La embestida del c¨®mico (y Espa?a)
Los desplantes del PSC al PSOE pueden servir para renovar el socialismo
Por ins¨®lito y por l¨²cido, un art¨ªculo reciente en este peri¨®dico destaca sobre la inmensa mayor¨ªa en torno a la situaci¨®n pol¨ªtica de la Italia de hoy. La escritora nacida en 1965, Melania G. Mazzucco, ha ofrecido una lectura a contracorriente y perspicaz de lo que ha sucedido all¨ª, m¨¢s all¨¢ del desconcierto y la inquietud cierta por un estilo, una verbosidad y unos m¨¦todos nuevos. Ella no establece v¨ªnculo alguno con Espa?a pero la analog¨ªa es algo m¨¢s que plausible, aunque aqu¨ª todav¨ªa no exista nada semejante al partido que encarna Grillo (hasta que alguien embarque a Jordi ?vole o al Wyoming). Digo que lo encarna Grillo porque no lo va a representar pol¨ªticamente ya que no figura en las listas ni del Congreso ni del Senado.
Su significado seguramente es otro, y quiz¨¢ constituye la primera concreci¨®n pol¨ªtica y masiva en Europa de cambios de ciudadan¨ªa fraguados en plena crisis. Su electorado no es apol¨ªtico ni es antisistema, aunque lo parezca, porque representa a un 25 por ciento del electorado y es la segunda fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs (y no olvido que tambi¨¦n Hitler obtuvo buenos resultados en las elecciones que le dieron el poder en 1933; pero me parece que es un antecedente ineficaz para comprender lo que sucede ahora). Seguir desautoriz¨¢ndolo puede reconfortar a las m¨²ltiples viejas guardias que velan por nosotros, pero es tambi¨¦n la mejor manera de escurrir el bulto y seguir en trance de meditaci¨®n (o catatonia). Han construido una alternativa pol¨ªtica con m¨¦todos inusuales, nacidos de formas at¨ªpicas del populismo (lo suger¨ªa Llu¨ªs Bassets en otro art¨ªculo) y, sobre todo, han sabido representar a un electorado movilizado y muy sensible no s¨®lo a la crisis sino a la corrosi¨®n social y pol¨ªtica que vive una Europa cautiva del poder financiero y econ¨®mico.
En Espa?a, mientras tanto, la izquierda socialista se ha enredado en un fenomenal embrollo que admite varias lecturas, y quiero proponer una un tanto antip¨¢tica y hasta un punto esot¨¦rica (por fantaseada). Pero me parece que los desplantes que el PSC acaba de infligir al PSOE no son improvisaciones ni nacen de la desesperaci¨®n (o no solo). Pueden constituir las primeras medidas, unilaterales y en ese sentido desleales, para hacer efectiva la renovaci¨®n profunda del socialismo y, m¨¢s en general, de la misma izquierda en Espa?a.
Dicho de otro modo: la decisi¨®n de pedir la abdicaci¨®n del Rey en la misma jornada en que P¨¦rez Rubalcaba deb¨ªa contestar a Rajoy es una exhibici¨®n desconcertante de independencia pol¨ªtica, como si el PSC se hubiese tomado por su cuenta la libertad de actuar al margen de los intereses del partido en el resto de Espa?a. A todas luces, esa decisi¨®n causa un perjuicio pol¨ªtico al PSOE al fragmentar el foco medi¨¢tico e indirectamente boicotear al l¨ªder del propio partido. Habr¨¢ que deducir una intencionalidad pol¨ªtica distinta para explicarlo, evidentemente, y quiz¨¢ tiene que ver con la necesidad de reclamar un peso pol¨ªtico que en el PSOE se reconoce en las victorias y se olvida a toda prisa. Por eso me parece que la propuesta de abdicaci¨®n ¡ªun tanto extravagante en un socialista republicano¡ª fue s¨®lo la primera fase de una estrategia para recuperar el protagonismo que ha perdido la pol¨ªtica frente a la corrupci¨®n obscena y la crisis criminal.
La segunda fase fue la decisi¨®n de respaldar la solicitud de abrir negociaciones con el Estado para promover una consulta en torno al ¡°futuro¡± de los catalanes. Eso tiene poco que ver con el independentismo o el soberanismo, y entenderlo como un respaldo al ¡°proceso soberanista¡±, como ha hecho Artur Mas, se parece mucho a la intoxicaci¨®n pura y dura. Hay una sustancial diferencia entre ambas cosas: una es rechazar la declaraci¨®n de afirmaci¨®n soberanista del Parlament hace unas semanas y otra es respaldar el inicio de un di¨¢logo para una eventual consulta (indeterminada todav¨ªa).
