Delaciones muy cristianas
Hace unas semanas me refer¨ªa de pasada a las portadas ¨Cnada menos¨C y reportajes y art¨ªculos que les hab¨ªan ca¨ªdo, en la prensa m¨¢s secuaz del Gobierno, a Maribel Verd¨² y a la dem¨¢s gente de cine que en la gala de los premios Goya se atrevieron a hacer alguna cr¨ªtica a la innegablemente desastrosa situaci¨®n econ¨®mica, en la que sobre todo est¨¢n padeciendo las clases pobres y medias y de la que es muy responsable ese Gobierno. Con una puerilidad rid¨ªcula, s¨®lo comparable a su mala fe ¨Cs¨®lo que ¨¦sta casi nunca es rid¨ªcula¨C, dicha prensa vino a defender esta tesis anticuada y grotesca: ¡°Si ganas dinero y posees alguna propiedad, si te va bien y vives bien, no tienes derecho a meterte con el capitalismo; menos a¨²n a censurar las injusticias de los pol¨ªticos al servicio de ese sistema; ni siquiera a afearles que hayan incumplido todas sus promesas electorales, favorecido los desahucios a menudo abusivos e inmisericordes, subido todos los impuestos y bajado los sueldos de los funcionarios, recortado brutalmente en educaci¨®n, investigaci¨®n, sanidad y cultura, y adem¨¢s se nieguen a dar explicaciones sobre los graves indicios de corrupci¨®n y financiaci¨®n ilegal que pesan sobre su partido; ni siquiera tienes derecho a llamar la atenci¨®n sobre la desgracia a que est¨¢n abocadas muchas personas¡±.
Esta prensa, mucha de ella ¡°profundamente religiosa y cat¨®lica¡±, se delata a s¨ª misma con el anterior razonamiento, ya que lo que viene a decir es tambi¨¦n esto: ¡°Hay que ahondar la separaci¨®n entre ricos y pobres. Si uno es lo primero, tiene que desentenderse de los segundos, ah¨ª se pudran, y cerrar filas con todos los ricos, a los que pertenece. Est¨¢ obligado a apoyar la exclusi¨®n de los desfavorecidos y torpes, o su marginaci¨®n, o su hundimiento. Ha de estar a favor de la banca, de los grandes empresarios y de los pol¨ªticos que los protegen¡±. Para esos periodistas, no existen diferencias respecto a la forma de haber hecho fortuna. Y sin embargo no es lo mismo haberla hecho con el propio trabajo o con la propia suerte, sin robar, enga?ar, estafar, explotar ni corromper a nadie, que haberla conseguido gracias al esfuerzo ajeno, a la especulaci¨®n, a la usura, al aprovechamiento de los apuros de otros, al latrocinio, al enchufe o al amiguismo. Con esto no quiero decir que todos los bancos y los grandes empresarios se hayan dedicado a eso. En absoluto. Pero s¨ª que dif¨ªcilmente los actores, m¨²sicos, escritores, pintores y artistas en general han podido incurrir en nada de ello. No es tan improbable en el caso de productores, editores, etc. Pero lo que son los ¡°creadores¡± ¨Ccomo se los llama cursimente¨C, lo tienen casi imposible. Si a una actriz se le paga un gran sueldo, es porque los espectadores han decidido que les gusta ir a verla en masa, y no les quepa duda de que quien le ofrece ese salario sabe que va a enjugar el gasto y adem¨¢s a obtener beneficios. Lo mismo ocurre con el cantante cuyas canciones se escuchan o con el escritor cuyas novelas se leen. Estos ¨²ltimos suelen percibir s¨®lo el 10% de lo que al comprador le cuesta su libro, y el resto va al editor (que ha arriesgado su dinero), al distribuidor y al librero. Es mucha la gente que depende de que un ¡°creador¡± de ¨¦xito ¡°cree¡± algo nuevo ¡ y le vuelva a sonre¨ªr la suerte, que jam¨¢s est¨¢ garantizada.
La prensa m¨¢s secuaz al Gobierno defiende una tesis grotesca: "Si ganas dinero, si te va bien, no tienes derecho a meterte con el capitalismo"
En el diario cat¨®lico por excelencia, veo un reportaje titulado ¡°El capitalismo sienta bien a los actores m¨¢s cr¨ªticos¡±, en el que, a lo largo de tres p¨¢ginas enteras, se detalla, en plan denuncia McCarthista, lo que ¨¦stos poseen, con algunos datos que deben de ser privados y provenir, por tanto, de un informante de Hacienda. ?Y vean qu¨¦ esc¨¢ndalo! La actriz A tiene un apartamento de 50 metros en su localidad natal y un piso de 90 en Madrid, c¨®mo osa criticar nada. La actriz B, que se refiri¨® a los desahucios, hizo hace a?os un anuncio de hipotecas (?es que todas son enga?osas?) y es propietaria de tres o cuatro pisos, alguno junto con sus hermanas, qu¨¦ canallada. Y su marido es productor de ¨¦xito, menuda infamia. El c¨®mico C, ¡°que todo lo critica¡±, se compr¨® ¡°un unifamiliar¡± con una hipoteca de La Caixa, como si no hubieran recurrido a ellas todos los espa?oles ¨Cincluso los banqueros m¨¢s acaudalados¨C que han adquirido una casa. Y as¨ª uno por uno de los que se atrevieron a alzar la voz en los Goya. El lector manipulable, e ingenuo, el fan¨¢tico o el meramente idiota, exclamar¨¢: ¡°Qu¨¦ pandilla de c¨ªnicos¡±. Y el reportaje-delaci¨®n contribuir¨¢ a que quien las est¨¢ pasando canutas se cabree con los actores por tener ¨¦stos dinero ¡ todav¨ªa. No se parar¨¢ a pensar en que lo han ganado honradamente y sin abusar de nadie.
Vivimos en un sistema capitalista (ahora muy salvaje y despiadado), lo hemos elegido o nos lo han servido, tanto da. No nos queda m¨¢s remedio que adecuarnos a ¨¦l, pero eso no nos impide preocuparnos por los dem¨¢s, procurar que no se los esquilme ni enga?e, que no se los saquee ni se los arroje a la indigencia, independientemente de nuestra particular fortuna. Es lo que el catolicismo ha dicho predicar siempre. Algunos de los peri¨®dicos m¨¢s beatos y papistas, sin embargo, se indignan porque los agraciados no se olviden de los desdichados y despojados, y presentan a aqu¨¦llos como poco menos que a bandidos. ?Tienen pisos y empresas, f¨ªjense, qu¨¦ sinverg¨¹enzas! Eso se llama, en efecto, esp¨ªritu cristiano.
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