados por la derecha. Todo un ¨¦xito, que por lo visto algunos se empe?an en repetir. Ser¨¢ para demostrar que el hombre no s¨®lo es el ¨²nico animal que tropieza dos veces en la misma piedra, sino que sigue d¨¢ndole patadas y m¨¢s patadas porque la confunde con un bal¨®n¡
Queremos que los presos est¨¦n bien, pero que est¨¦n bien presos
En el Pa¨ªs Vasco y desde luego en el resto de Espa?a, el paisaje despu¨¦s de la batalla contra el terrorismo no puede convertirse en el jard¨ªn del Ed¨¦n con s¨®lo retirar a los muertos del campo y decir que todos hemos sufrido mucho. Aqu¨ª se ha luchado por algo y contra algo, sin falsas simetr¨ªas entre los bandos. No puede ocultarse que es lo que ha sido defendido y que es lo que ha sido atacado. Hay s¨ªntomas preocupantes. En el discurso de fin de a?o del lehendakari L¨®pez se dijeron cosas bienintencionadas y aceptables, dentro de las convenciones del g¨¦nero: pero se habl¨® de Euskadi y finalmente de Europa, sin una palabra de menci¨®n a Espa?a, el Estado democr¨¢tico cuestionado por la violencia y en el que reside nuestra ciudadan¨ªa de vascos. Me acord¨¦ entonces, como tantas veces, del velatorio de Fernando Buesa, sobre cuyo ata¨²d vimos la ikurri?a, la bandera de Navarra, ense?as socialistas¡es decir, no sobraba ninguna bandera pero faltaba una, la que precisamente simbolizaba el orden constitucional y estatutario por cuya defensa hab¨ªa sido vilmente asesinado el? vicelehendakari. Sin tener un discurso pol¨ªtico expl¨ªcito y sin complejos, se perder¨¢ ahora entre sonrisas acomodaticias lo que se defendi¨® con sangre y l¨¢grimas en los a?os de plomo. Ya sabemos que hay quien abomina de hablar de vencedores y vencidos, como ayer quien sin mover un dedo protestaba igual contra etarras y guardias civiles. Aqu¨ª no ha pasado nada y que nos dejen en paz. Siempre que no nos estropeen la digesti¨®n, cualquier plato de los que salen del Basque Culinary Center es igual de sabroso...
Fernando Savater es escritor.
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