Hasta d¨®nde llegar con un montaje expositivo
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2HNQNL4UBEGTRXCNFDDBEITTB4.jpg?auth=969a6a26e35a9b1a1239773380f7986293dcf46025b7ae94ebe43a4e6db60003&width=414)
FOTO: Miguel de Guzm¨¢n/ Imagen subliminal
Para un arquitecto, montar una exposici¨®n exige hacer algo m¨¢s que trabajar con el silencio. La habitaci¨®n blanca no es un montaje, es el bastidor del montaje. Sin embargo, pocas decisiones hay perores que redundar y hacerse eco de lo expuesto para organizar el espacio de la muestra. As¨ª, entre el segundo plano y la voz propia, los montajes expositivos constituyen un terreno pantanoso del que no es f¨¢cil salir airoso.
Los arquitectos Clara Sol¨¤-Morales y Eduardo Cadaval han realizado un buen n¨²mero de montajes con ¨¦xito. En el Palau Robert de Barcelona organizaron una muestra sobre Reporteros sin fronteras y otra titulada Els ulls del mon (Los ojos del mundo) para la que apenas emplearon nada m¨¢s que telas blancas. Sin embargo, las telas construyeron escenarios din¨¢micos capaces de subrayar las im¨¢genes expuestas. A pesar de esos m¨¦ritos, lejos de repetir una f¨®rmula, estos proyectistas han sido capaces de encontrar una voz para cada uno de sus trabajos. Incluso para los que abundaban en una misma autora. Ha sido el caso de la escultora Susana Solano, para quien ya firmaron el montaje de la muestra celebrada en la Fundaci¨®n ICO de Madrid hace cinco a?os. Si en aquella ocasi¨®n opon¨ªan la rugosidad de los cartones a la frialdad de los grandes hierros de la escultora, esta vez para mostrar la obra gr¨¢fica de Solano, el espacio ha desplazado al tacto. Y por supuesto, a la vista. Fue la propia escultora la que solicit¨® de los arquitectos un embalaje a la altura: ¡°car¨¢cter para la exposici¨®n¡±. Pueden visitar el resultado hasta el 24 de febrero.
En la Casa de la Moneda de Madrid, el montaje de esta exposici¨®n de dibujos ¨Ctrata de acercarse a la escala de los propios dibujos. Para ello, los arquitectos han ideado cuatro artilugios destinados a forzar una relaci¨®n ¨ªntima con el peque?o formato de los trabajos. Las piezas grandes simplemente se muestran en un marco desnudo, pero los dibujos peque?os, quedan acogidos, ampliados en lugar de enmarcados, gracias al juego de escalas que ofrecen los diversos soportes.
La Casa de la Moneda tiene un taller de carpinter¨ªa y por eso los arquitectos trabajaron en esta ocasi¨®n con madera. Con la voluntad de la artista y los medios del local, el hacer de los proyectistas consisti¨® en partir la muestra en tres por una simple cuesti¨®n de escala. ¡°Cada escala necesita un espacio propio¡±, afirma Cadaval.
De este modo, los cajones suspendidos no s¨®lo recogen al visitante junto a los dibujos, tambi¨¦n dirigen sus recorridos. Blancos por dentro y negros por fuera, estos cuerpos geom¨¦tricos marcan el ritmo de la visita. Quien observa un dibujo queda as¨ª enmarcado junto a esa obra gr¨¢fica, y el resto de los visitantes desaparece para quien est¨¢ contemplando una de las obras de menor tama?o.
Son cuatro los dise?os flotantes, las intervenciones de los arquitectos, una por sala, que, casi como una escultura m¨¢s, subrayan el car¨¢cter de la muestra. Sin embargo, fueron los espacios, las cuatro salas, las que ayudaron a definir los vol¨²menes de cada una de estas intervenciones. As¨ª, un simple caj¨®n bajo sirve en la primera sala para ver v¨ªdeos. Sin embargo, alineado con el acceso a la segunda sala, un tubo alberga una serie de obra gr¨¢fica, mientras que en la tercera sala es la intersecci¨®n de dos tubos la que rompe la monoton¨ªa del espacio blanco y mudo.
Para reforzar la idea de montaje, las construcciones ense?an la estructura, la torniller¨ªa usada y hasta la iluminaci¨®n industrial consistente en un fluorescente central en cada cuerpo. Por eso, a pesar de, o precisamente gracias a su simplicidad, las construcciones consiguen hablar sin molestar. Los artilugios que organizan la muestra hacen que ¨¦sta funcione en todas las escalas y con todo tipo de visitas: a los escolares los ordenan y a quien llega solo, lo acompa?an.
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.