Por una pol¨ªtica bisexual
La soluci¨®n para salir de la crisis consiste en armonizar pol¨ªticas de liberalizaci¨®n m¨¢s intensas que las aplicadas por Rajoy con pol¨ªticas de bienestar m¨¢s a la izquierda de las que propone Rubalcaba
Mi receta para que Espa?a salga de la crisis es muy sencilla: debemos adoptar pol¨ªticas de liberalizaci¨®n de nuestra econom¨ªa m¨¢s a la derecha que las medidas del gobierno Rajoy y pol¨ªticas de bienestar social m¨¢s a la izquierda que las propuestas de Rubalcaba. Puedes pensar que soy pol¨ªticamente incoherente (o pol¨ªticamente bisexual), pues la liberalizaci¨®n econ¨®mica va de la mano del desmantelamiento del estado de bienestar y la regularizaci¨®n de los mercados va de la mano de un gobierno m¨¢s protector. As¨ª nos lo han dicho siempre. Palabra de todos los pol¨ªticos.
Y as¨ª es c¨®mo, de hecho, se est¨¢ desarrollando el debate pol¨ªtico durante esta crisis econ¨®mica. Por el flanco derecho, las propuestas Merkozy: austeridad en el gasto (menos estado de bienestar) y reformas estructurales (m¨¢s liberalizaci¨®n de los factores de producci¨®n). Por el flanco izquierdo, oposici¨®n a la austeridad (intentando mantener el estado de bienestar) y a las reformas liberalizadoras (sobre todo, la reforma laboral).
Pues bien, creo que esta dicotom¨ªa es falsa. No es que piense que la pol¨ªtica no importa y que no podemos utilizar categor¨ªas que nos permitan agregar pol¨ªticas p¨²blicas que tienden a ir juntas. O que los problemas ciudadanos tienen soluciones simplemente tecnocr¨¢ticas. Todo lo contrario. Precisamente porque las pol¨ªticas importan mucho, debemos ser m¨¢s cautelosos a la hora de clasificarlas. Y la disyuntiva izquierda-derecha, aunque sigue sirviendo para la lucha entre pol¨ªticos, ha envejecido para afrontar los retos de una econom¨ªa globalizada.
Una visi¨®n m¨¢s moderna deber¨ªa distinguir dos dimensiones de pol¨ªtica econ¨®mica. Las llamo dimensiones, porque agrupan a pol¨ªticas que s¨ª suelen ir de la mano. La primera es la dimensi¨®n regularizaci¨®n-liberalizaci¨®n de la econom¨ªa. Es decir, ?deber¨ªa el estado regular m¨¢s los mercados laborales, de bienes, servicios y de capitales; o deber¨ªa dar libertad a los individuos para que ellos fijaran libremente los precios de dichos productos? Un vistazo a los pa¨ªses de nuestro entorno OCDE nos muestra (los datos exactos pueden consultarse en un excepcional art¨ªculo de Jonathan Hopkin y Mark Blyth en Review of International Political Economy, 2011) que los pa¨ªses tendemos a adoptar pol¨ªticas coherentes en esa dimensi¨®n. En aquellos lugares donde los mercados laborales est¨¢n m¨¢s r¨ªgidamente regulados (como Espa?a, Italia, Grecia, M¨¦xico, Turqu¨ªa) es tambi¨¦n donde los empresarios sufren m¨¢s trabas burocr¨¢ticas para abrir un negocio, y donde los precios de muchos bienes y servicios no dependen tanto de la libre competencia como de los intereses corporativos de unos determinados gremios profesionales. En otras palabras, se trata de econom¨ªas con muchos componentes estatistas. Ello no quiere decir que nuestros estados protejan m¨¢s el inter¨¦s general de los excesos de un mercado desregulado, sino m¨¢s bien que nuestros estados protegen m¨¢s a los grupos de inter¨¦s que tienen las conexiones pol¨ªticas adecuadas ¨C o sea, a nuestros ¡°insiders¡± a expensas de nuestros ¡°outsiders¡±.
Los estados protegen m¨¢s a los grupos de inter¨¦s con las conexiones pol¨ªticas adecuadas
Por un lado, los trabajadores ¡°insiders¡± ¨C los trabajadores del sector privado con contratos indefinidos y los funcionarios p¨²blicos ¨C disfrutan de unas condiciones de trabajo mucho mejores que las de los ¡°outsiders¡±. No es la mano invisible del mercado la que determina los salarios, sino la mano visible de los representantes sociales con mayor capacidad de presi¨®n pol¨ªtica. As¨ª, como apuntaba Germ¨¤ Bel en La Vanguardia, (14-02-2012), los conductores de Transports Metropolitans de Barcelona tienen unos salarios muy superiores que los de aquellos que ejercen la misma profesi¨®n en el sector privado. A todas luces, una injusticia social.
