?Paranoia?

Me llama mi editora, como todos los a?os por estas fechas, para pedirme que vaya a firmar a la Feria del Libro de Madrid. Ya sabes lo que pienso yo de las firmas, le digo. Ya sabes lo que pienso yo de las no firmas, dice ella. Durante unos instantes de enorme tensi¨®n permanecemos en silencio. Si hay que ir, digo al fin, voy, pero que sepas que lo hago a disgusto. Pues a disgusto, dice ella, no vayas, tampoco queremos forzarte. Al final, como el mejor modo de forzarme es desforzarme, voy y resulta que las seis primeras personas que me solicitan la firma se llaman, por este orden, Carmen, Antonio, B¨¢rbara, Rom¨¢n, Ofelia y Nicol¨¢s. Quiere decirse que si unes la primera letra de cada uno de estos nombres sale la palabra ¡°CABR?N¡±. Y es que si t¨² odias a la humanidad con la fuerza con la que la odio yo, la humanidad lo nota, aunque digas buenos d¨ªas por las ma?anas y buenas tardes por las tardes, y ayudes a los ciegos a cruzar las calles y a las se?oras a subir el cochecito del beb¨¦ al autob¨²s. La humanidad abomina de los mis¨¢ntropos, as¨ª que cuando los detecta les devuelve, multiplicado, su odio. No fue el ¨²nico insulto que recib¨ª, pues tras las personas citadas se acercaron a la caseta Carlos, Eduardo, Ricardo, Dolores y Olvido, o sea, ¡°CERDO¡±. ?Es o no es evidente que fui v¨ªctima, como ya me tem¨ªa, de un ataque organizado? Aun as¨ª no lograron doblegarme, pues sumando las primeras letras de mis dedicatorias sal¨ªa la frase ¡°QUE OS DEN, MAMONES¡±. Me habr¨ªa gustado construir una oraci¨®n m¨¢s larga, m¨¢s compleja, tambi¨¦n m¨¢s razonada, pero firm¨¦ poco. Y firm¨¦ poco porque mis lectores, a los que conozco muy bien, se pusieron de acuerdo en pedirme que no les firmara, para fastidiar. No me firmes este libro, por favor, dec¨ªan. Y yo, claro, no se lo firmaba. Pero si le cuento todo esto a mi editora dice que soy paranoico.

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