Telara?a
Se trata de un ser que, adonde quiera que vaya, nunca tiene cobertura y permanece a salvo de cualquier basura medi¨¢tica
He aqu¨ª la versi¨®n actual del hombre nuevo, aquel que, de una u otra forma, ha sido siempre el sue?o de todas las revoluciones. Se trata de un ser que, adonde quiera que vaya, nunca tiene cobertura y por tanto permanece incontaminado, a salvo de cualquier basura medi¨¢tica. Despu¨¦s de un esfuerzo heroico ha logrado eludir el humillante destino de llegar a este mundo con la ¨²nica misi¨®n de ser un hombre-antena, un repetidor humano solo apto para recibir y trasmitir llamadas, mensajes, correos electr¨®nicos. Este hombre nuevo se niega de ra¨ªz a contribuir a la contaminaci¨®n del espacio con una ch¨¢chara idiota, como un insecto m¨¢s en la telara?a. Las personas privilegiadas, como esta, son todav¨ªa escasas, ya que en ellas se realiza el mito plat¨®nico de la invisibilidad, un don de los dioses. Ya no hay playas desiertas ni existen parajes preservados. Todo el planeta ha sido conquistado y sometido a la red social. Es in¨²til buscar un lugar inaccesible donde refugiarse. La jodida telara?a lo envuelve todo, desde la g¨¦lida estratosfera hasta el ¨ªntimo sudor del petate y a trav¨¦s de la almohada penetra en el subconsciente desguarnecido de los humanos. Pero el individuo sin cobertura no tiene necesidad de huir, puesto que ¨¦l es su propio refugio. El mito del hombre invisible, ese sortilegio que llenaba la imaginaci¨®n de nuestra ni?ez, que te confer¨ªa el poder de atravesar las paredes, de estar a la vez en todas y en ninguna parte, equivale a esa invisibilidad plat¨®nica que ostenta hoy el hombre sin cobertura. Se acerca el d¨ªa en que lo m¨¢s snob ser¨¢ que digan de ti: no ha llegado todav¨ªa, ya se ha marchado, no se le espera, no lo llames, nunca contesta, est¨¢ y no est¨¢, no existe, esa es su naturaleza. ?Qu¨¦ ha hecho este individuo preclaro para merecer el privilegio de estar envuelto en una atm¨®sfera intangible y ser absolutamente real?. Su m¨®vil vibraba cada minuto reclamando m¨¢s papilla. Ese aparato se hab¨ªa convertido en un testigo de sus miserias, en un delator al servicio de sus enemigos. De pronto un d¨ªa se sinti¨® perseguido y acorralado en la red por una multitud de seguidores y amigos que trataban de devorarlo. Cort¨® por lo sano, arroj¨® el m¨®vil a un pozo y comenz¨® a vivir por dentro como un hombre nuevo, no como un insecto capturado.
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