No es un 1¡ã de mayo cualquiera
Las pol¨ªticas elegidas para combatir la crisis ignoran los valores de justicia y solidaridad que han guiado a la Uni¨®n Europea
La crisis econ¨®mica est¨¢ golpeando sobre todo a los trabajadores y sus familias. Tambi¨¦n ha puesto en evidencia c¨®mo las pol¨ªticas macroecon¨®micas de las pasadas d¨¦cadas han socavado el valor del trabajo decente.
El actual modelo de crecimiento econ¨®mico considera al trabajo como un costo de producci¨®n que debe mantenerse bajo para elevar la competitividad y las ganancias. Por otro lado, los trabajadores son vistos como consumidores a los cuales ofrecer pr¨¦stamos m¨¢s que oportunidades de participar en la riqueza que ellos ayudan a crear.
Nos hemos olvidado de que el trabajo es fuente de dignidad personal, estabilidad familiar, paz en la comunidad y, sin ninguna duda, credibilidad en la democracia, lo cual es fundamental para la gobernabilidad. En muchas partes del mundo se ha perdido la noci¨®n b¨¢sica de que el trabajo no es una mercanc¨ªa.
Por eso, ¨¦ste no es un 1¡ã de mayo cualquiera. Hay quienes creen que es posible salir de esta crisis con las mismas recetas del pasado. Se equivocan, no es una crisis m¨¢s.
Hemos olvidado que el trabajo es fuente de dignidad personal y estabilidad familiar
Esta situaci¨®n es m¨¢s evidente en econom¨ªas avanzadas y, en especial, en la eurozona, donde las pol¨ªticas para enfrentar los altos niveles de deuda p¨²blica est¨¢n creando un gran costo social que tarde o temprano habr¨¢ que pagar.
Cuando las tasas de desempleo juvenil rondan el 50% en pa¨ªses como Espa?a y Grecia, queda claro que estamos al l¨ªmite de esta recesi¨®n generada por la austeridad. Se trata de pol¨ªticas que ignoran los valores de justicia y solidaridad que han guiado a la Uni¨®n Europea y que est¨¢n en el coraz¨®n de sus principales tratados. Y que ignoran que para pagar deudas se precisa crecimiento y empleo. Son pol¨ªticas que se alejan de los convenios de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) y se olvidan del papel fundamental que el di¨¢logo social puede jugar en tiempos de crisis.
Precisamos pol¨ªticas de consolidaci¨®n fiscal que sean socialmente responsables. En democracia, es m¨¢s importante contar con la confianza a largo plazo de las personas ¡ªespecialmente de los m¨¢s vulnerables¡ª que ganarse el apoyo a corto plazo de los mercados.
Globalmente, la mayor¨ªa de las grandes empresas y el sistema financiero en general se han recuperado de la crisis, si bien algunos expertos creen que a¨²n quedan bancos "fr¨¢giles". Los gobiernos gastaron miles de millones para esa recuperaci¨®n. Los trabajadores, en cambio, no han recibido el mismo trato. Se entiende entonces que en este 1¡ã de mayo mucha gente sienta que algunos bancos son demasiado grandes para quebrar, mientras que ellos son demasiado peque?os para ser tomados en cuenta.
?Qu¨¦ podemos hacer? Debemos cambiar el modelo de crecimiento de la econom¨ªa global. Sin duda se trata de un modelo que ha creado mucha riqueza. Pero esta riqueza se ha concentrado en pocas manos y no ha logrado el tipo de crecimiento inclusivo que se supon¨ªa iba a generar.
Necesitamos un tipo de crecimiento que beneficie el medio ambiente, promueva el bienestar de las personas y reduzca las desigualdades. Su medida de ¨¦xito debe ser el n¨²mero de empleos de calidad que crea y no el porcentaje de crecimiento del PIB.
Los gobiernos gastaron en ayudar a los bancos;? los trabajadores no recibieron el mismo trato
El sistema financiero debe estar al servicio de la econom¨ªa real en vez de especular con el dinero de las personas. Los bancos deben volver a su papel original, que era el de ofrecer pr¨¦stamos para que las empresas sostenibles inviertan y creen empleos. Las pol¨ªticas laborales, sociales y ambientales deben ser tan importantes como las pol¨ªticas macroecon¨®micas. ?ste no es el caso hoy en d¨ªa.
El llamado Consenso de Washington dictaminaba: un pa¨ªs tendr¨ªa pobres resultados si basaba su mercado de trabajo en pol¨ªticas inclusivas como la creaci¨®n de empleos de calidad, la protecci¨®n social y el respeto a los derechos laborales. La verdad es contraria: pa¨ªses con pol¨ªticas sociales de largo plazo han experimentado un crecimiento m¨¢s estable. Algunos incluso se han vuelto m¨¢s competitivos y se est¨¢n recuperando m¨¢s r¨¢pido que otros embarcados en la austeridad fiscal.
Debemos avanzar hacia una globalizaci¨®n que responda a las expectativas de la gente. Ello significa, en primer lugar, la posibilidad de acceder a un trabajo con remuneraci¨®n justa y derechos laborales. En resumen, un trabajo en condiciones dignas. Esto fue lo que en su momento permiti¨® el surgimiento de las clases medias en todos lados.
Ahora la clase media est¨¢ amenazada, porque cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil conseguir un trabajo decente.
Este preocupante escenario concierne a todos los pa¨ªses. Ninguna naci¨®n o regi¨®n puede bastarse por s¨ª sola. Si queremos avanzar hacia una nueva era de justicia social, precisamos cooperaci¨®n, di¨¢logo y, sobre todo, liderazgo. Un liderazgo alimentado por valores humanos. Y entre esos valores, es clave la dignidad del trabajo.
Juan Somavia es director general de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT).
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