Grecia necesita una estrategia de crecimiento
Aprendamos de las eurozonas que podr¨ªamos haber tenido para arreglar la que tenemos
Seamos sinceros: si esta eurozona que tenemos no existiera, nadie la inventar¨ªa ahora. Y subrayo la palabra "esta". Una eurozona m¨¢s peque?a, formada por econom¨ªas m¨¢s compatibles, sobre todo del norte de Europa ¡ªuna nordozona o neurozona¡ª, seguramente habr¨ªa podido sortear la crisis del capitalismo occidental que empez¨® en 2008, a pesar de los fallos de dise?o de Maastricht. Otra posibilidad habr¨ªa sido una eurozona del mismo tama?o que la actual pero que hubiera sido resultado, en todo caso, de la creaci¨®n de una uni¨®n pol¨ªtica, de instituciones pero tambi¨¦n de mentalidades.
Para ello ser¨ªa necesario cierto grado de empat¨ªa y, por as¨ª decir, interoperatividad entre los alemanes y los griegos, comparables con las que existen entre la gente de Nueva Inglaterra y la de Alabama en Estados Unidos y (salvo si creemos lo que dice el l¨ªder nacionalista escoc¨¦s Alex Salmond) entre ingleses y escoceses en el Reino Unido. Todos ellos, pueblos muy distintos, pero que aceptan una redistribuci¨®n general del dinero de los contribuyentes entre unos sitios y otros, est¨¢n personalmente dispuestos a viajar entre un lugar y otro y a trabajar en ambos y tienen una pol¨ªtica, un presupuesto, unos medios y una esfera p¨²blica comunes.
Ojal¨¢. Ya quisi¨¦ramos. Pero, como dicen los psic¨®logos a los pacientes deprimidos, hay que empezar con lo que se tiene. No vale de nada dar vueltas de forma obsesiva a lo que podr¨ªa haber sido. Ni las lamentaciones. Hay que empezar con lo que hay. Sacarle el mejor provecho posible. Encontrar una v¨ªa hacia algo mejor.
El problema es la contradicci¨®n entre pol¨ªticas que ya son europeas y pol¨ªticas que a¨²n son nacionales
Eso es lo que los dirigentes de la eurozona aseguran que han hecho esta semana. Debemos reconocer sus esfuerzos agotadores, d¨ªa y noche. Han trabajado mucho para limar asperezas. Es f¨¢cil criticar desde fuera. No obstante, hay que decir, una vez m¨¢s, que todav¨ªa no han conseguido su objetivo. No se trata solo de que siguen dando patadas a una lata por la carretera. Es que ahora est¨¢n dando patadas a un c¨®ctel Molotov.
De momento, a¨²n existe una s¨®lida mayor¨ªa en Grecia favorable a permanecer en el euro. Pero me resulta dif¨ªcil creer que los griegos puedan soportar durante meses y a?os el extremo sufrimiento que se les exige, con el ¨²nico argumento de que "salirse del euro ser¨ªa peor". Las historias personales son desgarradoras. El periodista, el maestro, el funcionario, obligado a hacer cola en el comedor de beneficencia. Los estudiantes de una "generaci¨®n perdida" que se han marchado del pa¨ªs o est¨¢n a punto de hacerlo. Un paro del 21% y en aumento. Se calcula que alrededor de 150.000 negocios han cerrado. El salario m¨ªnimo se va a reducir en m¨¢s de una quinta parte. Miles de personas duermen en la calle. Sin techo de noche, manifestantes de d¨ªa. El octogenario m¨²sico Mikis Theodorakis ¡ªadorado por generaciones de turistas alemanes¡ª ha hecho un llamamiento a la "revuelta". Y el Gobierno tiene que llevar a la pr¨¢ctica m¨¢s medidas de austeridad y liberalizaci¨®n a lo largo de la pr¨®xima semana para poder obtener los 130.000 millones de euros del rescate.
Sentado en su mesa habitual del bar, su Stammtisch, el lector del diario sensacionalista alem¨¢n Bild quiz¨¢ murmure: "Ellos se lo han buscado". Pero se equivoca. Es cierto que una gran parte de la culpa corresponde a las irresponsables, mentirosas y corruptas pol¨ªticas y pr¨¢cticas empresariales que ha habido en Grecia. Pero tambi¨¦n lo es que la dimensi¨®n del c¨¢os en el que est¨¢ envuelto el pa¨ªs y las dificultades para salir de ¨¦l se deben asimismo a que se admiti¨® a Grecia en una eurozona mal dise?ada y demasiado grande; que el trato que dieron los mercados de bonos y los bancos (incluidos los alemanes y franceses) a esa eurozona foment¨®, sin ninguna duda, esa irresponsabilidad; y que el objetivo de este rescate es, tanto como ayudar a Grecia, ayudar a esos bancos. De modo que la culpa debe repartirse.
