Beatriz Colomina: ¡°Los que peor escriben son los que m¨¢s complican las cosas¡±
Esta catedr¨¢tica de la Universidad de Princeton se ha convertido en la arquitecta espa?ola m¨¢s reconocida. Su claridad expositiva ayuda a entender un mundo complejo.
Los libros de Beatriz Colomina (Madrid, 1952) investigan las preconcepciones, analizan la relaci¨®n entre la arquitectura y la publicidad, la sexualidad, la enfermedad o los rayos X. T¨ªtulos como La domesticidad en guerra o Privacidad y publicidad: la arquitectura moderna como medio de comunicaci¨®n de masas se han traducido a m¨¢s de 20 idiomas antes de poder, finalmente, leerse en castellano. Con 60 a?os tiene un f¨ªsico y una alegr¨ªa juveniles. Tambi¨¦n la mente abierta como un adolescente despierto. O como un extranjero reci¨¦n llegado; lleva ya m¨¢s tiempo viviendo en Nueva York que en Espa?a. Colomina es una persona alerta: no ha desconectado el radar que detecta lo extra?o, lo que m¨¢s le interesa.
Es pionera en buscar trabajo fuera. ?Qu¨¦ ha ganado y perdido haci¨¦ndolo? Siempre se gana saliendo. Ha habido dos momentos cruciales en mi vida: cuando decid¨ª estudiar en Barcelona en lugar de en Valencia, donde viv¨ªa, y cuando me fui a Nueva York. Esos cambios me hicieron ver la vida de otra manera. No me puedo entender a m¨ª misma sin pensar en esas dos transformaciones.
?Se fue buscando trabajo? No. Yo sent¨ªa claustrofobia.
??Se le mezcl¨® el aprendizaje profesional con el personal? En Barcelona se me abrieron los horizontes.Entend¨ª la vida. Tambi¨¦n lo que pasaba pol¨ªticamente en el pa¨ªs. Eran los ¨²ltimos a?os de Franco. Yo hab¨ªa tenido una vida filtrada por un ambiente conservador.
Su padre era arquitecto. S¨ª. Fue director de la Escuela de Arquitectura de Valencia. Todo el mundo all¨ª sab¨ªa qui¨¦n era. Y tambi¨¦n qui¨¦n era yo. El anonimato de Barcelona fue liberador.
?All¨ª pudo encontrar una identidad propia? All¨ª empec¨¦ a buscar.
En Espa?a se sale poco de la zona de confort para crecer
En Nueva York aterriz¨® en el Institute for the Humanities, que dirig¨ªa Richard Sennett. Era un lugar extraordinario con gente como el historiador Carl Schorske o Susan Sontag. Escucharlos me abri¨® los ojos. La enfermedad y sus met¨¢foras, de Sontag, me ense?¨® c¨®mo se pod¨ªa hacer investigaci¨®n y de qu¨¦ manera la escritura misma es parte del an¨¢lisis. Eso no exist¨ªa en las escuelas de arquitectura, donde la escritura suena bonita, pero no se acaba de entender lo que dice. Los anglosajones son lo contrario: hablan claro.
Hace 32 a?os que vive en Nueva York. En Espa?a se sale poco de la zona de confort para crecer, pero en Estados Unidos es lo habitual. Cuando yo llegu¨¦, lo hicieron tambi¨¦n otros arquitectos como Enric Miralles, Carme Pin¨®s e Ignasi de Sol¨¤-Morales. Los tres regresaron al a?o. Casi todos lo hacen.
?Por qu¨¦ decidi¨® quedarse? Lo entend¨ª enseguida: Nueva York era yo [risas]. En serio. En 32 a?os todo ha sido est¨ªmulo, con lo cual, y aun sabiendo que mucha gente es reacia a salir, pienso que es muy bueno hacerlo. Lo que siempre han hecho los estadounidenses: moverse de Estado en Estado, y los n¨®rdicos y los latinoamericanos; ahora los espa?oles tambi¨¦n lo deben hacer. Se beneficiar¨¢n ellos y tambi¨¦n Espa?a.
