Los que mandan
El truco es viejo como el mundo, no se entiende c¨®mo a¨²n funciona, y quiz¨¢ hoy m¨¢s que nunca. Hice hablar de ello a un personaje de mi novela m¨¢s reciente, que se hac¨ªa una reflexi¨®n parecida a esta: no es s¨®lo por necesidad o comodidad por lo que uno delega en otros, sobre todo para los asuntos ingratos o los trabajos sucios; el que da la orden de matar a alguien y contrata a un sicario puede llegar a convencerse de que apenas tuvo que ver en el asesinato, al fin y al cabo ¨¦l no estaba all¨ª cuando se cometi¨®; por inveros¨ªmil que parezca, cabe la posibilidad de enga?arse hasta las ¨²ltimas consecuencias, se puede poner en marcha una cosa y despu¨¦s ¡°desentenderse¡±, y por supuesto culpar al que se manch¨® las manos. No en balde los actores y cantantes, los escritores, los boxeadores y los toreros cuentan con representantes, agentes, managers y apoderados, respectivamente. No s¨®lo les sirven para ocuparse de la burocracia y conseguirles condiciones mejores, asesorarlos en cuestiones que los aburren o de las que poco saben, tambi¨¦n para quitarse responsabilidades. ¡°Eso es decisi¨®n de mi agente¡±, se escaquean. ¡°Mi representante no me lo permite¡±, como si el delegado tuviera potestad para imponerles algo. Salvo con los actores, escritores y dem¨¢s muy tontos o despistados, muy in¨²tiles o ensimismados, eso nunca es cierto: son ellos quienes tienen la ¨²ltima pa?labra. Otro tanto ocurre con los clientes y sus abogados, los empresarios y sus asesores, los Presidentes y sus ministros. Pero, si ellos mismos son capaces de persuadirse a veces de que son ¡°inocentes¡± de lo que ejecutan sus subordinados o secuaces, ?c¨®mo no van a convencer al resto, a la gente corriente?
El que da la orden de matar a alguien puede llegar a convencerse de que apenas tuvo que ver en el asesinato"
El truco funciona a¨²n tanto que hace unas semanas los jueces (que no son precisamente del mont¨®n, sino personas formadas y duchas en detectar triqui?uelas) cayeron en la ingenuidad de desestimar como interlocutor de sus protestas y reivindicaciones al Ministro de Justicia, que ha conseguido sublevar a magistrados, fiscales, abogados, procuradores y a la poblaci¨®n entera, independientemente de sus tendencias e ideolog¨ªas. ¡°Hay que hablar de poder a poder: con el Presidente¡±, dijeron. ?De verdad creen que habr¨ªa alguna diferencia si su interlocutor fuera Rajoy? ?Que Gallard¨®n toma decisiones injustas, hace reformas abusivas y demenciales por cuenta propia y con toda libertad? ?Se imaginan que Rajoy ser¨ªa m¨¢s razonable? ?Acaso ignoran que los actos de Gallard¨®n los dicta su superior, o si acaso FAES, la fundaci¨®n de Aznar, que le va se?alando el camino y el modelo de Estado? Lo mismo sucede con el hipervitaminado torete Wert, al que desde el primer d¨ªa se le subi¨® a la testuz el cargo. Que el pobre se haya desquiciado a nivel personal y se haya ¡°animalizado¡± no significa que obre espont¨¢neamente, hasta ah¨ª pod¨ªamos llegar. Sus reformas, sus recortes, su sumisi¨®n a los obispos, su lun¨¢tico deseo de ¡°espa?olizar¡± a los espa?oles (es otro que ha logrado ponerse en contra a la sociedad en pleno: rectores, profesores de todas las ense?anzas, alumnos, padres de alumnos, artistas, empresarios culturales), no son meras ocurrencias suyas, por mucho entusiasmo que haya decidido aplicarles como buen siervo que es. Obedecen a un plan, son ¨®rdenes de los que mandan; su reclamad¨ªsima dimisi¨®n no servir¨ªa de nada. Tampoco Montoro act¨²a por propia iniciativa (con su vocezuela), ni Mato en Sanidad, ni Fern¨¢ndez D¨ªaz en Interior; ni siquiera el subalterno-sustituto de Aguirre en la Comunidad de Madrid, aunque parezca enfrentado con el Gobierno en su aspiraci¨®n a cobrarle a la gente un euro por receta m¨¦dica. Todos est¨¢n supeditados al Presidente, todos siguen sus consignas.
?C¨®mo es posible que la poblaci¨®n se crea ¨Cjueces incluidos¨C que en un partido cong¨¦nitamente autoritario como el Popular los delegados van por libre? (Ese partido, no se olvide, fue fundado por Fraga, ex-ministro de Franco, y jam¨¢s ha utilizado otro m¨¦todo para designar candidatos que el dedo de quien est¨¢ m¨¢s arriba; desconocen lo que son elecciones internas o primarias.) Hace ya muchos meses, al poco de ocupar Rajoy la Presidencia, dije aqu¨ª que su estilo de gobernar y escabullirse era claramente heredero del de Franco, a buen seguro su mayor maestro. Lamento que el tiempo me haya dado la raz¨®n con creces, porque, tras tanto decreto-ley y tanta imposici¨®n de su mayor¨ªa absoluta, tanto menosprecio del Parlamento y de la oposici¨®n, tanta amenaza poco velada a los medios cr¨ªticos y tanto incumplimiento de sus promesas y de su programa, tanto atropello a los derechos de los espa?oles arduamente adquiridos, a este Gobierno s¨®lo le queda de democr¨¢tico la manera en que fue elegido. No hay que remontarse a Hitler para recordar que a un Gobierno no le basta con eso para ser democr¨¢tico: el timbre ha de gan¨¢rselo a diario, en sus formas y en sus fondos. R¨¢pidamente, en s¨®lo un a?o, nuestro pa¨ªs se va pareciendo ¨Calgo o bastante¨C a la Venezuela de Ch¨¢vez, a la Italia de Berlusconi, a la Rusia de Putin y a la Argentina de Cristina Fern¨¢ndez, es decir, a pseudodemocracias o reg¨ªmenes m¨¢s bien desp¨®ticos, aunque salidos de las urnas. Los m¨¢ximos responsables no son los subordinados, por selv¨¢ticos y desagradables que sean los actuales ministros. Ellos cumplen, sobre todo, lo que les exige el que manda, sea ¨¦ste Rajoy o ¨Ca¨²n m¨¢s grave¨C el ¡°consejo pensante¡± de FAES, al que nadie nunca ha votado.
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