Un thriller pol¨ªtico chino que puede desembocar en reformas
La fascinaci¨®n generalizada por el esc¨¢ndalo de Bo Xilai se mezcla con cautas esperanzas de cambio pol¨ªtico
?Qu¨¦ est¨¢ sucediendo en China? Esta es probablemente la pregunta pol¨ªtica m¨¢s interesante que se puede hacer hoy en el mundo, y la m¨¢s dif¨ªcil de responder. El caso de Bo Xilai, por lo que han reconocido oficialmente o por datos a los que otros testimonios dotan de bastante verosimilitud, es digno de un thriller pol¨ªtico de los que el p¨²blico devora. Sin embargo, sus causas profundas est¨¢n relacionadas con el extra?o sistema sin precedentes de capitalismo leninista surgido en China durante los ¨²ltimos 30 a?os. Los cambios posibles que puede generar en ese sistema ¡ªo quiz¨¢, alg¨²n d¨ªa, del sistema entero¡ª influir¨¢n m¨¢s en el mundo del siglo XXI que todo lo que pasa hoy en Washington, Mosc¨², Nueva Delhi o Bruselas. Tras los muros del complejo en el que se encierra la direcci¨®n del Partido Comunista, junto a la antigua ciudad prohibida, el espectro de Hegel se ha mezclado, por alguna raz¨®n, con Robert Ludlum.
Ni yo ni todas las personas con las que hablo sabemos lo que de verdad ocurre detr¨¢s de esos muros. Fuera, est¨¢ bastante claro. Cada conversaci¨®n que mantengo en Pek¨ªn acaba tocando, tarde o temprano, el tema de Bo, Bo esto, Bo aquello. ?C¨®mo consigui¨® su hijo Bo Guagua entrar en la Universidad de Oxford? ?Era buen estudiante o un playboy? ?El hombre de negocios brit¨¢nico Neil Heywood, que muri¨® en circunstancias misteriosas, era un esp¨ªa? ?La se?ora Bo, alias Gu Kailai, ten¨ªa una aventura amorosa con ¨¦l? ?Qu¨¦ quiere decir todo esto?
Luego, la gente empieza a contar cosas, en voz baja pero excitada. Por ejemplo, m¨²ltiples fuentes cre¨ªbles han confirmado que se produjo una situaci¨®n de tensi¨®n con presencia de armas delante del consulado de Estados Unidos en Chengdu, en el que hab¨ªa pedido asilo el antiguo jefe de polic¨ªa de Chongqing, Wang Lijun, que al parecer tem¨ªa por su vida y estaba dispuesto a denunciar a su antiguo jefe. Las fuerzas paramilitares enviadas por Bo desde Chongqing para capturarlo y llev¨¢rselo a un desagradable destino mantuvieron un pulso con las fuerzas centrales de seguridad enviadas, con ayuda estadounidense, desde Pek¨ªn. La realidad supera a la ficci¨®n.
Bo era un pol¨¦mico candidato a ser uno de los nueve miembros del comit¨¦ permanente
No obstante, si un internauta chino normal y corriente busca, no ya el nombre concreto de Bo Xilai, sino simplemente el apellido Bo, en el popular¨ªsimo sitio de microblogs Sina Weibo, se encuentra con el siguiente mensaje: ¡°De acuerdo con las leyes, normas y pol¨ªticas correspondientes, no se muestran aqu¨ª los resultados de la b¨²squeda de Bo¡±. Los medios de comunicaci¨®n oficiales est¨¢n llenos de exhortaciones a la estabilidad nacional, social e ideol¨®gica, bajo el sabio liderazgo unificador del partido. Los Bo no eran m¨¢s que unas manzanas podridas en un huerto de lo m¨¢s sano. Ahora van a afrontar todo el rigor y la famosa imparcialidad del imperio de la ley chino.
Un art¨ªculo tranquilizador de la agencia de noticias oficial Xinhua, publicado de forma destacada en el peri¨®dico en lengua inglesa China Daily, informa de que ¡°la polic¨ªa municipal de Chongqing ha prometido ofrecer mejor protecci¨®n a los extranjeros¡± tras la muerte de Heywood, un probable homicidio, a?ade, del que son sospechosos la se?ora Bo y un tal Zhang Xiaojun, ¡°empleado en casa de Bo¡±. Pero no se preocupen, porque, en 2010, solo denunciaron haber sido v¨ªctimas de delitos 1,5 de cada 10.000 visitantes. Y las fuerzas del orden actuaron con toda rapidez. ¡°En octubre, por ejemplo, la polic¨ªa recobr¨® una c¨¢mara Nikon robada a un estudiante de Zimbabue en un d¨ªa, seg¨²n la oficina municipal de seguridad p¨²blica¡±. De modo que no tema, hombre de negocios brit¨¢nico. No solo no le asesinar¨¢n por orden de la esposa de un miembro del Politbur¨®; adem¨¢s, la polic¨ªa recuperar¨¢ su c¨¢mara.
