La participaci¨®n nos hace 'imprescindibles'
Isabel de la Vi?a, Profesora del Colegio P¨²blico 'La Navata' de Galapagar (Madrid), no hace mucho, escrib¨ªa un texto (Diario de a bordo) relatando algunas escenas habituales de la vida en las aulas de su colegio.
El texto comenzaba...
"Hoy me asomo a una clase de 1? de Primaria del cole de La Navata, me cuelo por la puerta pasando entre mamis y papis que est¨¢n dando recaditos a Clara [la maestra]. ?Hola Isa! Mi presencia casi no se nota, no supone distorsi¨®n en una clase en la que entran y salen adultos, mientras los ni?os y ni?as siguen a lo suyo sin inmutarse con semejante traj¨ªn. Est¨¢n leyendo cada uno su libro, sentaditos en c¨ªrculo sobre la colchoneta.Poco a poco se van yendo los padres y la clase se dispone a continuar, iba a decir a comenzar, pero en realidad ya ha empezado con estos diez minutitos de lectura silenciosa e individual".Al leer el texto, alguien puede sorprenderse y pensar ?C¨®mo, que los padres est¨¢n en el aula, pero si ya ha comenzado la actividad escolar? y afianz¨¢ndose en su idea inicial, se dir¨ªa a si mismo que 'esto no puede generar nada m¨¢s que desorden'. Las familias, y as¨ª ha sido siempre, deben permanecer en su sitio, o sea 'fuera' de las salas de clase y del colegio, y el profesorado en el suyo, en las aulas.Quiz¨¢ la opini¨®n m¨¢s extendida considera que la situaci¨®n descrita es imposible; sin embargo, por lo que nos cuenta Isabel, no parece constituir un problema. Es m¨¢s, muestra la verdadera complicidad existente entre las familias y la profesora, ambas comparten el mismo sentimiento de 'cuidado' y 'compromiso' con la educaci¨®n de los hijos, alumnos para la profesora, y compa?eros para el resto de sus iguales. Isabel contin¨²a... ?
"...comienza la asamblea del lunes. En un registro de la pared un distintivo se?ala a los responsables: del material com¨²n, de la fruta, el secretario... No consumen ni medio minuto en hacer el reparto de tareas. ?Qu¨¦ suerte, Clara!, no tienes que pasar lista, ni repartir las pinturas por las mesas, ni contar para ver si hay fruta suficiente... ya se encargan ellos.Echo una ojeada alrededor y me topo con las normas de la asamblea: ?Si¨¦ntate bien, con la espalda recta... te ayudar¨¢ a controlar! ?Hay que escuchar sin hablar y mirar a los ojos de los dem¨¢s! ?Si chillamos o pegamos... nos estropeamos! ?Levanta la mano para hablar y los amigos escuchar¨¢n!..?Vaya! ?Qu¨¦ pocas normas y qu¨¦ claras!, me fijo un poquito m¨¢s... ?ni un no!; todas las normas de clase est¨¢n escritas 'en positivo', invitan al autocontrol y al respeto al compa?ero".
Es evidente, como argumenta el profesor Juan M. Escudero, que la participaci¨®n se convierte en uno de los valores esenciales de una buena educaci¨®n cuando, como es el caso, se despliega de modo efectivo y coherente con sus exigencias.
La instituci¨®n escolar necesita configurarse como un espacio social democr¨¢ticamente gestionado. En otro caso, no estar¨ªamos hablando de educar y de facilitar la construcci¨®n de un criterio propio, sino de entrenar, instruir, adiestrar, de aprendizaje t¨¦cnico... y no debemos conformarnos con tan poco. La gesti¨®n de la crisis actual, sus decisiones encubiertas y poco compartidas constituyen una buena muestra de la ausencia de participaci¨®n en muchos comportamientos habituales de nuestras instituciones educativas; "...los hay que [participan] toda la vida: esos son los imprescindibles". ?
Colegio P¨²blico "La Navata". Trabajo de investigaci¨®n. Alumnado de 3? de Educaci¨®n Primaria
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