Buenos d¨ªas, se?ora Merkel
La econom¨ªa espa?ola depende m¨¢s de las decisiones del Gobierno alem¨¢n que del nuestro y ser¨ªa bueno que la canciller animara a Rajoy a pedir apoyo financiero. No es momento de preocuparse del qu¨¦ dir¨¢n
Respetada canciller Merkel, la supongo consciente de las expectativas que su visita a nuestro pa¨ªs ha despertado. Desde hace meses, el futuro de esta econom¨ªa, las condiciones de vida de los espa?oles, dependen en mucha mayor medida de las decisiones de su Gobierno que de las que pueda adoptar el nuestro. Esa dependencia no es algo nuevo, pero es en estos momentos cuando es mucho m¨¢s expl¨ªcita y tambi¨¦n m¨¢s trascendente.
La subordinaci¨®n se extiende a instituciones directamente alemanas como el Tribunal Constitucional o el Bundesbank, cuyos pronunciamientos pueden condicionar no solo la inmediata gesti¨®n de la severa crisis econ¨®mica y financiera que sufre la eurozona, sino el futuro de las propias instituciones comunitarias. En esta misma jornada que usted pasar¨¢ en el palacio de la Moncloa, mientras se entrevista con el presidente Rajoy, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), concebido a imagen y semejanza de su influyente banco central, tratar¨¢ de abordar decisiones tendentes a facilitar la recuperaci¨®n econ¨®mica y, lo que sin duda es ahora m¨¢s relevante, a reducir las manifiestas inconsistencias y da?os que est¨¢n generando los mercados de deuda p¨²blica. Las denominadas primas de riesgo, expresivas de las exigencias adicionales de remuneraci¨®n que los bonos espa?oles o italianos han de pagar a los inversores frente a la referencia homog¨¦nea del bono emitido por el Tesoro alem¨¢n, no son las propias de una uni¨®n monetaria consolidada.
Como no pocas instituciones y analistas admiten, entre ellos el Fondo Monetario Internacional y el presidente del BCE, esos mercados llevan meses cotizando algo m¨¢s que diferencias en el grado de saneamiento de las finanzas p¨²blicas de los correspondientes pa¨ªses. El riesgo de reversibilidad del euro, de fragmentaci¨®n de la uni¨®n monetaria, no ha dejado de aumentar, a pesar de los esfuerzos de ajuste fiscal y las reformas que se han llevado a cabo siguiendo esencialmente las directrices de su Gobierno. Una parte significativa de esos largos cinco puntos porcentuales de diferencia entre lo que paga su Tesoro y el espa?ol por endeudarse al mismo plazo es el reflejo, en el mejor de los casos, de la incertidumbre que rodea a los desenlaces de la crisis de la eurozona. En el peor, sintetizan una desconfianza creciente sobre la capacidad de gesti¨®n de la crisis por las instituciones europeas, incluidas las muy influyentes de su pa¨ªs. Con todo, la excesiva aversi¨®n al riesgo hacia las econom¨ªas perif¨¦ricas est¨¢ conduciendo a que el refugio de los capitales en los bonos de su Tesoro le est¨¦ deparando tipos de inter¨¦s reales negativos, de los que no solo se benefician sus finanzas p¨²blicas, sino las de sus empresas.
La divergencia en tipos de inter¨¦s beneficia a Alemania y no es propia de una uni¨®n monetaria
Los precios de los bonos reflejan igualmente la ausencia de crecimiento econ¨®mico a la que han contribuido pol¨ªticas presupuestarias excesivamente contractivas del gasto p¨²blico y demasiado voluntaristas en las pretensiones de generaci¨®n de ingresos impositivos. La realidad ha demostrado suficientemente que la austeridad a ultranza y en solitario no es precisamente expansiva. Prescindir de lo superfluo e ineficiente es una cosa y otra bien distinta es acentuar la recesi¨®n y destrucci¨®n de empresas mediante reducciones de inversi¨®n p¨²blica y elevaciones de impuestos demasiado concentradas en el tiempo. El resultado no puede ser otro que el ahora observado en todas las econom¨ªas sometidas al mismo tratamiento: m¨¢s recesi¨®n e incumplimiento de los objetivos de saneamiento de las finanzas p¨²blicas. Razonable frustraci¨®n la de familias y empresas al observar, en primer lugar, que los mercados de deuda p¨²blica mantienen exigencias de remuneraci¨®n que no se corresponden con los fundamentos de la econom¨ªa y, en segundo, que las instituciones en las que usted tanto influye no parecen asimilar la necesidad de alteraci¨®n de esas pol¨ªticas proc¨ªclicas y de actuar de forma contundente en esos mercados.