Adem¨¢s de esta conversaci¨®n tan morbosa, emocionante y ¡ªno nos olvidemos de la pobre familia Heywood¡ª tr¨¢gica, tambi¨¦n se desarrolla otra que tiene mucho m¨¢s alcance y consecuencias m¨¢s serias. Pero las dos est¨¢n relacionadas. Es posible que un crimen tan horrible, si es que fue un crimen, hubiera sido causa suficiente para provocar en cualquier caso la ca¨ªda de Bo, que era una estrella pol¨ªtica en ascenso. Ahora bien, lo que est¨¢ claro es que esto ha sucedido en el contexto de una rivalidad ideol¨®gica y entre facciones dentro de las estructuras de poder del Partido, el Estado y el Ej¨¦rcito chinos, en v¨ªsperas del traspaso de poder que se producir¨¢ este a?o, y que Bo era un pol¨¦mico candidato a ser uno de los nueve miembros del comit¨¦ permanente. Y lo que est¨¢ todav¨ªa m¨¢s claro es que las escabrosas, espectaculares y difundidas circunstancias de su ca¨ªda influir¨¢n en el resultado de la transici¨®n, tanto en cuesti¨®n de personalidades como de pol¨ªticas.
Hasta ahora, la propaganda oficial ha tenido cuidado de distinguir entre el hombre y su llamado modelo de Chongqing, con sus esl¨®ganes criptomao¨ªstas de ¡°cantar en rojo¡± y ¡°golpear lo negro¡± y su promesa populista de proporcionar asistencia social, vivienda y trabajo a las masas. Es comprensible esa distinci¨®n, dado que muchos dirigentes del partido, entre ellos el futuro presidente, Xi Jinping, estuvieron no hace mucho en Chongqing para elogiar el modelo, y que es probable que algunos de sus elementos de bienestar social y vivienda p¨²blica sigan formando parte de la pol¨ªtica del pa¨ªs.
Sin embargo, una predicci¨®n optimista es que este suceso inesperado acabe por reforzar a quienes creen ¡ªcomo el actual primer ministro, Wen Jiabao, y su futuro sucesor, Li Keqiang¡ª que lo que necesita China no son canciones rojas sino m¨¢s reformas econ¨®micas, legales y pol¨ªticas. Necesita esas reformas por numerosas razones: la desaceleraci¨®n del crecimiento econ¨®mico (un 9% que se encamina hacia el 8% y tal vez hacia el 7%), las desigualdades sociales, las disparidades entre las zonas urbanas y las rurales, el envejecimiento de la poblaci¨®n, la extensa corrupci¨®n en las altas instancias (no hay m¨¢s que ver el lujoso modo de vida de la propia familia Bo, unos mao¨ªstas de limusina), la necesidad de innovaci¨®n y las aspiraciones cada vez mayores de los j¨®venes bien preparados que se relacionan a trav¨¦s de Weibo.
Las consecuencias del caso Bo aumentar¨¢n las presiones para que la direcci¨®n del Partido act¨²e con decisi¨®n
Lo que me llama la atenci¨®n en esta visita es que estos sentimientos los oigo no solo donde siempre, entre los liberales de las universidades, los economistas partidarios del libre mercado, los intelectuales, escritores y estudiantes, sino tambi¨¦n en sitios m¨¢s insospechados, como la escuela central del Partido Comunista e incluso la televisi¨®n oficial del partido y el Estado, CCTV.
Desde luego, no creo que todo esto llegue a materializarse. Las fuerzas de la precauci¨®n, el consenso y los intereses creados son inmensas, tanto por la estrecha relaci¨®n de los principales clanes y familias con el poder pol¨ªtico y econ¨®mico, bien visible en el ejemplo de los Bo, como porque los antiguos dirigentes como Jiang Zemin (y pronto Hu Jintao) mantienen una enorme influencia ¡°tras la cortina de bamb¨²¡±, seg¨²n la maravillosa expresi¨®n china. Pero las consecuencias del caso sin duda aumentar¨¢n las presiones para que la direcci¨®n del Partido act¨²e con decisi¨®n, con el fin de reparar su reputaci¨®n manchada y, m¨¢s a largo plazo, tomar m¨¢s medidas que a la mayor¨ªa de los chinos les puedan parecer progreso.
Si fuera as¨ª (y es una hip¨®tesis arriesgada); si el resultado de la muerte si la consecuencia de la muerte tr¨¢gica y misteriosa de un desconocido hombre de negocios brit¨¢nico fuera, al final, una China mejor y m¨¢s estable, y, por tanto, un mundo m¨¢s seguro, entonces, este ser¨ªa un ejemplo asombroso de la ley de las consecuencias imprevistas.
www.timothygartonash.com
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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