El elefante en el sal¨®n europeo
Cre¨ªamos que las decisiones de la UE eran sobre el comercio. Ahora sabemos que tratan de la sanidad o las pensiones
¡°Un elefante en el sal¨®n¡± es una expresi¨®n anglosajona que designa un problema obvio, pero que nadie quiere ver. El elefante en el sal¨®n de la actual crisis europea es la legitimidad democr¨¢tica que acompa?a a la importante serie de medidas que se est¨¢n adoptando y, especialmente, las que tienen que ver con nuevas competencias fiscales, es decir, con los impuestos que pagan los ciudadanos y los presupuestos que elaboran sus Gobiernos.
Los ciudadanos europeos, y los espa?oles especialmente, perciben, cada d¨ªa m¨¢s, que medidas que afectan a la organizaci¨®n del trabajo, a los salarios o incluso a los mecanismos de protecci¨®n social son adoptadas fuera de los Parlamentos nacionales. Pero como estamos absortos en otros problemas, no le prestamos atenci¨®n al enorme animal¡ hasta que nos pegue una trompada.
Una cosa son las antiguas dudas sobre la legitimidad democr¨¢tica que acompa?an la construcci¨®n europea desde su inicio y otra la perplejidad que suscita la nueva situaci¨®n. Los ciudadanos no parec¨ªan muy preocupados hasta ahora por esa deficiencia porque pensaban que las decisiones de la Uni¨®n estaban m¨¢s relacionadas con cuestiones comerciales que con temas centrales de su vida, como la sanidad, la educaci¨®n o la edad de la jubilaci¨®n. Esos temas se debat¨ªan en los Parlamentos nacionales, sin que existiera conciencia de la interferencia de organismos europeos.
Nadie niega los beneficios que puede suponer que la UE cree pol¨ªticas comunes en el ¨¢mbito econ¨®mico y financiero
Nadie niega los beneficios que puede suponer que la UE cree pol¨ªticas comunes en el ¨¢mbito econ¨®mico y financiero. Lo que se denuncia es que los controles que parec¨ªan reservados a los Parlamentos nacionales han desaparecido, sin que hayan nacido otros igualmente democr¨¢ticos para sustituirlos.
Los responsables de la Uni¨®n aseguran que esas decisiones son democr¨¢ticas, porque han sido adoptadas en reuniones en las que participan los jefes de Gobierno de los pa¨ªses miembros, y porque son ejecutadas por la Comisi¨®n, cuyo presidente puede ser cesado por el Parlamento Europeo. Pero, fuera de los focos, muchos admiten que esa legitimidad democr¨¢tica es bastante d¨¦bil y que los temas sobre los que se est¨¢ decidiendo deber¨ªan exigir un consentimiento m¨¢s expl¨ªcito de los pueblos que integran la UE.
El elefante en el sal¨®n es un problema pol¨ªtico bien serio. La profesora Waltrauid Schelkle, de la London School of Economics, escribi¨® hace poco que puede ser el tema que termine por aplastar el euro y Olaf Cramme, presidente del Policy Network, asegura que, sin resolver ese asunto, no se podr¨¢ encontrar una soluci¨®n duradera a la inestabilidad de la Eurozona.
Es cierto que el problema es a¨²n m¨¢s acuciante en Espa?a, porque no ha habido discusi¨®n p¨²blica sobre la necesidad, la eficacia o el equilibrio de ese traspaso de soberan¨ªa, sepultada por la crisis y la impresi¨®n de ser un socio pedig¨¹e?o que no tiene derecho a exigencias.
La crisis espa?ola no deber¨ªa, sin embargo, ocultar que existe lo que se defini¨® recientemente como una ¡°fuerte tensi¨®n entre la necesidad de transferir competencias a nivel europeo y la necesidad de que exista un escrutinio democr¨¢tico de las autoridades encargadas del manejo de esas competencias¡±, incluido el BCE y el nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad. Y que esa tensi¨®n nos interesa y nos afecta a los espa?oles tanto como a los dem¨¢s.
El ¡°elefante¡± est¨¢ dibujado en la lista de 14 p¨¢ginas que presentar¨¢ el presidente de la UE, Herman van Rompuy, en la pr¨®xima cumbre, pero con l¨ªneas demasiado tenues. ¡°?C¨®mo aumentar la cooperaci¨®n entre el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales?¡±.
Muy poco y muy lento. Lo m¨¢s urgente, como figur¨® esta semana en el documento del Club de Berl¨ªn, es que el presidente de la Comisi¨®n sea elegido en las urnas y est¨¦ dotado as¨ª de una mayor autonom¨ªa. Lo m¨¢s r¨¢pido ser¨ªa el compromiso de los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 para que el pr¨®ximo presidente de la Comisi¨®n sea el diputado propuesto por el grupo pol¨ªtico ganador en las elecciones al Parlamento Europeo. Ser¨ªa solo un primer paso, pero un buen paso. ?Apoyar¨¢ esa iniciativa el Gobierno espa?ol?
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