Establecer la verdad
El drama de los ni?os robados exige, adem¨¢s de justicia, una comisi¨®n que averigue qu¨¦ ocurri¨®
La muerte de sor Mar¨ªa G¨®mez Valbuena, ¨²nica persona imputada hasta ahora por los beb¨¦s robados para ser dados en adopci¨®n, supondr¨¢ el archivo de las dos causas en las que figuraba como ¨²nica imputada, a no ser que aparezcan nuevos indicios que se?alen otros posibles culpables. El previsible archivo es una muestra de las dificultades a las que se enfrenta la investigaci¨®n judicial de un drama que tuvo como escenarios cl¨ªnicas y hospitales de toda Espa?a y que se prolong¨® por lo menos entre 1959 y 1987. Muy pocas de las casi 2.000 denuncias interpuestas hasta ahora han prosperado. Hoy, EL PA?S cuenta un caso m¨¢s, el de Carmen D¨ªaz, que demuestra las dificultades de las familias para llegar a la verdad. Muchas de las causas, como la suya, han sido archivadas y otras languidecen por la dificultad de investigar los hechos.
Pese a que el Ministerio de Justicia ha prometido recursos para los afectados para allanar el camino, como el banco de ADN, lo cierto es que hasta ahora la v¨ªa judicial est¨¢ dando escasos frutos. Es de esperar que la circular emitida por la Fiscal¨ªa General del Estado el pasado diciembre unificando los criterios a seguir d¨¦ ahora un nuevo impulso a la v¨ªa judicial. El fiscal general se?al¨® que el delito no prescribe hasta pasados 10 a?os desde que la v¨ªctima se entera de su condici¨®n, y orden¨® a los fiscales la b¨²squeda activa de pruebas. Es una medida no solo justa, sino necesaria para preservar la maltrecha moral colectiva de este pa¨ªs, pues no hay nada tan corrosivo como tener evidencias de que se ha cometido una terrible injusticia con miles de personas y que los tribunales miren a otro lado.
Los relatos obtenidos hasta ahora son tan estremecedores que no pueden quedar en la impunidad. Quienes facilitaron el robo de los beb¨¦s y despu¨¦s las adopciones ilegales actuaron movidos por una mezcla de fanatismo religioso e ideol¨®gico que se encarniz¨® especialmente con las madres solteras. Tambi¨¦n hubo detr¨¢s de muchas de las actuaciones motivaciones econ¨®micas, pues las familias adoptantes pagaron en ocasiones importantes sumas por la entrega de los reci¨¦n nacidos.
La justicia debe hacer su trabajo con diligencia. Pero, por su extensi¨®n, por la prolongaci¨®n en el tiempo y por la alarma que produce saber que muchos de estos robos se perpetraron bajo el paraguas de entidades religiosas y sanitarias, lo ocurrido es una lacra en nuestra historia reciente que requiere un esfuerzo adicional de clarificaci¨®n. A tal fin, deber¨ªa estudiarse la posibilidad de crear una comisi¨®n de la verdad, independiente e integrada por personalidades de prestigio, que ampare a las v¨ªctimas y permita averiguar qu¨¦ ocurri¨®. Una comisi¨®n de este tipo podr¨ªa recabar el testimonio protegido de muchas personas que ahora callan y tener acceso a documentaci¨®n oculta. Existen precedentes en los que inspirarse, desde la Comisi¨®n por la Verdad y la Reconciliaci¨®n que presidi¨® en Argentina el escritor Ernesto S¨¢bato a la que se cre¨® en Sud¨¢frica con Nelson Mandela, presidida por Desmond Tutu.
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