Juntos, mejor
Es hora de que la sociedad civil reclame unos Pactos de Estado a los pol¨ªticos
Espa?a atraviesa un momento especialmente dif¨ªcil. Y no solo en el ¨¢mbito econ¨®mico (paro, reconversi¨®n bancaria), sino tambi¨¦n institucional (reforma de la Justicia y del Estado auton¨®mico), social (revisi¨®n de pol¨ªticas sociales) y pol¨ªtico (baja valoraci¨®n ciudadana de los pol¨ªticos). El presidente del Gobierno lleg¨® a decir en el Parlamento que ¡°estamos en un pozo¡±, del que no ser¨¢ f¨¢cil salir.
Nosotros queremos contribuir a ello. A encontrar una salida. Y lo hacemos, a t¨ªtulo personal, desde la distancia con nuestra propia experiencia pol¨ªtica previa, pero desde el conocimiento, tambi¨¦n, de que una de las fortalezas de nuestra democracia ha sido la capacidad de encontrar puntos de encuentro, consensos, cuando ha sido necesario como durante la transici¨®n, con los Pactos de la Moncloa.
Los a?os de crecimiento econ¨®mico estuvieron, en Espa?a, cargados de endeudamiento privado. El estallido de la burbuja inmobiliaria, a la par que la crisis financiera internacional, signific¨® un par¨®n en seco de nuestra actividad econ¨®mica golpeada por el aumento brusco del paro, las dificultades que nuestros activos t¨®xicos representaban para las entidades financieras y un significativo incremento del d¨¦ficit y de la deuda p¨²blica en todas las administraciones. El an¨¢lisis exhaustivo de la crisis y las respuestas ante la misma, no son objeto de este art¨ªculo, que s¨ª quiere constatar, sin embargo, las tremendas dificultades que tenemos para conseguir la necesaria financiaci¨®n externa (lo muestra la prima de riesgo en niveles m¨¢ximos) como resumen de un entrecruzado de problemas relacionados con bajas perspectivas de crecimiento, dudas sobre las cuentas p¨²blicas y bancarias, as¨ª como escasa confianza, por parte de los mercados, respecto a nuestra realidad y perspectivas.
Una de las fortalezas de nuestra democracia ha sido la capacidad de encontrar puntos de encuentro, consensos
Espa?a no tiene un problema de solvencia. Nuestras capacidades para crear riqueza siguen intactas en un pa¨ªs que ha evolucionado hasta exportar conocimiento empresarial (nuestras empresas internacionalizadas) e, incluso, cient¨ªfico (los investigadores y universitarios espa?oles son demandados en otros pa¨ªses europeos). Muchas empresas y familias espa?olas ya han hecho sus deberes, han ajustado sus cuentas, se han esforzado por formarse e innovar. En ese sentido, estamos mejor de lo que se dice, como ha reconocido recientemente el Consejo Empresarial para la Competitividad, ya que una parte significativa de nuestra econom¨ªa est¨¢ preparada para crecer en cuanto se den las circunstancias adecuadas.
Entre otras, superar el serio problema de liquidez que s¨ª tenemos y que se extiende por toda la sociedad en forma de escasez de cr¨¦dito necesario para relanzar actividad productiva. Generar confianza en los mercados financieros internacionales es fundamental para ello y elaborar un Plan Estrat¨¦gico de pa¨ªs, uniendo en torno al mismo al mayor n¨²mero de ¡°accionistas¡± posible, puede ser parte de la soluci¨®n.
Ser¨ªa iluso pensar que una crisis econ¨®mica como la que vivimos, sin duda la m¨¢s intensa y extensa desde hace d¨¦cadas, podr¨ªa no afectar a las costuras institucionales. Una parte de los problemas de dise?o y funcionamiento que viene arrastrando nuestro Estado Auton¨®mico, se ha puesto en evidencia cuando ha sido imprescindible aunar esfuerzos de ajuste financiero entorno a objetivos inexcusables de austeridad presupuestaria, comprometidos con la Uni¨®n Europea. El car¨¢cter de las relaciones entre las distintas partes del Estado (Gobierno central y comunidades aut¨®nomas), las diferencias en el sistema de financiaci¨®n auton¨®mico e, incluso, entre unas autonom¨ªas y otras, se han puesto de relieve con evidencia, demandando una revisi¨®n tranquila, pero profunda, del modelo actual.