Relacion¨® la publicidad con la arquitectura hace dos d¨¦cadas. ?La arquitectura actual es fruto de esa relaci¨®n? Cuando empec¨¦ a escribir era anatema decir que un arquitecto como Le Corbusier ten¨ªa algo que ver con la publicidad. Hoy es un hecho aceptado. Siempre me he sentido atra¨ªda hacia la posibilidad de quitar velos, de desvelar secretos. Me interesa derrumbar las preconcepciones.
?Alg¨²n arquitecto es m¨¢s ruido que nueces? Much¨ªsimos. Siempre los ha habido. Pero tiene poco inter¨¦s hablar de quienes tienen pocas ideas. Con el tiempo, lo que vale es lo que queda. El m¨ªtico historiador Sigfried Gideon lleg¨® a Par¨ªs buscando a Rob Mallet-Stevens porque quer¨ªa escribir su historia de la arquitectura moderna. Solo por casualidad le hablaron de Le Corbusier porque Mallet-Stevens sal¨ªa m¨¢s en la prensa, pero ?qui¨¦n se acuerda hoy de Stevens? Le Corbusier tom¨® ese espacio en los medios de comunicaci¨®n convirti¨¦ndolo en un lugar de producci¨®n de la nueva arquitectura. Los dos arquitectos m¨¢s famosos del siglo XX, Le Corbusier y Mies van der Rohe, tardaron mucho en conseguir hacer algo que estuviera al nivel de lo que hab¨ªan publicado como proyectos. Le Corbusier fue el primer arquitecto que realmente entendi¨® los medios de comunicaci¨®n y, al hacerlo, llev¨® la arquitectura al siglo XX.
?Cu¨¢les son los secretos de la arquitectura moderna? Entre los m¨¢s interesantes est¨¢ el papel que han desempe?ado las mujeres: Charlotte Perriand para Le Corbusier, Lilly Reich para Mies van der Rohe o Margaret McDonald con Charles R. Mackintosh, que durante toda su vidano se cans¨® de decir que ¨¦l era normal y la que era un genio era ella. Pero por mucho que ellos lo dijeran, no hab¨ªa manera. El mundo no estaba dispuesto a creerlo. Hay quien cree que Ray Eames fue el hermano de Charles Eames, en lugar de su socia y mujer. Denise Scott-Brown todav¨ªa sufre ese tipo de discriminaci¨®n, a pesar de su obvia brillantez.La primera mujer a la que se reconoci¨® al mismo nivel que a su marido fue Alison Smithson. Y no es casualidad que el nombre de ella fuera delante en la firma. Hoy muchas parejas lo hacen.
El mundo en casa y m¨¢s all¨¢
?Por qu¨¦ el ¨²ltimo Premio Pritzker le correspondi¨® solo a Wang Shu y no lo comparti¨® su socia cofundadora del estudio Lu Wenyu? ?l dice que ella es importante, pero que ¨¦l es el creador y que ella se encarga de llevar la oficina.
Pero ella da clase en la Escuela de Arquitectura y fundaron juntos el estudio. Kazuyo Sejima fue m¨¢s generosa. Insisti¨® en compartir el galard¨®n con su socio Ryue Nishizawa, pero eso tambi¨¦n sucedi¨® con Jacques Herzog: tuvo que pedir que se lo dieran tambi¨¦n a su socio Pierre de Meuron. La arquitectura es una pr¨¢ctica colaborativa. No tiene sentido fomentar el reconocimiento a individuos. Por eso yo, m¨¢s all¨¢ de reivindicar el papel de las mujeres, trato de reivindicar la autor¨ªa colectiva.
?El mundo duro de la construcci¨®n aparta a las mujeres? La gran ingeniera brasile?a Carmen Portinho segu¨ªa bebiendo cachaza con 90 a?os. Me cont¨® que aprendi¨® a hacerlo con poco m¨¢s de 20 a?os en las visitas de obra para que los obreros le hicieran caso. Y lo hicieron. Pero el verdadero problema est¨¢ m¨¢s arriba.
