Y lo que queda

Cuando cre¨ªamos haberlo visto todo en cuestiones de corrupci¨®n, llegan nuevos casos a rizar el rizo y dejarnos bisojos. La situaci¨®n degenera r¨¢pidamente: ahora ya no solo malversamos y cometemos irregularidades a troche y moche, sino que adem¨¢s hacemos el rid¨ªculo con petardas del nivel de Zoe Alameda y su comunicado delirante. Por todos los Santos, ?ya es que no somos competitivos ni para robar (presuntamente)!

Me pregunto si ser¨¢ por eso, por esa falta de elegancia y de profesionalidad en el latrocinio (reconozcamos que lo de los trajes y los pelucos de oro de G¨¹rtel fue otra horterada), por lo que al PP se le ha ocurrido la peregrina idea de educar a los ni?os desde los 11 a?os en temas fiscales. Sostienen los peperos que as¨ª cumplir¨¢n con Hacienda al ser mayores, pero a m¨ª me parece un argumento absurdo. Porque para no defraudar no es necesario tener formaci¨®n fiscal, sino moral. Lo que permite y fomenta que este pa¨ªs sea una maldita cueva de ladrones es nuestra a?eja y b¨¢rbara carencia de conciencia social; haber nacido y crecido en un pa¨ªs estructurado en hordas en el que lo p¨²blico no es de nadie y en donde el bien com¨²n es considerado como el coto de caza y principal proveedor de la riqueza de tu tribu: por eso quienes m¨¢s roban al Estado han sido siempre vistos como unos lumbreras admirables y simp¨¢ticos. Menos mal que la cruda situaci¨®n que ahora vivimos est¨¢ haciendo que esos golfos nos empiecen a parecer cada d¨ªa un poco menos listos y bastante m¨¢s guarros (puede que al final termine saliendo algo bueno de esta asquerosa crisis). En cualquier caso, ese es el ¨²nico camino posible de regeneraci¨®n social: tenemos que cambiar nuestros valores desde dentro. Sin esa base ¨¦tica, me temo que ense?ar trucos fiscales a los ni?os solo conseguir¨ªa convertirlos en defraudadores m¨¢s competentes.