Tan profunda, tal vez, como la que debemos hacer de las pol¨ªticas sociales que han caracterizado nuestro incipiente Estado del bienestar, para hacerlas sostenibles en un contexto financiero muy diferente a aquel en que fueron dise?adas. No es suficiente con ajustar el gasto presupuestario en sanidad, pensiones, educaci¨®n o administraciones p¨²blicas, para que quepa en los estrechos escenarios de consolidaci¨®n presupuestaria europea. Necesitamos reformas que sit¨²en el gasto futuro no solo sobre una senda de mayor sostenibilidad, sino tambi¨¦n, de mayor eficiencia y equidad.
Vivimos horas dif¨ªciles en las que es prioritario esforzarnos por buscar soluciones. Y todos deben estar llamados a arrimar el hombro, pero todos deben tener la posibilidad efectiva de hacerlo. El cuerpo social, pero, ante todo, los partidos pol¨ªticos parlamentarios que representan la voluntad expresada por los ciudadanos en las elecciones.
Las circunstancias nos han situado ante la necesidad de redise?ar, en buena medida, varias l¨ªneas maestras de lo que ha sido Espa?a desde la proclamaci¨®n de la democracia. El momento no tiene la envergadura de los constituyentes, pero no le falta caracter¨ªsticas que, por su trascendencia y amplitud, lo asimilan a aquellos, hasta hacerlo un momento que puede ser reconstituyente, en la medida en que los cambios y transformaciones a realizar en Espa?a, para salir cuanto antes y con bien de la dif¨ªcil situaci¨®n por la que atravesamos, son muchos y de gran importancia.
Elaborar un Plan Estrat¨¦gico de pa¨ªs puede ser parte de la soluci¨®n
El Gobierno tiene mayor¨ªa parlamentaria suficiente para hacerlo en solitario, si ese es su deseo, o buscando solo unos aliados frente a otros. Ser¨ªa legal y leg¨ªtimo. Pero pensamos que, en situaciones excepcionales, incorporar al proceso de redise?o del modelo a los millones de ciudadanos que se sienten representados por opciones distintas a la gubernamental, dar¨ªa grandeza pol¨ªtica a quien gobierna, haciendo que el resultado fuese m¨¢s solido, eficaz y asumido. Al menos, eso fue lo que sucedi¨® en esa transici¨®n desde la dictadura a la democracia plena, que hicimos en Espa?a hace a?os y que ha sido considerada mod¨¦lica en todo el mundo, dando relieve pr¨¢ctico a la expresi¨®n? "consenso".
Ante un llamamiento del presidente del Gobierno, todos los partidos pol¨ªticos parlamentarios deben sentirse obligados a aportar sus soluciones. Pero sabiendo que el resultado final, adem¨¢s de tener en cuenta el peso democr¨¢tico de los votos, solo podr¨¢ alcanzarse desde la voluntad de negociar, argumentar, debatir y transar, para llegar a acuerdos que deber¨¢n ser explicados luego a los ciudadanos, para que valoren, el conjunto del Plan y no solo tal o cual medida aislada.
Diferentes encuestas se?alan que una amplia mayor¨ªa de ciudadanos parecen preferir, ante la gravedad del momento, que los partidos pol¨ªticos, en lugar de confrontar de manera sistem¨¢tica, de ¡°pelearse¡± por casi todo, participen juntos en la b¨²squeda de soluciones para los graves problemas por los que atraviesa Espa?a.
Somos conscientes de las dosis de esfuerzo y generosidad que requerir¨ªa una soluci¨®n en el marco de unos Pactos de Estado que no admiten contratos de adhesi¨®n por la mayor¨ªa, ni derechos de veto por la minor¨ªa. Tanto el presidente del Gobierno, en su discurso de investidura, como diferentes l¨ªderes de la oposici¨®n en recientes debates parlamentarios, han manifestado su voluntad de participar en conversaciones conducentes a grandes pactos de ese tipo. Tal vez, juntos, salgamos antes y mejor del pozo. Tal vez es hora de que la sociedad civil lo reclame, todav¨ªa m¨¢s alto, a los pol¨ªticos. Tal vez, este art¨ªculo, por su simbolismo, ayuda a ello. Esa ser¨ªa nuestra ¨²nica y mayor recompensa.
Jordi Sevilla, exministro socialista, es senior advisor en PWC, y Josep Piqu¨¦, exministro del Partido Popular, es presidente de Vueling.
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