Por otro lado, tambi¨¦n hay muchos ¡°insiders¡± en el empresariado espa?ol, un hecho sobre el que se habla menos, supongo que porque los economistas reformistas encuentran m¨¢s sencillo atacar a los sindicatos que a nuestros ¡°campeones nacionales¡±. En ese sentido, la serie de art¨ªculos de C¨¦sar Molinas para El Pa¨ªs ha supuesto una excepci¨®n refrescante. Como anota Molinas, el espa?ol ha sido, hist¨®ricamente un ¡°capitalismo castizo¡±, basado no en el ingenio emprendedor (tenemos muy pocos emprendedores innovadores en Espa?a), sino en la proximidad al poder (nuestras grandes empresas no son el resultado de unos chavales so?ando en un garaje con cambiar el mundo, sino de regulaciones favorables en el BOE gracias a tener los contactos pol¨ªticos adecuados). Esto debe preocuparnos, porque las ayudas pol¨ªticas a nuestros capitalistas ¡±insiders¡± son a costa de nuestros empresarios ¡°outsiders¡± ¨C esos que quieren crecer satisfaciendo exclusivamente las necesidades de los consumidores. Y es que nuestros emprendedores ¡°outsiders¡± sufren todo tipo de trabas burocr¨¢ticas. Como subrayaba The Economist, el hecho de que Espa?a ocupe el lugar 133 del mundo (por detr¨¢s de Kenia) en el ranking de cu¨¢n f¨¢cil es abrir un negocio puede tener algo que ver con nuestras dificultades ¨C y la de otros pa¨ªses de la Europa del sur ¨C para salir de la crisis.
La consecuencia de nuestro estatismo en esta primera dimensi¨®n ¨C es decir, de que nuestros trabajadores y empresarios en posiciones de poder evitan que el mercado funcione de forma libre gracias a la connivencia de nuestros pol¨ªticos ¨C es que la econom¨ªa espa?ola es menos eficiente de lo que podr¨ªa ser. Hopkin y Blyth ofrecen datos (y referencias a numerosos estudios) en los que podemos ver c¨®mo los pa¨ªses del sur de Europa hemos perdido capacidad competitiva frente a la Europa del norte y al mundo anglosaj¨®n porque estos ¨²ltimos han adoptado pol¨ªticas m¨¢s liberales en esta primera dimensi¨®n. Es decir, tienen m¨¢s mercado y menos estado.
Sin embargo, existe una segunda dimensi¨®n de pol¨ªticas igualmente importante: la que pivota sobre el papel del Estado en la provisi¨®n de bienestar social. O sea, ?deber¨ªamos dejar la sanidad, educaci¨®n, pensiones, asistencia social y otras pol¨ªticas de bienestar en manos del estado (lo que implica altos impuestos y alto gasto social) o, por el contrario, en manos de un mercado en el que los individuos pagaran en funci¨®n de su poder adquisitivo? Me gustar¨ªa subrayar que esta dimensi¨®n sobre el tama?o del estado de bienestar es independiente de la primera dimensi¨®n. As¨ª, si bien es cierto que hay pa¨ªses ¨C como los anglosajones ¨C donde tanto la regulaci¨®n del estado como el gasto social son escasos, tambi¨¦n es cierto que hay muchos otros ¨C como los pa¨ªses n¨®rdicos y, en menor medida, Alemania, Benelux y Francia ¨C donde una escasa regulaci¨®n de los mercados econ¨®micos (primer dimensi¨®n) viene acompa?ada de una alta participaci¨®n del estado en la provisi¨®n de bienestar (segunda dimensi¨®n).
Nuestras grandes empresas proceden de regulaciones favorables en el Bolet¨ªn Oficial
Los resultados de esa combinaci¨®n entre muy poco estado a la hora de regular la econom¨ªa (es decir, a la hora de elaborar el pastel), pero mucho estado del bienestar (es decir, a la hora de repartir el pastel) es doblemente positivo. Los pa¨ªses que m¨¢s de cerca han seguido esta pol¨ªtica ¡±incoherente¡± (o bisexual) son los que, durante las ¨²ltimas d¨¦cadas han sido m¨¢s eficientes econ¨®micamente ¨C su productividad ha crecido m¨¢s ¨C y presentan, a la vez, sociedades m¨¢s igualitarias. En el fondo, tiene sentido: si no hay grupos disfrutando de privilegios especiales, es natural pensar que tanto trabajadores como empresarios asignar¨¢n sus energ¨ªas y sus recursos de la forma m¨¢s eficiente posible. Y si existe un estado de bienestar poderoso, los ciudadanos gozan de unas igualdades de oportunidades mayores que en aquellos pa¨ªses donde el acceso a la sanidad y a la educaci¨®n depende del dinero de cada uno.
Alcanzar esa combinaci¨®n heterodoxa de pol¨ªticas en Espa?a no requiere necesariamente programas pol¨ªticos centristas o moderados. Implica adoptar pol¨ªticas valientes que est¨¢n, en la dimensi¨®n de regulaci¨®n, a la derecha de unas reformas del gobierno Rajoy que siguen protegiendo a ¡°insiders¡±. Por ejemplo, la reforma laboral es una regulaci¨®n laber¨ªntica que libera relativamente poco. Y, a la vez, a la izquierda de las propuestas de Rubalcaba en relaci¨®n al estado de bienestar. En lugar de evitar recortes, la prioridad socialdem¨®crata deber¨ªa ser extender el estado de bienestar a ¨¢reas que, en sociedades similares a la nuestra, generan cohesi¨®n social y sentido de justicia, como una financiaci¨®n suficiente de la ley dependencia o una educaci¨®n gratuita de 0 a 6 a?os. Si, al mismo tiempo, se apostara por un menor estatismo a la hora de regular los mercados, la sociedad espa?ola podr¨ªa generar los recursos para financiar esta expansi¨®n del bienestar. Palabra de bisexual pol¨ªtico.
V¨ªctor Lapuente Gin¨¦ es profesor en el Instituto para la Calidad de Gobierno de la Universidad de Gotemburgo.
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