Nubarrones sobre la primavera francesa
Hollande es visto, dentro y fuera de Francia, como una oportunidad de mover a una Europa estancada y gastada, pero necesita ganar no s¨®lo las presidenciales, sino tambi¨¦n las posteriores legislativas
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Uno. Francia es un pa¨ªs muy politizado. La ciudadan¨ªa es muy consciente de su condici¨®n de agente pol¨ªtico. Los partidos cubren un espectro muy amplio, basta con recorrer el dial de derecha e izquierda: Marine Le Pen, Nicolas Sarkozy, Fran?ois Bayrou, Fran?ois Hollande y Jean Luc M¨¦lenchon, ofrecen un buen ramillete de opciones al electorado. Si a ello a?adimos los candidatos que obtuvieron porcentajes marginales ¡ªecologistas, troskistas, anticapitalistas¡ª, la oferta es extensa y variada. Naturalmente, la politizaci¨®n significa confrontaci¨®n ideol¨®gica. De modo que la pol¨ªtica francesa desborda las aguas estancadas del centrismo. Hay agitaci¨®n y hay conflictividad. Esta politizaci¨®n molesta en estos tiempos en que el discurso del ¡°No hay alternativa¡± quiere imponer su hegemon¨ªa y la tecnocracia pretende sustituir a la pol¨ªtica, para desdibujar por completo a la democracia. Pero Francia se resiste. Se carg¨® la Constituci¨®n Europea porque lleg¨® por cauces escasamente democr¨¢ticos. Los dirigentes comunitarios s¨®lo se acordaron de la ciudadan¨ªa para pedirle el s¨ª. Francia dijo no. Se dice que, para bien o para mal, Francia marca a menudo los cambios en Europa. La politizaci¨®n de la ciudadan¨ªa tiene mucho que ver con ella. Ni siquiera el profundo malestar por la crisis ha apartado a los ciudadanos de la cita presidencial. Como siempre, han ido a votar masivamente. Es una elecci¨®n muy especial. Permite la expresi¨®n de la diversidad ideol¨®gica ¡ªel voto de convicci¨®n¡ª en la primera vuelta y crea una relaci¨®n muy directa entre el votante y los candidatos, que da una gran legitimada a la Presidencia de la Rep¨²blica.
Sin duda, la crisis econ¨®mica ha pesado decisivamente sobre el voto. Pero los ciudadanos no han optado por la indiferencia, sino por la participaci¨®n. Con un voto que parece expresar que la crisis, para ellos, no es s¨®lo una cuesti¨®n econ¨®mica, sino tambi¨¦n pol¨ªtica, moral y cultural. En un contexto de incertidumbre, se nota, cierta b¨²squeda de amparo ideol¨®gico, que explica la buena acogida que han tenido discursos de acento antiguo y trazo grueso como el de Le Pen, por supuesto, pero tambi¨¦n el de M¨¦lenchon.
Dos. Como tem¨ªa Nicolas Sarkozy, la primera vuelta ha sido un refer¨¦ndum contra el presidente saliente. Con dos beneficiarios principales: Fran?ois Hollande que, en la recta final de la campa?a, ha quitado votos al centrista Fran?ois Bayrou y al izquierdista Jean Luc M¨¦lenchon, como anticipaci¨®n del voto ¨²til; y Marine Le Pen, que ha salido victoriosa de los intentos del presidente saliente de hacerse con una parte de su electorado. Una vez m¨¢s se ha demostrado que, cuando la derecha hace suyos los temas de la extrema derecha, es ¨¦sta la que sale ganando.
Se espera del socialista que deje de llevar las maletas de Merkel y a¨²ne una reacci¨®n en la Uni¨®n Europea
Este voto de rechazo al presidente saliente refuerza el car¨¢cter de favorito de Hollande para la segunda vuelta. Es razonable pensar que los trasvases de voto para el 6 de mayo se har¨¢n en proporciones m¨¢s favorables al candidato de la izquierda que hace cinco a?os. Que ser¨¢ mayor que entonces el n¨²mero de votantes de Le Pen o de Bayrou que, para forzar la salida de Sarkzoy, opten por el candidato socialista. Pero al mismo tiempo, se?ala una confianza limitada y un escepticismo sano respecto de la izquierda. La suma del voto de todos los partidos que se reclamaban de izquierdas se acerca al 47 por ciento. Est¨¢ en la franja alta, pero dentro de los par¨¢metros en que se ha movido siempre la izquierda francesa. No hay un giro masivo. Si la gente finalmente acude a Hollande ser¨¢ como recambio, no como soluci¨®n. Con la esperanza, eso s¨ª, de que vuelva a Francia la dignidad perdida en los a?os Sarkozy. Sobre todo en el tema pol¨ªticamente m¨¢s sensible: la relaci¨®n con Alemania. Si algo se espera de Hollande es que deje de llevar las maletas de la canciller, como ha estado haciendo Sarkozy, y federe una reacci¨®n europea contra las pol¨ªticas de Berl¨ªn. Llega en un momento oportuno: la econom¨ªa alemana empieza a recibir tambi¨¦n malas noticias.
