Dos terroristas
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Un d¨ªa te levantas antes que salga el sol y calientas agua con fuego de brasas. Conversas con la soldado ugandesa Josephine que vive desde hace dos semanas en el campamento de comodidades m¨ªnimas y riesgo m¨¢ximo en la l¨ªnea del frente de Somalia (corre septiembre del 2012). Y zarpa el d¨ªa y el alminar. Venga Al¨¢, que ya te reclaman. Y este d¨ªa te sacas el polvo con el agua tibia de las ascuas, que huele a campo y no a guerra. Paseas entre soldados con cepillo de dientes y lega?as, te distraes con uno que ali?a el alba de buen humor con una canci¨®n de su pa¨ªs que puede que a?ore¡ y de repente, tienes delante a dos terroristas de Al Shabab. Desertores, decepcionados, aunque no arrepentidos. Mohamed y Fadil llevan la etiqueta de ¡°terroristas¡±. ?Por qu¨¦? Por que han sido hasta hace apenas unas horas milicianos de Al Shabab, es decir, muyahidines, luchadores de un grupo de islamistas armados que generan p¨¢nico a una parte de la poblaci¨®n y a los occidentales, sobretodo a los Estados Unidos (¨¦sta es la ¨²nica imagen que se exporta al mundo), pero que tambi¨¦n forja admiraci¨®n y respeto, por su patriotismo y valores religiosos. P¨¢nico. Tambi¨¦n han cultivado p¨¢nico los ataques a¨¦reos norteamericanos, con misiles o, m¨¢s tarde, con aviones no tripulados.
Ex miliciano de Al Shabab, en Merca, en septiembre de 2012. Fotograf¨ªa de G. Parellada
Al Shabab se asocia a las im¨¢genes de j¨®venes con cabezas envueltas y ornamentados con fusiles, a amputaciones, lapidaciones, a los que corren y se hacen estallar matando a decenas de personas o a autores de secuestros de occidentales. Impresiona. Sobretodo desde que se aliaron oficialmente con Al Qaeda. Aunque se olvida a menudo que es un grupo que se radicaliz¨® y creci¨® despu¨¦s que Etiop¨ªa (aliado de Estados Unidos en la regi¨®n) aniquilara a la Uni¨®n de Tribunales Isl¨¢micos, su versi¨®n moderada. Tras la intrusi¨®n et¨ªope, que invadi¨® Somalia, muchos j¨®venes se arrimaron al extremo.
Los shababs ¨Ctraducido, "los chavales", queda menos espectacular- no son los ¨²nicos que van armados en Somalia, ni por asomo. Los kalash, las metralletas y otras m¨¢quinas de guerra circulan con mucha facilidad. Los se?ores de la guerra, los distintos clanes, los pastores, mucha gente tiene armas. Tambi¨¦n la Uni¨®n Africana, claro. Y los mercenarios. Pero Al Shabab se ha hecho fuerte en los ¨²ltimos seis a?os, porque tiene capacidad militar y apoyo popular. Fadil y Mohamed creyeron que unirse a Al Shabab era lo correcto y fueron milicianos durante m¨¢s de cuatro a?os. Se entrenaron en Merca y lucharon en distintas zonas del pa¨ªs participando tambi¨¦n para defender la capital, Mogadiscio.
Armas de Al Shabab recuperadas por la Misi¨®n de la Uni¨®n Africana (AMISOM), Merca. Foto: G. P.
Han dejado Al Shabab hace dos d¨ªas. Y ahora se ahogan en el desconcierto. Est¨¢n en casa del enemigo. En la base de los ugandeses, en el campo militar de las fuerzas de paz de la Uni¨®n Africana, las que han sido objetivo a eliminar durante sus a?os de servicio. Al Shabab tiene dos misiones: defender el islam en Somalia y proteger Somalia de los invasores, no por infieles sino por entrometidos. No es que no aprecien a los extranjeros por el simple hecho de serlo, ellos tienen a muchos en sus filas (yemen¨ªes, paquistan¨ªes, afganos, incluso americanos), pero no acaban de ver porqu¨¦ tienen que plegarse ante aquellos que vienen a dar lecciones. Y menos, los que se permiten el lujo de bombardearles, como han hecho los norteamericanos, los kenianos y los et¨ªopes, adem¨¢s de los ugandeses y burundeses vestidos de pacificadores.
Fadil y Mohamed no pueden saber qu¨¦ les propondr¨¢ ¨¦sta vez el destino. ?Acaso lo han sabido alguna vez? Empezaron a luchar con 14 y 15 a?os respectivamente. Me relampaguea un esbozo imaginario de su cronolog¨ªa: nacen en un desordenado pa¨ªs mojado por el ?ndico sin barreras claras entre lo bueno y lo malo, sin leyes y con muchas armas, donde uno no hace m¨¦ritos para morir pero la casualidad te puede matar en cualquier momento. Los ni?os crecen entre alianzas cl¨¢nicas que deben ser cosa de mayores porque no entienden; lo ¨²nico que queda claro es que Al¨¢ es Dios, Mahoma el profeta y el Islam, el buen camino. Siguen siendo ni?os hasta que un d¨ªa llega Al Shabab, propone orden, leyes isl¨¢micas y guerra santa. Suena de buen fiel. Se le unen. Luchan, pasan miedo, matan, corren, rezan, r¨ªen, se aburren y se entrenan para cargarse a los ugandeses de la misi¨®n de paz. Creen estar defendiendo su pa¨ªs y el Islam. Hasta que se dan cuenta que los ¡°luchadores extranjeros¡± dentro de Al Shabab mandan demasiado y que sus l¨ªderes ¡°solo miran por ellos mismos¡±, como cuenta Fadil.
Merca, Somalia. Foto: G. P.
En todo caso unos llevan la etiqueta de terroristas y otros la de pacificadores. Como en las pel¨ªculas de indios y vaqueros.
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