Colgar las sandalias
Autor invitado: ?ngel Gonzalo, periodista.
Ni?os en la desembocadura del Volta, en Ada Foah. Fotograf¨ªa de L.H.M.
La nostalgia es un sentimiento que duele, sobre todo cuando se confunde con la melancol¨ªa y se convierte en tristeza. Es invierno, acaba de pasar la Navidad y hace fr¨ªo en Madrid. Mucho fr¨ªo y la gente est¨¢ en las calles. Llevamos en ellas al menos desde que volvimos de Ghana, en septiembre de 2012. Los recortes en Sanidad, en Educaci¨®n... en derechos al fin y al cabo nos tienen en pie de protesta. Es extra?o adaptarse a esta realidad, con tanta crisis y tanto malestar despu¨¦s de vivir un a?o en un peque?o pueblo costero y olvidado de Ghana, Ada Foah, en la desembocadura del r¨ªo Volta, donde las prioridades son otras. Cuando aparece la nostalgia, me da por rastrear en Internet qu¨¦ se cuenta de ?frica. En Ghana hubo elecciones a primeros de diciembre, aunque apenas transcendi¨® en Espa?a (?s¨®lo quiz¨¢ en este blog?). Fueron limpias, seg¨²n los observadores internacionales, a pesar de las protestas del partido de la oposici¨®n y del desconcierto tras la muerte del presidente John Atta-Mills. Dicen mis fuentes que fueron democr¨¢ticas, sin apenas incidentes y con un alto nivel participativo. Un logro en ?frica Occidental.
Una noticia positiva lo de las elecciones en Ghana, insisto, as¨ª como su crecimiento econ¨®mico y sus buenas perspectivas para este a?o -aunque siga existiendo una desigualdad brutal entre la poblaci¨®n-. Sin embargo, lo ¨²nico que llega del continente africano es la estampida que provoc¨® la muerte de m¨¢s de 60 personas y 200 heridos el d¨ªa de Nochevieja en Abiy¨¢n, la campa?a sangrienta de Boko Haram en el norte de Nigeria -que tiene una brutal respuesta por parte del gobierno-, la inestable situaci¨®n en un Mal¨ª dividido desde hace muchos meses. -?Intervendr¨¢ finalmente la comunidad internacional?- o la crisis humanitaria que desestabiliza desde hace 20 a?os -y recrudecida ¨²ltimamente- la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Si no fuera porque tuve la suerte de vivir un a?o en Ghana, la imagen que tendr¨ªa de ?frica ser¨ªa desoladora.
El caso es que es invierno, Navidad, A?o Nuevo y hace fr¨ªo en Madrid, ya lo he dicho. Y yo me acuerdo del a?o que pas¨¦ sin calcetines, en sandalias, sudando por los rincones, en un eterno verano tropical, con una temperatura media de m¨¢s de 25 grados y algo m¨¢s del 80% de humedad. Aunque no lo parezca, ahora aquello parece el para¨ªso. Pero sobre todo a?oro a los ni?os y ni?as de Futuenya, nuestra comunidad. Y a Mr. Narty, y a Joshua, Gloria, Michael, Messi, Do, Perpetua... nuestros amigos y vecinos. Me acuerdo porque sus voces a¨²n penetran por nuestra ventana. Sus rostros pegados a la mosquitera del sal¨®n. Riendo. Llam¨¢ndonos. Elina, come!, Good Morning Mr. Angelo!
El autor y Elena en la zona donde habitaban en Ada Foah, junto a sus vecinos. Fotograf¨ªa de L.H.M.
All¨ª seguir¨¢n los enanos todo el d¨ªa sobre la arena de playa -sus familias no pueden pagar las tasas escolares para enviarlos a clase-. Sus madres continuar¨¢n cocinando desde primera hora el fufu o el bank¨² -alimento diario y casi ¨²nico hecho a base de casaba- que comer¨¢n poco antes del atardecer; o habr¨¢n emprendido camino, entonando cancioncillasy portando enormes baldes sobre sus cabezas, hacia el mercado, donde con suerte vender¨¢n cuatro o cinco tomates, un manojo de cebollas o peces en miniatura -los grandes ejemplares se los llevaron los pesqueros europeos o murieron en la orilla p or la contaminaci¨®n-.
Los padres de los ni?os estar¨¢n reparando las caba?as techadas con hojas y ramas de palmera, si acaso les alcanz¨® una inesperada tormenta -rara en este tiempo, a¨²n quedan varios meses para la lluvia, pero con el cambio clim¨¢tico nunca se sabe- o esperar¨¢n en la cuneta que pase un trotro ¨C furgoneta que se utiliza como transporte colectivo- para ir de un lugar a otro en busca de trabajo. All¨ª los imagino, soportando el harmattan que ya se dejar¨¢ sentir, nublando de polvo la cotidianidad. S¨ª, me acuerdo mucho de ellos. Y de otros como Divine Exorgbe, el responsable de los servicios sociales de Ada, que ahora est¨¢ en Turqu¨ªa participando en un programa de intercambio y no para de escribirme. O de nuestro amigo David Ahadzie,que ha sido padre por primera vez en noviembre pasado. Y que en un email reciente, apesadumbrado, me contaba que hab¨ªa tenido que cambiar el nombre de su hija -al menos el que ¨¦l y su mujer Bernice hab¨ªan pensado- para seguir la tradici¨®n familiar.
Puestos en el mercado de Ada Kasseh. Fotograf¨ªa del autor.