Esas cotizaciones de la deuda p¨²blica son uno de los alimentadores de ese ¡°bucle diab¨®lico¡± en el que se encuentran presas las econom¨ªas perif¨¦ricas. Condiciona de forma muy significativa la estabilidad de los sistemas bancarios nacionales, compradores mayoritarios de la deuda p¨²blica emitida por sus gobiernos, y con ella la necesaria normalizaci¨®n de la actividad crediticia. Son las empresas espa?olas, como acaba de desvelar el BCE, las que en mayor medida sufren el racionamiento del cr¨¦dito y su correspondiente encarecimiento. Unas persistentes divergencias en tipos de inter¨¦s tampoco son conciliables con una uni¨®n monetaria con 14 a?os de vida. Una raz¨®n adicional, en definitiva, para que el BCE act¨²e con celeridad suficiente.
Esos dos elementos inciden en la tercera fuente de alimentaci¨®n del c¨ªrculo vicioso, la pronunciada y prolongada recesi¨®n, que en nuestro caso define tasas de paro que duplican ampliamente el promedio europeo. Neutralizar esas tres perversas tracciones y respetar los compromisos que exige la uni¨®n monetaria no es posible para un solo Gobierno. Es necesario un esfuerzo del conjunto para favorecer la presunci¨®n de viabilidad de la uni¨®n monetaria y con ello la compatibilidad del necesario saneamiento de las finanzas p¨²blicas y privadas con el crecimiento econ¨®mico. Es posible, y, en gran medida, depende de usted y de las instituciones en las que influye. A estas alturas, usted dispone de evidencia suficiente acerca del compromiso de este pa¨ªs, de sus ciudadanos y de sus representantes pol¨ªticos, con la integraci¨®n europea desde el mismo momento de la adhesi¨®n a las instituciones comunitarias.
Espa?a ha hecho siempre lo que Alemania ha dictado. Desde aquellas pautas de convergencia nominal definidas por el canciller Helmut Kohl como condiciones de acceso a la fase final de la uni¨®n monetaria, hasta los m¨¢s recientes ajustes presupuestarios y reformas de los dos ¨²ltimos Gobiernos espa?oles. Entre ellas, la no menos r¨¢pida y poco debatida decisi¨®n de cambiar la Constituci¨®n espa?ola para incorporar la restricci¨®n al crecimiento del d¨¦ficit p¨²blico estructural. Recuerde, dicho sea de paso, que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento no hab¨ªa sido incumplido m¨¢s veces en Espa?a que en Alemania.
A nuestra econom¨ªa se le aplic¨® una austeridad que no ha dado los resultados pretendidos
En realidad, cuando el contagio de la crisis financiera estadounidense llega a Europa, en el verano de 2007, el cuadro que exhiben las finanzas p¨²blicas espa?olas no es precisamente peor que el promedio europeo, incluidas las suyas. Sin embargo, a nuestra econom¨ªa se le aplicaron terapias basadas en esa austeridad p¨²blica mal entendida, que no han facilitado el saneamiento del sector privado altamente endeudado y, desde luego, no han dado los resultados pretendidos sobre las finanzas p¨²blicas.
La reciente concesi¨®n de asistencia financiera comunitaria a nuestro sistema bancario es en cierta medida la consecuencia de cinco a?os de deterioro de unos activos, es cierto que excesivamente concentrados en el sector de la construcci¨®n residencial e inmobiliario, que se desplom¨® r¨¢pidamente tras la emergencia de la crisis. Las exigencias del memorandum of understanding (MoU) que ha suscrito el Gobierno espa?ol se a?aden a las decisiones de ajuste y reforma ya adoptadas, expresivas todas ellas de una intervenci¨®n de hecho. Que su completa aplicaci¨®n contribuya a superar algunas de las amenazas que siguen pesando sobre la poblaci¨®n espa?ola depende de que su Gobierno y el presidente de su banco central, su antiguo asesor Jens Weidmann, favorezcan la neutralizaci¨®n del tercer alimentador de la inestabilidad: que faciliten la r¨¢pida concreci¨®n del plan del presidente del BCE para eliminar ese riesgo de reversibilidad del euro y el consecuente sobrecoste que soporta la financiaci¨®n de los tesoros espa?ol e italiano, interviniendo en los mercados de deuda p¨²blica y favoreciendo las correspondientes adquisiciones por los fondos de rescate en los mercados primarios.
D¨¦jeme que le haga una ¨²ltima sugerencia. Ayude al presidente Rajoy a solicitar sin mucha dilaci¨®n el apoyo financiero correspondiente, sin temor al estigma que la asimilaci¨®n a un nuevo rescate pueda significar. No es esta precisamente la hora para preocuparse por el qu¨¦ dir¨¢n, ni de anteponer a la urgente neutralizaci¨®n del deterioro de las condiciones de vida de los espa?oles un eventual descenso de los rendimientos electorales.
Buenos d¨ªas y buena estancia, se?ora Merkel.
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