?Para una mujer puede resultar m¨¢s f¨¢cil investigar la arquitectura que hacerla? Es igual de dif¨ªcil. Tampoco hay muchas en el mundo de la teor¨ªa y la historia de la arquitectura. Puede que sea m¨¢s dif¨ªcil hacerse camino en la universidad que en la profesi¨®n.
La arquitectura moderna no se puede entender sin la tuberculosis
?Y usted por qu¨¦ lo eligi¨®? Yo no lo eleg¨ª. Me eligi¨® a m¨ª [risas]. Me encontr¨¦ con eso. Casi toda mi vida ha sido as¨ª. Me he ido encontrando con las cosas y me he ido encontrando tambi¨¦n a m¨ª misma. He ido llegando a los sitios y disfrutando de cada ocupaci¨®n. El placer es fundamental en la vida. Tienes que asegurarte de que amas lo que haces porque eso te crece y te hace crecer. Lo contrario es un tormento, imagino. Siempre he estado feliz con todo lo que hac¨ªa: feliz ense?ando, feliz investigando y, sobre todo, feliz escribiendo.
?Cu¨¢ndo descubri¨® que quer¨ªa dedicarse a escribir? Eso es lo que Nueva York me aport¨®: el placer de escribir. En Barcelona yo era muy competente: ense?aba, escrib¨ªa, hice incluso un peque?o libro. Pero actuaba sin el placer de perderte en las palabras. Eso lo aprend¨ª en Nueva York.
?C¨®mo se quit¨® de encima la culpa de disfrutar trabajando? [Risas]. Creo que los cat¨®licos disfrutan mucho. Mi madre es una gran vividora. Con casi 90 a?os no est¨¢ nunca en casa. Mi padre era m¨¢s asc¨¦tico. Tambi¨¦n m¨¢s exc¨¦ntrico, un exc¨¦ntrico mental introvertido. Eso tambi¨¦n tiene mucho que ver con lo que yo soy.Mi familia era conservadora. Pero mi padre ten¨ªa la idea de que las mujeres deb¨ªan ir a la universidad. Pensaba que en el futuro habr¨ªa muchas arquitectas. Si supiera lo dif¨ªcil que lo tenemos todav¨ªa¡
?Su madre trabajaba? No. Somos cuatro chicas y un chico, el cuarto; tal vez por eso mi padre insist¨ªa en el estudio. Pero estaba solo. Todo lo dem¨¢s nos lo contradec¨ªa. En Navidad ¨ªbamos a casa de mis t¨ªas y nos dec¨ªan: ¡°Qu¨¦ cosas m¨¢s raras se le ocurren a vuestro padre; no hag¨¢is caso o no os casar¨¦is nunca¡±.
Viviendas para todos' no es un eslogan vac¨ªo. Es una obligaci¨®n moral
?Alguna vez su padre le reproch¨® que se hubiera dedicado a la teor¨ªa en lugar de a construir? Siempre pens¨® que era una cosa pasajera. Yo tambi¨¦n.
?Sus hermanos tambi¨¦n se han encontrado a s¨ª mismos en otros lugares? La peque?a es m¨¦dico y estudi¨® y trabaj¨® en Londres, pero tras unos a?os regres¨®. El resto no se movi¨®. La mayor es fil¨®loga y dirige una biblioteca en Valencia. La tercera tambi¨¦n es fil¨®loga. Tuvo siete hijos, luego se separ¨® y ahora, finalmente, tiene un negocio. Mi hija dice que antes, cuando lleg¨¢bamos a Valencia, ¨¦ramos los m¨¢s raros ¨Cporque ella es hija de un arquitecto italiano¨C, pero est¨¢ convencida de que ahora los raros son ellos. Yo no me he querido casar nunca, pero llevo 25 a?os con la misma persona. Ahora toda la familia se ha complicado de forma m¨¢s interesante. La fantas¨ªa de la familia del catolicismo extremo ha explotado.
