Firmeza y moderaci¨®n
Obama est¨¢ gestionando con inteligencia la extensi¨®n de las protestas musulmanas
Las protestas musulmanas siguieron extendi¨¦ndose ayer a docenas de pa¨ªses, de T¨²nez a Kuala Lumpur, de Egipto a Yemen. Como dej¨® patente el ataque contra las embajadas alemana y brit¨¢nica en Sud¨¢n, las manifestaciones no tienen solo una carga antiamericana, sino antioccidental. De momento, el presidente Obama est¨¢ atinando con su gesti¨®n del problema. Con moderaci¨®n en el discurso, para no caer en una descalificaci¨®n general del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n, y en las acciones, para no sobreactuar y echar gasolina al fuego. Pero tambi¨¦n con firmeza ante la violencia, desplegando fuerzas ¡ªpor si son necesarias en defensa de sus legaciones¡ª y exigiendo responsabilidad a la nueva direcci¨®n egipcia.
La llamada de Obama al presidente islamista egipcio, Mohamed Morsi, atrapado entre la necesidad de defender las relaciones estrat¨¦gicas con EE UU y la de condenar la pel¨ªcula que origin¨® la llamarada, tuvo cierto efecto en su manera de gestionar la situaci¨®n. Pero por detr¨¢s hubo un doble lenguaje: si los Hermanos Musulmanes desconvocaron con un tuit en ingl¨¦s las concentraciones antiamericanas de ayer ante las mezquitas, las mantuvieron en otro escrito en ¨¢rabe. No es esa la mejor manera de contribuir a enfriar la tensi¨®n.
Es de esperar que en medio de este incendio de una parte de esas sociedades, el viaje que el papa Benedicto XVI comenz¨® ayer a L¨ªbano no sea utilizado por elementos radicales para aumentar las tensiones, ya de por s¨ª elevadas, entre musulmanes y cristianos en aquel pa¨ªs o en Egipto.
Demasiadas voces en el mundo conservador en Occidente est¨¢n proclamando el fracaso ¡ªpor ellas pronosticado desde el principio¡ª de esa primavera ¨¢rabe que acab¨® con los dictadores en T¨²nez, Egipto y Libia, y posibilit¨® unas elecciones libres que han llevado (no en Libia) a islamistas al poder. Nunca se pens¨® que el camino fuera corto ni f¨¢cil. Ni que estas sociedades se convirtieran autom¨¢ticamente en democracias como la de Westminster. De nada servir¨¢ una condena general ni vaticinar un oto?o musulm¨¢n.
Los cr¨ªticos le achacan ahora a Obama su discurso de 2009 en El Cairo en el que tendi¨® la mano al mundo isl¨¢mico. Al presidente de EE UU, a 53 d¨ªas de las elecciones, le podr¨ªa favorecer una posici¨®n de dureza y fuerza. Pero quiz¨¢ le reporte m¨¢s votos demostrar que se desenvuelve con serenidad y cautela en una crisis internacional. Frente a ¨¦l, el republicano Mitt Romney lanz¨® exabruptos el d¨ªa que fue asesinado en Bengasi el embajador norteamericano en Libia, acusando a Obama de estar m¨¢s preocupado de no ofender al islam que de defender ¡°valores americanos¡± como la libertad de expresi¨®n. Esta crisis debe servir para calibrar qui¨¦n es capaz de responder mejor ante una situaci¨®n en la que hay mucho en juego. Tanto como evitar que se haga realidad el anunciado choque de culturas.
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