La otra naci¨®n
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Fotograf¨ªa: EFE.
El mi¨¦rcoles y jueves de esta semana tendr¨¢ lugar en el Congreso de los Diputados uno de los debates sobre el estado de la naci¨®n m¨¢s trascendentales de nuestra democracia. Incluso con el escler¨®tico formato del sistema parlamentario espa?ol, todas las ocasiones en las que Gobierno y partidos ofrecen un debate p¨²blico sobre el conjunto de los asuntos que nos afectan son una oportunidad especial. Pero en este caso la relevancia est¨¢ magnificada por la sensaci¨®n de ¡®Estado fallido¡¯ que provocan los continuos casos de corrupci¨®n y, muy especialmente, por la profunda brecha que se ha abierto entre la sociedad y sus representantes pol¨ªticos.
Durante meses, de las formas m¨¢s variopintas y con los protagonistas m¨¢s diversos ¨Cdesde movimientos de barrio a asociaciones judiciales- la sociedad ha estado enviando al establishment pol¨ªtico el mismo mensaje: no nos representan. Sus prioridades, su discurso, sus formas no son las nuestras. La excepci¨®n permanente en la que desenvuelven sus actividades, su opacidad extrema, sus privilegios, sus balones fuera, la vulgaridad de su lenguaje y la mediocridad de sus propuestas siempre han sido dif¨ªciles de aceptar. Ahora, cuando nuestro pa¨ªs est¨¢ entrampado en este aparente callej¨®n sin salida, resultan sencillamente intolerables.
En este contexto, el Gobierno y los partidos pol¨ªticos pueden abordar el debate de dos maneras diferentes: continuar con el business as usual que han aplicado en los ¨²ltimos meses u ofrecer algunas se?ales de que han entendido el mensaje. Este blog espera de ellos que discutan cuestiones fundamentales como la desigualdad creciente y la disoluci¨®n de nuestra estado del bienestar, que se manifiestan en desahucios, pobreza infantil o apartheid sanitario. Pero en este momento las formas pesan tanto como los contenidos. La sociedad no se subir¨¢ a su tren a menos que los partidos representados en el Parlamento ofrezcan una nueva transici¨®n democr¨¢tica basada en la transparencia y la rendici¨®n de cuentas: acceso pleno a la informaci¨®n p¨²blica, sin excepciones institucionales; reforma electoral; dimisiones; cuarentena inmediata para los imputados; independencia fiscal, judicial y de los ¨®rganos de control. Nada menos.
Lamentablemente, dudo mucho que nada de esto vaya a ocurrir. No existe transparencia o rendici¨®n de cuentas porque buena parte de estos partidos que debatir¨¢n el mi¨¦rcoles se han tomado muchas molestias para garantizar que la opacidad y la impunidad sean las reglas del juego del sistema.
As¨ª que no tengo m¨¢s esperanza en el cambio desde dentro que la posibilidad de una autocombusti¨®n. Todo lo dem¨¢s vendr¨¢ ¨²nica y exclusivamente de la presi¨®n social: los profesionales sanitarios que dignifican cada fin de semana las calles de nuestras ciudades; los activistas anti-desahucios que muestran sus garras en las viviendas de los afectados y las comisiones del Congreso; los ciudadanos que rodean el Parlamento de cuando en cuando; los m¨¦dicos objetores al apartheid sanitario; las ONG que pelean cada euro para sostener la solidaridad exterior de nuestro pa¨ªs¡ Ellos representan a la otra naci¨®n, de la que dif¨ªcilmente escucharemos hablar esta semana en el Congreso.
[Con esta entrada abrimos en @3500M una serie que abordar¨¢ desde diferentes perspectivas el debate sobre el estado de la naci¨®n. Adem¨¢s de los directores de Amnist¨ªa Internacional, Greenpeace e Interm¨®n Oxfam (que entregan este mediod¨ªa en el Congreso de los Diputados un dec¨¢logo de prioridades para el debate), tendremos la suerte de contar con Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª, autor del blog vecino Micropol¨ªtica.]
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