Y sobre todo llama mucho a casa el Pastor James. Nos informa de c¨®mo van las cosas en la escuelita de Anyakpor que logramos construir con las donaciones de familiares y amigos. Y nos dice que los ni?os y ni?as nos echan de menos. Y que en enero acudir¨¢n dos voluntarias alemanas. Que ya tenemos 127 alumnos y que cada vez recibe m¨¢s solicitudes de la comunidad. Y que le gustar¨ªa ampliar la escuelita con un aula m¨¢s. A ver si las alemanas sueltan algo, le digo. Y se r¨ªe, se r¨ªe mucho y la risa se contagia a trav¨¦s del tel¨¦fono.
Tambi¨¦n hablamos con Mamma Ruth, mujer, madre, esposa y empresaria. No s¨¦ en qu¨¦ orden. Sigue viviendo en la soledad de Ada sin apenas amigas ni opciones de ocio -adem¨¢s de la tele e Internet a la que ella s¨ª tiene acceso-, atendiendo a su marido -gestor bancario-, a?orando a sus hijos -los mand¨® a un internado para que tengan mejores estudios- y manejando sus dos negocios. Mamma Ruth prepara comidas para bodas, funerales -altamente celebrados en Ghana- y otros eventos -elabora por ejemplo los picnics del equipo de f¨²tbol local para sus desplazamientos. Enok estar¨¢ feliz comiendo su pollo refrito- y tambi¨¦n maquilla cad¨¢veres para embellecerlos en los funerales. Cuando alguien fallece -y tiene medios para ello-, el cad¨¢ver se coloca en ata¨²des con forma de figuras -aviones, coches, animales...- que recordar¨¢n ante la comunidad qui¨¦n fue esa persona. El ata¨²d permanecer¨¢ abierto para que lo despidan amigos, vecinos, familiares y autoridades. Le sacar¨¢n fotos y las mostrar¨¢n orgullosos. No piensen que hago bromas con esto. El d¨ªa de la muerte -cuando se produce en la edad adulta- es el m¨¢s importante en Ghana porque es el d¨ªa en el que la persona se re¨²ne con Dios. Las l¨¢grimas est¨¢n prohibidas.
A menudo estamos en contacto con la gente del hospital de Ada, donde Elena se dej¨® el alma para montar un departamento de Fisioterapia que aliviara algunas de las dolencias de las casi 200.000 personas del distrito. Sabemos que el fisioterapeuta y el enfermero locales siguen haciendo bien su trabajo, que les apoya un voluntario ingl¨¦s con buenas intenciones pero poco friendly y que las vacunas introducidas por UNICEF contra la neumon¨ªa y la diarrea se distribuyen ya con normalidad entre la poblaci¨®n necesitada. Ghana va reduciendo la mortalidad de menores de cinco a?os, pero las buenas cifras esconden casos estremecedores. Porque tambi¨¦n sabemos y nos duele mucho que Victory, tres a?itos y s¨ªndrome de down, muri¨® hace apenas un mes por una dolencia que en Espa?a ni siquiera es una enfermedad. Era uno de los pacientes m¨¢s queridos por Elena y uno de los que mejor se encontraba, pero la suerte y la salud cambian en poco tiempo si apenas hay recursos.
Y tambi¨¦n tengo noticias de mis colegas de Radio Ada y de un acuerdo con la Universidad Complutense para que alumnos de uno de sus cursos de especializaci¨®n realicen all¨ª sus pr¨¢cticas; un acuerdo que parece un tratado internacional porque no termina de culminarse. Las universidades tambi¨¦n est¨¢n de recortes y la manutenci¨®n y el alojamiento son caballos de batalla. Anyway, s¨¦ que siguen bien en la emisora, que de los tres periodistas con los que m¨¢s trabaj¨¦ para que coordinaran los informativos es Daniel quien est¨¢ al frente -los otros han encontrado trabajos mejores-, que han promocionado a Mariah, del ¨¢rea de pol¨ªtica y otra de mis apuestas; y siguen colaborando Costelo, Kofi, Isaac, Jacob, Ofelia, Emily y tantos otras personas fundamentales para que la comunidad Dangme est¨¦ al tanto de lo que pasa a su alrededor.
En estas fechas, es inevitable que la memoria me traslade a la Nochevieja de 2011, cuando alcanc¨¦ 40 grados de fiebre, sudaba, deliraba... y la Iglesia de Pentecost¨¦s de al lado de casa no dejaba de emitir a todo trapo los discursos de su Pastor.
Y qu¨¦ decir de la Nochebuena pasada en Ada, sin excesos y sin apenas luz; con Jawey, rastaman, que sigue juntando dinero para su casita en Keta. El vino de cart¨®n, la barracuda a las brasas, la escasa conversaci¨®n... Tambi¨¦n sonr¨ªo al recordar al Capit¨¢n Fadi, liban¨¦s. Estoy convencido de que seguir¨¢ alterando el pueblo con sus andanzas, extrayendo arena del Volta -ten¨ªa concesi¨®n para varios a?os m¨¢s-, persiguiendo chicas solteras y d¨¢ndose aires de grandeza, diciendo que va a montar una pizzer¨ªa y una sala de baile en la ¨²nica calle asfaltada de aquellos lares. O de Mr Brian Harris, el ingl¨¦s filtantr¨®pico, que en el ocaso de su vida continuar¨¢ buscando compa?¨ªa para contar sus magn¨ªficas historias -40 a?os en Ghana dan para mucho- o para pescar en las movidas aguas del Atl¨¢ntico. Un buen tipo del que aprendimos muchas cosas.
Ay, c¨®mo pesan las experiencias junto al Maranatha Beach Camp de Winfred. La playita de fina arena, las hamacas, las palmeras, las chalupas. Hoy s¨®lo son un recuerdo traicionero. La nostalgia me hace olvidar, incluso, las dos malarias que tuvo Elena, mi compa?era -all¨ª nos casamos, adem¨¢s-. Ay, Ghana, a¨²n no super¨¦ esto de colgar las sandalias.
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.