Tres. Marine Le Pen ha llevado a la extrema derecha francesa a sus m¨¢s altas cotas electorales. Es la mala noticia de la noche de la primera vuelta francesa. Se confirma as¨ª que no son ociosas las comparaciones entre lo que est¨¢ ocurriendo ahora en Europa y lo que pas¨® en los a?os treinta. Los errores de Merkel y Sarkozy recuerdan demasiado a los errores de Bruning, en la Rep¨²blica de Weimar. Entonces, la extrema derecha alcanz¨® el poder y arras¨® Europa. Ahora, las circunstancias hist¨®ricas son distintas, pero, de momento, la extrema derecha est¨¢ ya en situaci¨®n de condicionar seriamente a la derecha francesa. Su crecimiento convierte a las elecciones legislativas de junio en una aut¨¦ntica tercera vuelta de las presidenciales.
Marine Le Pen ha sabido aprovechar m¨¢s que nadie el malestar por la crisis. Y ha contado con la valiosa colaboraci¨®n de Sarkozy que hizo de altavoz de los temas m¨¢s caracter¨ªstico del Frente Nacional: la inmigraci¨®n y la seguridad. La previsi¨®n de Marine Le Pen es que una derrota de Sarkozy cree una profunda crisis en la UMP, el partido del presidente. El err¨¢tico liderazgo del hiperactivo Sarkozy ha creado muchas fisuras en el partido. Sin el im¨¢n del poder, no ser¨¢ f¨¢cil mantener la cohesi¨®n de una organizaci¨®n a medida del presidente, en la que no se ve un liderazgo de reemplazo inmediato. La proximidad de las legislativas hace so?ar a Le Pen con la oportunidad de entrar en el parlamento con fuerza y condicionar de manera decisiva a la derecha. Lo cual podr¨ªa favorecer un giro proteccionista de las pol¨ªticas francesas.
Cuatro. Se dice que el proteccionismo es la forma que toma la guerra entre naciones cuando no se libra con armas sino con dinero. La crisis econ¨®mica ha puesto en evidencia la necesidad de una mayor cohesi¨®n pol¨ªtica de Europa. Pero lejos de favorecerla, como se podr¨ªa esperar de una gesti¨®n responsable por parte de los principales gobiernos, ha provocado una din¨¢mica de s¨¢lvese quien pueda, liderada por Alemania que ha utilizado su fuerza no para reforzar a la Uni¨®n democr¨¢ticamente sino para imponer su dictado, que es algo muy distinto. En este momento, las estados europeos se mueven entre la obediencia deb¨ªa y la tentaci¨®n de fuga. En Francia, la naci¨®n por excelencia, los malos momentos siempre han producido efectos de repliegue patri¨®tico. El propio Sarkozy, que ha entregado Francia a Alemania como ning¨²n otro presidente desde Petain, en la campa?a electoral ha vuelto a explotar los acentos nacionales. Y Marine Le Pen, por supuesto, ha vivido envuelta en la bandera. La tentaci¨®n proteccionista planea sobre Francia. Sin embargo, la izquierda no la puede hacer suya. Si Fran?ois Hollande quiere plantar cara a Alemania para acabar con ¡°la pastilla milagrosa¡± con la que Angela Merkel est¨¢ dejando a Europa en los huesos, s¨®lo tiene un camino: buscar alianzas en los dem¨¢s pa¨ªses europeos. Pero cuando las crisis se endurecen, el proteccionismo y el populismo siempre acechan. El ¨¦xito de Marine Le Pen es un aviso para toda Europa.
Le Pen sue?a con entrar en el Parlamento con fuerza en los comicios de junio
Cinco. ?Una victoria de Hollande remover¨ªa de verdad las cosas en Europa? Hollande ha jugado la carta del hombre tranquilo, del franc¨¦s normal en contraste con el histri¨®nico Sarkozy. Es una persona bregada en los ¨¢speros territorios de la pol¨ªtica partidista, d¨®nde reza el principio de complicidad sin amistad, pero sin experiencia de gobierno. Sin embargo, es visto, dentro y fuera de Francia, como una oportunidad de mover a una Europa estancada y gastada. Deber¨¢ estar a la altura de esta exigencia, sino quiere generar frustraciones en cadena. El PS franc¨¦s y el SPD alem¨¢n son muy distintos por ideolog¨ªa, tradici¨®n y cultura. ?Ser¨¢ capaz Hollande de generar una din¨¢mica que tenga efectos sobre las elecciones alemanas? Primero, tiene que ganar a Sarkozy el 6 de mayo. Despu¨¦s, unas legislativas que le den una mayor¨ªa confortable, porque una cohabitaci¨®n con la derecha, con la sombra de Marine Le Pen, podr¨ªa ser letal. Hay nubarrones sobre la primavera francesa.
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