Larga vida a la grasa beige
El hallazgo de que hay un tipo de tejido adiposo que consume calor¨ªas en lugar de almacenarlas abre la puerta al tratamiento de la obesidad
El descubrimiento de la grasa beige es la ¨²ltima esperanza blanca contra la obesidad que ha salido de la investigaci¨®n b¨¢sica. Se trata de una especie de versi¨®n adulta de la grasa parda hallada en los beb¨¦s y que, al igual que ella, sirve para quemar calor¨ªas en lugar de servir para almacenarlas como hace el tejido adiposo normal, o grasa blanca.
La funci¨®n de la grasa beige es mantener el calor del cuerpo en entornos fr¨ªos y la facilidad para estimular su producci¨®n o su actividad es lo que caracteriza a esas personas privilegiadas que no engordan por m¨¢s que coman y que no suelen tener inconveniente en ir en manga corta en pleno invierno, provistos como est¨¢n de una calefacci¨®n interna hiperactiva.
La posibilidad futura de estimular la grasa beige mediante f¨¢rmacos, convirtiendo as¨ª a cualquier persona en uno de esos felices quemadores espont¨¢neos de calor¨ªas, reviste un inter¨¦s obvio para la farmacolog¨ªa del sobrepeso, una de las l¨ªneas de investigaci¨®n estelares de la industria farmac¨¦utica.
Los grandes laboratorios llevan a?os en busca de nuevas mol¨¦culas que resulten efectivas para detener o paliar la epidemia de sobrepeso que recorre los pa¨ªses occidentales. Esta epidemia ha empezado a exportarse a los pa¨ªses en desarrollo junto con el modo de vida que, por desgracia, parece acompa?ar indefectiblemente al progreso econ¨®mico, caracterizado por el sedentarismo y la ingesta excesiva de carnes, grasas y az¨²cares. Incluso tendencias tan deseables como la reducci¨®n del tabaquismo tienen su lado oscuro en el cap¨ªtulo de la obesidad, pues, tal y como hemos comprobado tambi¨¦n esta semana, dejar de fumar puede engordar hasta cinco kilos al atribulado abstinente.
Los medicamentos desarrollados hasta ahora contra la obesidad dejan mucho que desear en el mejor de los casos, y en el peor han sido retirados por sus riesgos cardiovasculares. Pero la industria farmac¨¦utica ha hecho bien sus c¨¢lculos al apostar por esta l¨ªnea. Una pastilla antigrasa eficaz no solo abrir¨ªa un ingente mercado, sino que probablemente obligar¨ªa a los sistemas p¨²blicos de salud a financiarla en sus consultas de atenci¨®n primaria: resultar¨ªa mucho m¨¢s barato que tratar luego las diabetes o los infartos derivados del sobrepeso.
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