Los nacionalismos contra la Uni¨®n
Para que haya gobernanza econ¨®mica y fiscal hay que ceder soberan¨ªa
El nacionalismo ha sido el virus que ha destruido a Europa durante la primera mitad del siglo XX. La construcci¨®n de un espacio p¨²blico compartido, profundizando las competencias comunes y ampliando a un mayor n¨²mero de pa¨ªses, ha servido a Europa para superar esa patolog¨ªa que la llev¨® al enfrentamiento durante un siglo. Del impulso por superarla naci¨® el ethos de la paz, la libertad y la cooperaci¨®n solidaria entre adversarios hist¨®ricos, para desarrollar lo que hoy llamamos Uni¨®n Europea. Lula la considera un ¡°patrimonio democr¨¢tico de la Humanidad que no tenemos derecho a destruir¡±.
Pues bien, de nuevo galopa esa bestia del nacionalismo insolidario, a lomos de esta crisis global a la que se est¨¢ respondiendo con un diagn¨®stico y una terapia equivocados, que cada d¨ªa nos acercan m¨¢s a la zona de riesgo para la estabilidad y la supervivencia de la Uni¨®n. No se trata de se?alar a nadie, aunque algunos tengan m¨¢s responsabilidad que otros, porque el virus se est¨¢ extendiendo por todas partes: los m¨¢s golpeados por los ataques especulativos y los que se sienten m¨¢s a salvo. Los primeros se?alan al de al lado para cubrirse y los segundos se resisten a que se tomen decisiones firmes, coherentes para todos.
Si queremos salir de este agujero hay que actuar ya con los instrumentos disponibles. Necesitamos un gobierno econ¨®mico y fiscal de la zona euro porque sin ello no es posible que funcione la Uni¨®n Monetaria. Pero para que haya gobernanza econ¨®mica y fiscal hay que ceder soberan¨ªa y esto choca frontalmente con la galopada nacionalista. La resistencia es mayor porque se piensa que esa soberan¨ªa que se tiene que ceder no es para compartirla, sino para entregarla a otros que se mueven por sus propios intereses particulares y no por el inter¨¦s com¨²n. La operaci¨®n exige compromisos de todos y entre todos y la gesti¨®n debe ser com¨²n, sin imposiciones de directorios nacionales, que irritan y retroalimentan nacionalismos de respuesta.
Cada vez m¨¢s gente seria y responsable est¨¢ diciendo que la Uni¨®n hace poco y siempre llega tarde. Poco y tarde. El riesgo de perder una d¨¦cada parece el menor ante la amenaza creciente de que estalle la Uni¨®n Monetaria o la propia Uni¨®n Europea. Estos escenarios son posibles, incluso probables, y las respuestas para evitarlos son pol¨ªticas.
La crisis de la deuda soberana est¨¢ trat¨¢ndose como un problema de solvencia, que no existe, pero que puede llegar a provocarse si sigue faltando la liquidez y contray¨¦ndose la econom¨ªa. La falta de crecimiento y empleo aumenta los tipos de inter¨¦s, compromete al sistema financiero y agrava exponencialmente el problema de la deuda.
Cada vez se oyen m¨¢s las voces de los extremos, discursos xen¨®fobos y antieurope¨ªstas
El problema de deuda soberana en la Zona Euro es menor que el de Estados Unidos, el de Jap¨®n o el de Reino Unidp y ni en los casos m¨¢s agudos estamos ante un problema de solvencia de pa¨ªs. Nos ahoga un coste de financiaci¨®n de esa deuda injustificable, que aprovecha la inoperancia de los instrumentos disponibles.
Adem¨¢s, sufrimos divergencias econ¨®micas y fiscales que se reflejan en las diferentes balanzas comerciales y de pagos, y en la productividad y competitividad dentro de las distintas zonas de la Uni¨®n, que hay que corregir con reformas estructurales para responder a los desaf¨ªos de la econom¨ªa global y avanzar hacia la convergencia en la Zona Euro y en la U.E.
Para enfrentar estos desaf¨ªos las Instituciones tienen que funcionar, proveyendo bienes p¨²blicos para el conjunto de la Uni¨®n, sin condicionamientos de directorios que impongan a los dem¨¢s sus propias reglas.
El Banco Central Europeo tiene que actuar como lo hace la Reserva Federal de EE UU, el Banco de Inglaterra o el Banco Central de Jap¨®n. Es decir, tiene que cumplir su papel de prestamista de ¨²ltima instancia y hacer la pol¨ªtica monetaria que responda a los intereses del conjunto de la Zona Euro. Es el ¨²nico instrumento de la Uni¨®n Monetaria ¡ªhoy¡ª para contrarrestar el ataque especulativo que afecta ya a 12 de los 17 pa¨ªses de esta zona. Los que se oponen ¡ªAlemania sobre todo¡ª piensan que esta no es la funci¨®n del Banco Central y proponen un Fondo de Rescate que podr¨ªa cubrir esas necesidades, pero que como siempre, llega tarde y hace poco. Ni siquiera est¨¢ disponible.
Los pa¨ªses de la Uni¨®n se tienen que comprometer a garantizar la estabilidad presupuestaria, como una regla com¨²n, con premios y sanciones para todos; con controles presupuestarios rigurosos y comunes. Pero nada aconseja que la progresi¨®n hacia el ajuste tenga que hacerse tan r¨¢pidamente que ahogue cualquier posibilidad de crecimiento y empleo. Por eso hay que graduar el ritmo del ajuste de las cuentas p¨²blicas. Adem¨¢s, los pa¨ªses comprometidos con la estabilidad presupuestaria, deben disponer del ¡°bono europeo¡± para financiar sus deudas de forma razonable.Parece que los dirigentes europeos han olvidado que el objetivo prioritario de la pol¨ªtica econ¨®mica es el crecimiento sostenible y generador de empleo, mejorando nuestra competitividad en la econom¨ªa global. As¨ª aseguraremos el bienestar y la cohesi¨®n que son nuestras se?as de identidad y nuestra palanca para el futuro. Todo lo dem¨¢s son pol¨ªticas instrumentales y tienen que estar al servicio de esta prioridad. Para colmo, cada vez es m¨¢s evidente que este es el ¨²nico camino para enfrentar los problemas de la deuda.
Si nos equivocamos en esto, la gobernanza de las democracias representativas que conforman la Uni¨®n se degradar¨¢ y la respuesta social ser¨¢ inevitable. El nacionalismo rampante hace pensar a la gente que unos u otros estar¨ªan a cubierto si actuaran solos, sin tener en cuenta al conjunto. Grave error que nos arrastrar¨¢ a todos. Cada vez se oyen m¨¢s las voces de los extremos, cargados de discursos xen¨®fobos y antieurope¨ªstas. Y cada vez recogen m¨¢s votos.
Si se quieren modificar los Tratados hay que resolver dos cuestiones fundamentales. Necesitamos gobernanza econ¨®mica y fiscal para que funcione coherentemente la Uni¨®n Monetaria, con soberan¨ªa compartida e Instituciones que sirvan a todos. Pero para avanzar hay que tener una puerta de salida para los que no est¨¦n dispuestos a hacerlo. Los pa¨ªses tienen derecho a salir pero no lo tienen a vetar el avance de los que deseen hacerlo. Esto vale para todos.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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