La ruta del crimen
Centroam¨¦rica se est¨¢ transformado en santuario criminal, f¨¢brica y supermercado de drogas, centro de lavado de dinero y lugar de reclutamiento de sicarios. Las polic¨ªas, las prisiones y la justicia est¨¢n colapsadas
Hechos similares bajo entornos diferentes derivan en situaciones distintas. Por ello la regla b¨¢sica del an¨¢lisis pol¨ªtico es que el contexto importa.
Entre finales de los a?os ochenta y principios de los noventa se produjo un cambio de contexto en el tema del tr¨¢fico de coca¨ªna. Fueron derrotados los grandes carteles colombianos, se desmantelaron las redes que estos ten¨ªan en Florida, mejor¨® la capacidad de interdicci¨®n marina de Estados Unidos en el Caribe y finaliz¨® la pol¨ªtica cubana de cooperaci¨®n con el narcotr¨¢fico.
El tr¨¢fico de coca¨ªna se traslad¨® entonces de la ruta m¨¢s directa Colombia-Florida, hacia la ruta Colombia-Centroam¨¦rica-M¨¦xico-frontera de Estados Unidos. M¨¦xico era entonces un pa¨ªs bastante pac¨ªfico y en Guatemala, Honduras y El Salvador eran los Gobiernos los que tradicionalmente mataban gente. Sin embargo, el cambio de contexto descrito produjo una gran explosi¨®n de violencia delictiva en Centroam¨¦rica y M¨¦xico que en realidad era tan previsible como inevitable. La corrupci¨®n, las debilidades institucionales y los vac¨ªos de Estado se convirtieron en muertos.
Los hechos m¨¢s emblem¨¢ticos del cambio descrito fueron: la muerte de Pablo Escobar en diciembre de 1993, el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa en Cuba en julio de 1989 y la pel¨ªcula Scarface con la actuaci¨®n de Al Pacino que nos cuenta del florecimiento del crimen organizado en el Miami de los ochenta.
Calder¨®n plant¨® batalla al narcotr¨¢fico en M¨¦xico. Pe?a Nieto ha dicho que ¨¦l la continuar¨¢
En los a?os setenta y ochenta existi¨® una pol¨ªtica de tolerancia solapada hacia la producci¨®n y tr¨¢fico de drogas. En esa ¨¦poca estas eran consideradas un problema marginal y no una amenaza seria a la seguridad. ¡°Dejarlas pasar¡± era una pr¨¢ctica universal. Izquierdas, derechas, instituciones y sociedad se contaminaron por tolerancia, instrumentaci¨®n o subvaloraci¨®n del problema.
El fusilamiento del general Ochoa, ¡°h¨¦roe de la rep¨²blica de Cuba¡±, tuvo m¨¢s de expiaci¨®n de una pol¨ªtica oficial y de luchas internas que de combatir un delito. La pol¨ªtica colombiana en todas sus corrientes se involucr¨® con los carteles. El destape del caso Ir¨¢n-Contra en 1987 en Estados Unidos movi¨® a una investigaci¨®n que se conoci¨® como Kerry Commitee Report en 1989, que mostr¨® evidencias que involucraban a la CIA en la tolerancia al tr¨¢fico de drogas para financiar a la Contra nicarag¨¹ense.
El crecimiento del poder criminal volvi¨® insostenible la tolerancia solapada al narcotr¨¢fico. En ese sentido, la pol¨ªtica de seguridad del presidente Calder¨®n en M¨¦xico respondi¨® a una realidad en la que no hab¨ªa opciones, esperar era dejar empeorar. M¨¦xico comenz¨® as¨ª a combatir al crimen organizado y a modificar positivamente las relaciones y el balance de fuerzas entre sociedad, Estado y delincuentes. Pese a que se habl¨® mucho de los costos que ha implicado enfrentarse al crimen, la violencia no fue parte sustancial del debate en la reciente campa?a electoral y ni siquiera del llamado movimiento ¡°Yo Soy 132¡±.
En Estados Unidos hay quienes piensan que la victoria del PRI constituye un riesgo de vuelta al pasado, a pesar de que Enrique Pe?a Nieto ha dicho que el combate al crimen organizado continuar¨¢. Tal como ya lo afirmaron algunos, M¨¦xico es hoy un pa¨ªs distinto y la pol¨ªtica de seguridad del nuevo Gobierno necesitar¨¢, por inter¨¦s propio, responder a una amenaza que ya no es la misma que hace 20 a?os. Se acab¨® el contexto en el que ¡°dejar pasar¡± ten¨ªa pocas consecuencias.