?Su hija vive con usted? No, tiene ya 27 a?os. Hace tiempo que es independiente. En EE UU, en cuanto se van a la universidad se independizan. Es urbanista y est¨¢ haciendo el doctorado. Estoy muy orgullosa de ella.
Las dos bienales de arquitectura m¨¢s significativas, la de Venecia y la iberoamericana, premian arquitecturas casi opuestas: experimentos art¨ªsticos y trabajos con pocos medios. ?Ese mensaje contradictorio despista? Me interesa much¨ªsimo Latinoam¨¦rica. Es incre¨ªble c¨®mo la hemos dejado de lado. La de Venecia tiene que volver a pensar qu¨¦ pretende hacer.
?La historia de la arquitectura es justa? ?Podr¨ªa haber alg¨²n genio oculto? Seguro que los hay. Pero lo que m¨¢s me interesa de la historia de la arquitectura son otras maneras de escribir esa misma historia. Ser¨¢ m¨¢s justa cuando sea m¨¢s inclusiva, y ser¨¢ m¨¢s inclusiva cuando reconozca que la arquitectura es una labor colaborativa en la que participan muchas personas. La historia no es solo injusta con personas y con proyectos espec¨ªficos, lo es con continentes enteros. Se trata de repensar c¨®mo se organiza la historia. En la de la arquitectura deber¨ªa quedar claro qui¨¦n merece estar. Hasta hace poco, ni se hablaba de los ingenieros, y muchos han sido protagonistas de la ¨²ltima arquitectura. Una historia de la arquitectura m¨¢s inclusiva traer¨ªa muchos m¨¢s tipos de protagonistas.
?Por qu¨¦ se complic¨® tanto el mensaje escrito de la arquitectura? Por inseguridad. Los que peor escriben son los que m¨¢s complican las cosas. Pero la escritura tambi¨¦n se complica cuando se complica la reflexi¨®n. No hay que temer la complejidad. La arquitectura es compleja. Pero la escritura no debe ser m¨¢s dif¨ªcil que lo que trata de describir.
?Ha afectado su capacidad anal¨ªtica a su manera de relacionarse con los dem¨¢s? Me parece que no. Dijo Susan Sontag que su trabajo era mejor que ella misma. Hab¨ªa muchas razones: ella trabajaba mucho sobre sus borradores, y como persona era el primer borrador. Yo soy tambi¨¦n el primer borrador.
?Qu¨¦ le lleva a investigar un tema? Si miras a las cosas mucho tiempo, ves lo extra?o en lo que crees conocer. Hay que dejar tiempo para que surja la extra?eza. Escribir es hacer una especie de psicoan¨¢lisis. Vas dejando algo tuyo en la mirada con la que trabajas y en lo que vas hallando. La mirada interdisciplinar es la que me interesa porque es m¨¢s amplia. Empec¨¦ a hacer una historia de la arquitectura moderna desde el punto de vista de la enfermedad, inspirada en el trabajo de Sontag.
?Qu¨¦ tiene que ver la enfermedad con la arquitectura? La arquitectura moderna no se puede entender sin la tuberculosis. La hemos estudiado desde todos los puntos de vista: el industrial, el est¨¦tico¡ Y nos hemos olvidado de lo m¨¢s obvio: la vida real. Lo que los arquitectos modernos ofrec¨ªan era casi como una receta de salud igual a la que propon¨ªan los manuales m¨¦dicos para tratar la tuberculosis: el aire libre, las terrazas, el sol, la blancura, la higiene¡ La tuberculosis domin¨® la primera mitad del siglo XX. Es normal que no solo estuviera en la literatura, sino tambi¨¦n en la arquitectura. No hablo de la arquitectura sanitaria. Es la arquitectura moderna la que internaliza este trauma inmenso que era la tuberculosis y trata de ayudar. Se vuelve curativa.
?Por qu¨¦ cree que a los pol¨ªticos les importa tan poco la arquitectura? Depende de los pol¨ªticos. Piense en el caso de Medell¨ªn.