La independencia del PSC respecto al PSOE reforzar¨ªa su catalanismo
Aunque la jugada sea arriesgada, no creo que se hayan vuelto locos en el PSC. El efecto ha sido previsible donde deb¨ªa serlo: en la respuesta hostil de pol¨ªticos hiperamortizados de la democracia que han reprobado a los d¨ªscolos y les han afeado la deslealtad. Es l¨®gico que haya sido as¨ª: se ha hecho visible y p¨²blica la resistencia del PSOE a cambiar el funcionamiento de sus relaciones con el PSC. Pero sospecho que hoy algunos de esos nombres hist¨®ricos resistentes (Guerra, Bono, Rodr¨ªguez Ibarra) representan flagrantemente el peor lastre para hacer del PSOE una alternativa atractiva de poder.
Las cosas han cambiado a lo bestia en el ¨²ltimo lustro: no s¨®lo porque la crisis golpea con ferocidad donde fue inimaginable que lo hiciera, sino tambi¨¦n porque en ese mismo per¨ªodo el eje pol¨ªtico de Catalu?a se ha alterado tambi¨¦n. Lo segundo puede ser efecto de lo primero, de acuerdo; pero lo evidente es un desplazamiento significativo desde un nacionalismo negociador hacia una reclamaci¨®n abierta y directa de independencia. Pero no habr¨ªa que precipitarse en prejuzgar las consecuencias de ese desplazamiento porque los catalanes no nos hemos hecho independentistas en masa, al menos de acuerdo con la m¨¢s sencilla lectura del actual Parlament (y ni siquiera del Govern, por cierto).
La escandalosa gestualidad pol¨ªtica del PSC busca, por tanto, forzar la reconstituci¨®n del propio PSOE. Y la ¨²nica v¨ªa de resurrecci¨®n del PSC en Catalu?a pasa por consolidar su independencia plena del PSOE. Es el instrumento formal (y medi¨¢tico) que puede garantizar una libertad de movimientos que hoy los socialistas catalanes no tienen y puede corregir la percepci¨®n ciudadana de ser instrumentos subordinados a los intereses estrat¨¦gicos del PSOE.
La b¨²squeda de una nueva relaci¨®n fortalecer¨ªa la credibilidad de un discurso ideol¨®gico en Catalu?a hoy casi enteramente diluido porque sigue atrapado en el eje nacional: que si catal¨¢n, que si catalanista, que si independentista. Pero facilitar¨ªa tambi¨¦n la apertura a su izquierda, incluida la difusa movilizaci¨®n social en marcha, con miras puestas en el futuro. La independencia con respecto al PSOE respaldar¨ªa de cara a la sociedad catalana, sin complejos y de forma rotunda, una catalanidad obvia, incluido un catalanismo vibrante, pero en todo caso ajeno al independentismo (igual que ahora). Y a su vez obliga al PSOE a comprender que las circunstancias han cambiado en Catalu?a. Imagino esa renegociaci¨®n de relaciones entre PSOE y PSC como un microensayo de federalismo a escala de partido, aunque de ese cambio de relaciones se derivar¨ªa otra secuela m¨¢s. Y es que sin que el PSC restituya su credibilidad ideol¨®gica en Catalu?a el PSOE tiene dif¨ªcil el regreso al poder en Espa?a. Eso fue as¨ª antes y parece que va a seguir siendo as¨ª, de modo que la renovaci¨®n urgente y profunda del PSOE puede empezar justamente por una nueva relaci¨®n con el PSC. Y aunque ese sea s¨®lo uno de los ingredientes del fenomenal atolladero de la izquierda.
Todo esto, naturalmente, bajo el supuesto de que el numantinismo en el PSOE no ser¨¢ tan alto como para ir al suicidio pol¨ªtico directo montando una delegaci¨®n del PSOE en Catalu?a, al margen del PSC. Por lo dem¨¢s, quedan otras salidas, siempre las hay. Pero igual ya simplemente consisten en encajar un d¨ªa u otro la embestida (presuntamente sorpresiva) de un futuro l¨ªder medi¨¢tico, m¨¢s o menos popular y alocado, capaz de atraer el voto rebotado que el PSOE (y el PSC) han ido perdiendo galopantemente en los ¨²ltimos a?os (y sin que lo hayan sabido capitalizar y conservar tampoco IU ni ICV).
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.