Antes se mov¨ªa coca¨ªna. Ahora Guatemala produce hero¨ªna, y El Salvador, metanfetaminas
Todos los partidos pol¨ªticos en M¨¦xico han tenido v¨ªctimas en sus filas, todos enfrentan el problema como Gobiernos locales y todos sufren presi¨®n p¨²blica para que retornen la paz y la seguridad. Para reducir la violencia es indispensable controlar el territorio y aumentar exponencialmente la fuerza policial. Nada afecta m¨¢s severamente al crimen organizado que la fortaleza del Estado en el territorio; no existe, como algunos piensan, conflicto entre combatir al crimen organizado y reducir la violencia.
Tambi¨¦n se duda si con el nuevo Gobierno ser¨¢n posibles los acuerdos pol¨ªticos que demanda la seguridad. La violencia en el Estado de Nuevo Le¨®n y la ciudad de Monterrey, el ¡°coraz¨®n industrial de M¨¦xico¡±, ha sido sin duda la m¨¢s grande provocaci¨®n del crimen organizado hacia el Estado mexicano. En este Estado, acostumbrado a gozar de paz y seguridad, coinciden actuando el Gobierno Federal del PAN, el Gobierno del Estado del PRI, el Gobierno de la ciudad de Monterrey del PAN, los poderes econ¨®micos m¨¢s importantes de M¨¦xico, un centro acad¨¦mico de la m¨¢s alta calificaci¨®n y una poblaci¨®n considerada ejemplo c¨ªvico para el pa¨ªs. No sin conflictos, las instituciones federales, estatales y municipales de seguridad y justicia con el apoyo de empresarios, academia y sociedad pusieron en marcha el plan de seguridad m¨¢s r¨¢pido, integral y exitoso de reducci¨®n de la violencia y atenci¨®n a la seguridad de M¨¦xico.
En Nuevo Le¨®n est¨¢ en desarrollo una nueva polic¨ªa llamada Fuerza Civil que a la fecha ha preparado cerca de 2.000 efectivos; se est¨¢ edificando una colonia conocida como ¡°ciudad policial¡± para los miembros de la nueva corporaci¨®n; y como parte de la pol¨ªtica de prevenci¨®n social y recuperaci¨®n de espacios urbanos se ha construido el centro comunitario m¨¢s grande del pa¨ªs en la colonia Independencia de Monterrey.
En un a?o el promedio diario y mensual de homicidios ha bajado m¨¢s del 50%, el robo de veh¨ªculos m¨¢s del 30% y todos los delitos van en descenso. Nuevo Le¨®n-Monterrey es un indicador de una din¨¢mica de construcci¨®n de consensos en M¨¦xico, que puede ser complicada, pero que al final funciona.
El problema no est¨¢ en M¨¦xico, este pa¨ªs tiene los recursos y capacidades para mejorar su seguridad, lo m¨¢s grave est¨¢ en los peque?os, pobres y violentos pa¨ªses centroamericanos. Existe la creencia de que M¨¦xico le ha complicado la seguridad a Centroam¨¦rica cuando es al contrario porque la ruta criminal es de Sur a Norte y no a la inversa. Mientras en M¨¦xico hay lucha y progresos, en Centroam¨¦rica hay impotencia y empeoramiento. Antes el problema era de tr¨¢fico de coca¨ªna, ahora Guatemala produce hero¨ªna. Seg¨²n fuentes p¨²blicas, hasta mayo de este a?o en Guatemala se hab¨ªan incautado m¨¢s de 470.000 galones de precursores para fabricar metanfetaminas, y en El Salvador casi 200 toneladas que ser¨ªan solo una porci¨®n del total. Las polic¨ªas, las prisiones y la justicia est¨¢n colapsadas desde hace tiempo. Son naciones desesperadas esperando milagros ante la imposibilidad de impulsar pol¨ªticas p¨²blicas.
La debilidad de estos Estados permite que los criminales hagan un uso c¨ªnico de sus territorios. Centroam¨¦rica se est¨¢ transformado en santuario criminal, f¨¢brica y supermercado de drogas, centro de lavado de dinero y lugar de reclutamiento de sicarios. La frontera sur de M¨¦xico ya es otra zona de caos por los flujos migratorios imparables, por el narcotr¨¢fico y por la expansi¨®n de las ¡°maras¡± desde Centroam¨¦rica. Con sus 45 millones de habitantes, la regi¨®n es parte natural de la geopol¨ªtica mexicana como potencia emergente, algo que ya le disputan Venezuela y Colombia. Hasta fechas recientes, M¨¦xico ha debido ocuparse de su propio problema, sin embargo la seguridad es ahora un problema transnacional. De nuevo no hay opci¨®n, o M¨¦xico contribuye a estabilizar Centroam¨¦rica, o Centroam¨¦rica impedir¨¢ que M¨¦xico se estabilice.
Joaqu¨ªn Villalobos fue guerrillero salvadore?o y es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.