El camino a Damasco pasa por Mosc¨²
Si Occidente est¨¢ verdaderamente decidido a detener las matanzas en Siria, debemos pensar en los palos y zanahorias que todav¨ªa podemos agitar delante de Rusia para que deje de apoyar a El Asad
Espero que un d¨ªa el expresidente Bachar el Asad comparezca ante la Corte Penal Internacional acusado de cr¨ªmenes contra la humanidad. Cualquier violencia que puedan estar ejerciendo otras fuerzas en lo que ya se ha convertido en la guerra civil siria no disminuye su responsabilidad fundamental.
Recordemos que esto comenz¨® como una oleada de manifestaciones no violentas, como los mejores ejemplos de la Primavera ¨¢rabe original. El Asad ten¨ªa la opci¨®n de reaccionar con reformas importantes, una idea con la que jug¨® un tiempo; con la de emprender negociaciones; o bien, permitir una transici¨®n pac¨ªfica que ofreciera una salida c¨®moda y honorable para ¨¦l y su familia. Pero prefiri¨® aferrarse al poder mediante una represi¨®n brutal, como hab¨ªa hecho su padre antes que ¨¦l, incluido el bombardeo indiscriminado de la poblaci¨®n civil. Mientras su elegante esposa educada en Reino Unido, Asma, paseaba por suelos de m¨¢rmol en sus zapatos de Christian Louboutin, sus soldados y los matones de su milicia shabiha golpeaban a mujeres y ni?os inocentes hasta matarlos.
La oposici¨®n siria mantuvo la disciplina de la no violencia durante un tiempo, a pesar de la extrema represi¨®n; pero luego perdi¨® el control. Con las deserciones del ej¨¦rcito y la entrada de armas del exterior, el movimiento se convirti¨® primero en un levantamiento armado y luego en una guerra civil, cuyos participantes son un r¨¦gimen aislado, una oposici¨®n fragmentada y los alau¨ªes y sun¨ªes con sus respectivos partidarios exteriores, todos ellos envueltos en un conflicto complejo y a veces opaco. Adem¨¢s de las matanzas de civiles, ahora nos hemos enterado de algo tan repugnante como que el ej¨¦rcito y la milicia han utilizado a ni?os de escudos humanos. Algunos rebeldes, al parecer, tambi¨¦n han reclutado a menores como soldados. Pero, como dijo el propio El Asad en una entrevista de televisi¨®n antes de que todo esto comenzara, la responsabilidad de lo que sucede en Siria es suya.
Si no hubiera escogido el camino de la represi¨®n, su pa¨ªs no ten¨ªa por qu¨¦ haber ca¨ªdo en una guerra civil. Quiz¨¢ llor¨® por ello en privado, sobre el perfumado hombro de Asma; siempre he pensado que tiene aspecto de ser un hombre d¨¦bil que intenta parecer fuerte. Sin embargo, como escribi¨® una vez el poeta W. H. Auden, ¡°cuando ¨¦l lloraba, los ni?os mor¨ªan en las calles¡±.
Es visible el respaldo del Ir¨¢n chi¨ª y la Rusia de Putin a El Asad, y el de Arabia Saud¨ª y Qatar a? los rebeldes
Por supuesto, se oyen cada vez m¨¢s llamamientos a la intervenci¨®n para detener el ba?o de sangre. En abril, mientras Elie Wiesel, superviviente del Holocausto, pronunciaba unas palabras en el Museo del Holocausto de Washington, pregunt¨® si hab¨ªamos aprendido algo de la historia, y a?adi¨®: ¡°Entonces, ?c¨®mo es posible que El Asad siga en el poder?¡± Cuando promocionaba su nueva pel¨ªcula sobre la intervenci¨®n en Libia, en el Festival de Cannes, el fil¨®sofo y activista franc¨¦s Bernard-Henri L¨¦vy dijo: ¡°He hecho esta pel¨ªcula por Siria. Ha llegado la hora de que intervengamos¡±. Hace poco, el ministro brit¨¢nico de Exteriores, William Hague, compar¨® la situaci¨®n con Bosnia.
Si el n¨²mero de inocentes civiles muertos y heridos fuera la ¨²nica condici¨®n necesaria para la intervenci¨®n humanitaria, Siria cumple el requisito. Pero la doctrina de la ONU sobre la responsabilidad de proteger (R2P), que es la manera m¨¢s rigurosa e imparcial que tenemos de reflexionar sobre estos problemas en el mundo actual, exige adem¨¢s que la actuaci¨®n tenga unas perspectivas de ¨¦xito razonables. Bas¨¢ndose en una opini¨®n informada sobre la situaci¨®n, la intervenci¨®n, para ser factible, debe tener m¨¢s probabilidades de mejorar las cosas que de empeorarlas para el pa¨ªs en cuesti¨®n.