Aunque no se est¨¦ de acuerdo, la responsabilidad de salir de esta situaci¨®n, desde luego, es de todos. Por supuesto, mientras Grecia permanezca en la eurozona; pero incluso aunque salga, porque seguir¨¢ siendo miembro de la UE, y habr¨¢ una responsabilidad moral e hist¨®rica derivada de habernos metido juntos en el l¨ªo.
Me resulta dif¨ªcil creer que los griegos puedan soportar durante meses y a?os el extremo sufrimiento que se les exige
Adem¨¢s est¨¢ esa complicada cosa que llamamos, desde la antigua Grecia, democracia. Muchos l¨ªderes europeos, en privado, est¨¢n de acuerdo con el ministro de Finanzas alem¨¢n, Wolfgang Sch?uble, en que ser¨ªa mejor que Grecia no tuviera elecciones previstas para el mes de abril. ?Democracia? ?Preguntar al pueblo? Qu¨¦ idea tan atroz. Pero al pueblo griego se le va a preguntar. Y, a no ser que se le muestren perspectivas realistas de crecimiento, es posible que los partidos opuestos a las condiciones draconianas del rescate obtengan la mayor¨ªa. Entonces, nadie ser¨¢ capaz (aunque algunos, en secreto, quiz¨¢ lo desear¨ªan) de seguir la famosa e ir¨®nica sugerencia de Bertolt Brecht: disolver al pueblo y elegir otro.
En esas fechas, a la canciller alemana, Angela Merkel, le quedar¨¢ m¨¢s de un a?o hasta sus propias elecciones generales, que, por supuesto, est¨¢ decidida a ganar. La eurozona se ver¨¢ dividida entre el m¨¢ximo sufrimiento que los votantes griegos est¨¦n dispuestos a aceptar y el m¨¢ximo precio que Merkel crea que los votantes alemanes est¨¢n dispuestos a pagar. Ese dilema ¡ªllam¨¦moslo la encrucijada de Merkel¡ª no es m¨¢s que el ejemplo m¨¢s peliagudo del problema de fondo de esta eurozona: la contradicci¨®n entre pol¨ªticas que ya son europeas y pol¨ªticas que a¨²n son nacionales. Se pueden tener econom¨ªas pr¨®ximas y similares pero pol¨ªticas diferentes (lo que habr¨ªa podido ser la nordozona). O se pueden tener econom¨ªas diferentes dentro de una convergencia pol¨ªtica, que incluya elecciones para designar el Gobierno de la eurozona. Esa pol¨ªtica com¨²n permitir¨ªa que las transferencias financieras compensaran las diferencias, como en Estados Unidos, y contribuir¨ªan a lograr la convergencia econ¨®mica a largo plazo. Lo que es insostenible es tener a la vez, en una zona de moneda ¨²nica, econom¨ªas nacionales y divergentes y pol¨ªticas nacionales y divergentes.
En mi opini¨®n, solo hay dos formas de salir de esta situaci¨®n. Una es que Alemania, todos los dem¨¢s Gobiernos europeos (entre ellos, el de Gran Breta?a), el BCE, las instituciones de la UE, el FMI y todos los dem¨¢s actores involucrados trabajen durante las pr¨®ximas semanas, como Mozart en uno de sus frenes¨ªs m¨¢s inspirados, para hacer lo que cualquier economista sensato (incluidos muchos en Alemania) considera necesario: elaborar una estrategia de crecimiento a corto y medio plazo adem¨¢s de la consolidaci¨®n fiscal y las reformas estructurales. Porque, como explica Mohammed el Erian, co-consejero delegado de la enorme compa?¨ªa de inversiones en bonos Pimco, el acuerdo de esta semana "deja sin resolver el problema fundamental de Grecia. El pa¨ªs sigue teniendo una perspectiva de deuda excesiva y crecimiento demasiado escaso".
No solo hay que encontrar una estrategia de crecimiento, sino que es preciso que se vea que se ha encontrado, que lo vean los votantes griegos antes de las pr¨®ximas elecciones. La alternativa es que, tarde o temprano, Grecia abandone la eurozona. Lo primero ser¨ªa lo m¨¢s deseable; es m¨¢s probable que ocurra lo segundo.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
?Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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