?A Esperanza Aguirre se le escap¨® que a los arquitectos habr¨ªa que matarlos¡ Antes la figura del arquitecto se respetaba aqu¨ª m¨¢s que en otros pa¨ªses. Pero hoy, para medir la importancia de los pol¨ªticos en la arquitectura, y su valoraci¨®n, hay que mirar a Latinoam¨¦rica.
?Detecta cambios all¨ª? En Latinoam¨¦rica hay fuerza e intensidad. Yo me siento con la obligaci¨®n de estudiarlo atentamente, de analizar la historia de la arquitectura moderna all¨ª. En los a?os cuarenta, el MOMA organiz¨® exposiciones como Brasil builds y Latinoamerican architecture. Pero lo hizo como parte de la pol¨ªtica del pa¨ªs. Toda esa atenci¨®n obedec¨ªa a la intenci¨®n del Gobierno norteamericano de asegurarse de que Latinoam¨¦rica era una aliada. Fue una pol¨ªtica de buenos vecinos que luego, cuando los intereses pol¨ªticos se fueron para otro lado, se termin¨® y empezaron a preocuparse m¨¢s de lo que suced¨ªa en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Fue as¨ª como Latinoam¨¦rica dej¨® de existir culturalmente para el MOMA. Desapareci¨®. Y no solo del MOMA, tambi¨¦n de las revistas de arquitectura. Todas, de Domus a Casabella, ten¨ªan n¨²meros especiales sobre Brasil, Venezuela, M¨¦xico¡ Y de repente ese inter¨¦s se cort¨®. Y a m¨ª hay una cosa que dice el arquitecto colombiano Giancarlo Mazzanti que me interesa mucho: que a los pobres hay que darles lo mejor. Est¨¢ bien que en Medell¨ªn el edificio m¨¢s celebrado quede en el barrio m¨¢s miserable.
Aun as¨ª, ser¨ªa mejor si fuera un buen edificio. Es cierto que la Biblioteca Espa?a est¨¢ mejor resuelta por fuera que por dentro, pero es muy llamativa. A m¨ª me gusta. Me gusta la reacci¨®n de orgullo que ha generado en el barrio. Hay ni?as que llegan a las nueve de la ma?ana, cuando abren, y se quedan hasta que llega la noche, cuando cierran. Poder estar en una biblioteca con ordenadores y libros en lugar de tener que estar en la calle cambia la vida de una generaci¨®n.
?El reto de la arquitectura actual es econ¨®mico? De eso podemos aprender de Latinoam¨¦rica, de trabajar con la escasez. Y aprenderemos. Se deben buscar nuevas formas de funcionamiento. Parte del legado moderno es eso: viviendas adecuadas para todos. Esto no deber¨ªa ser un eslogan vac¨ªo. Es una obligaci¨®n moral.
Pero ese legado se qued¨® en viviendas burguesas para unos pocos. La intenci¨®n era m¨¢s amplia. Hay que volver a esa idea e investigar m¨¢s sobre ello. Las escuelas deber¨ªan dedicar atenci¨®n a estudiar una arquitectura que se pudiera hacer con medios escasos. Los arquitectos podr¨ªan ayudar mucho a la sociedad.
?Vota en EE UU? No. Me resisto a abandonar el pasaporte espa?ol. Pero si votara, ya puede imaginar mi elecci¨®n.
?Por qu¨¦ genera confianza Obama? Tiene aura.
?Solo eso? No ha hecho mucha pol¨ªtica, que, se supone, es lo que debe dar credibilidad a un pol¨ªtico¡ Ha sido decepcionante que gobernara m¨¢s al centro de lo que se esperaba, pero Obama gan¨® porque no hay opci¨®n. Ha sido una persona sumamente cuidadosa. Es demasiado educado. Ha tratado de negociar con los republicanos, pero con esa gente no se puede negociar. Si aqu¨ª quieren matar a los arquitectos, all¨ª quieren matarlos a todos: a inmigrantes, pobres, mujeres¡ Eso es lo que da miedo de verdad.?
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