Y esa condici¨®n, por desgracia, no se cumple en Siria. Bernard-Henri L¨¦vy puede declarar alegremente que ¡°es factible y viable¡±, pero ?qu¨¦ sabe ¨¦l? En toda intervenci¨®n existen complicaciones y peligros, pero casi todos los expertos en Siria, la regi¨®n y la geopol¨ªtica de la zona dicen que en este caso hay dificultades mucho mayores que las de Bosnia, Kosovo, Sierra Leona y Libia.
No es solo cuesti¨®n de lo numerosas, bien equipadas y bien entrenadas que est¨¢n las fuerzas represivas a disposici¨®n de El Asad, ni de las divisiones regionales y sectarias en el pa¨ªs. Hay que tener en cuenta adem¨¢s la implicaci¨®n directa de varias potencias regionales y mundiales, que apoyan, ya sea a las claras o de manera encubierta, a distintos bandos en la guerra civil. Lo que m¨¢s salta a la vista es el inequ¨ªvoco respaldo que est¨¢n dando el Ir¨¢n chi¨ª y la Rusia de Putin al r¨¦gimen de El Asad y su base de poder alau¨ª, mientras que otras potencias sun¨ªes como Arabia Saud¨ª y Catar, al parecer, financian la adquisici¨®n de armas por parte de los rebeldes. El ministro iran¨ª de Exteriores dijo hace unos d¨ªas que Teher¨¢n y Mosc¨² mantienen posturas ¡°muy pr¨®ximas¡± en el problema de Siria; lo hizo durante una conferencia de prensa conjunta en la que el ministro ruso de Exteriores acus¨® a Estados Unidos de abastecer de armas a la oposici¨®n siria.
Una intervenci¨®n humanitaria m¨ªnima podr¨ªa llegar a convertirse en una ocupaci¨®n ca¨®tica
Sus palabras eran una respuesta a la acusaci¨®n hecha por Hillary Clinton de que Rusia est¨¢ suministrando helic¨®pteros de combate al r¨¦gimen de El Asad. Mientras tanto, los llamamientos a una intervenci¨®n militar son cada vez m¨¢s sonoros en el Congreso y los medios de comunicaci¨®n de Estados Unidos, aunque no en el Pent¨¢gono, que hace una evaluaci¨®n fr¨ªa y ponderada de lo que representar¨ªa. Un paso podr¨ªa conducir con mucha facilidad a otro, y lo que comenz¨® siendo una intervenci¨®n humanitaria m¨ªnima podr¨ªa convertirse en una ocupaci¨®n parcial, larga y ca¨®tica, o incluso en una especie de guerra entre terceros.
Al mismo tiempo, las opciones puramente pol¨ªticas que est¨¢n estudi¨¢ndose parecen d¨¦biles o imposibles. El plan de paz de Kofi Annan est¨¢ hecho jirones. El endurecimiento de las sanciones contra la familia El Asad y sus esbirros puede significar menos compras por internet de zapatos Christian Louboutin, pero no detendr¨¢ a un dictador que tiene la espalda contra la pared y est¨¢ dispuesto a hacer lo que sea para evitar morir por linchamiento como Muamar el Gadafi. Algunos sugieren un frente popular internacional para la paz en Siria, en el que Estados Unidos y Arabia Saud¨ª trabajen codo con codo con Ir¨¢n y Rusia. Es una perspectiva que parece tener tantas probabilidades como que el Papa anuncie que se casa con Madonna. La consolidaci¨®n de una oposici¨®n siria m¨¢s unida y comprometida a realizar una transici¨®n negociada y no violenta es una gran idea para ayer y para ma?ana, pero no una soluci¨®n para estos momentos, en plena guerra civil.
La posici¨®n de Rusia sobre Siria es escandalosa, mentirosa e indefendible. Los rusos han bloqueado una y otra vez los esfuerzos para obtener un mandato de la ONU que autorice medidas m¨¢s en¨¦rgicas en busca de la paz, con argumentos hip¨®critas que no pueden ocultar su inter¨¦s nacional en conservar su presencia militar, econ¨®mica y pol¨ªtica en Oriente Pr¨®ximo. Rusia entren¨® al ej¨¦rcito sirio que hoy est¨¢ matando civiles y, si nos fiamos de lo que dice Clinton, est¨¢ suministrando helic¨®pteros de combate que ayudan a los hombres de El Asad a matar todav¨ªa m¨¢s.
?Es que no tienen verg¨¹enza? En el caso de la Rusia de Putin, esta pregunta se responde por s¨ª sola. ?Es que no tienen otros intereses nacionales que, llegado el momento, pesen m¨¢s que este? Esa s¨ª es una pregunta que merece la pena hacer. Si Occidente est¨¢ verdaderamente decidido a detener las matanzas en Siria, debemos pensar si quedan palos y zanahorias m¨¢s grandes que todav¨ªa podamos agitar delante de Rusia ¡ªaunque nos cuesten alguna cosa a cambio¡ª para lograr que cambie de postura. El camino a Damasco pasa por Mosc¨², y la conversi¨®n de Putin no va a conseguirla ning¨²n Dios.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford e investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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