Sacar partido al ego¨ªsmo
Aun demonizado por la sociedad, el ego¨ªsmo es necesario. Sin embargo, saber diferenciar entre sus distintas formas es clave para disfrutar de las relaciones con los dem¨¢s.
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Tacharnos de ¡°ego¨ªstas¡± es una de las peores etiquetas que nos pueden poner. En general lo asociamos con ser ¡°mezquino¡±, ¡°ruin¡± e incluso ¡°mala persona¡±. Curiosamente, es dif¨ªcil ¨Cpor no decir imposible¨C encontrar un ser humano que no lo sea. De hecho, cada vez que se?alamos el ego¨ªsmo de otro lo hacemos porque se ha comportado de manera que no nos beneficia o directamente nos perjudica. As¨ª, tildamos de ¡°ego¨ªstas¡± a todos los que piensan m¨¢s en sus necesidades que en las nuestras.
Etimol¨®gicamente, la palabra ego¨ªsmo procede del lat¨ªn ego, que significa yo. Lo cierto es que ser ego¨ªstas no es bueno ni malo; es necesario. Necesitamos pensar en nosotros mismos para sobrevivir f¨ªsica y emocionalmente. Por m¨¢s que nos cueste reconocerlo, todo lo que hacemos es por nosotros mismos. ?Por qu¨¦ emparejarse? ?Por qu¨¦ decidir ser padres? ?Por qu¨¦ cultivamos relaciones de amistad? ?Por qu¨¦ trabajamos? ?Por qu¨¦ ayudamos a los dem¨¢s?
Al analizar en profundidad las motivaciones que residen detr¨¢s de nuestras decisiones y conductas, siempre encontramos una ganancia, por peque?a que sea, que justifica que las hayamos llevado a cabo. Ahora bien, en funci¨®n de cu¨¢l sea nuestro nivel de consciencia, nuestro grado de comprensi¨®n y nuestro estado de ¨¢nimo, este ego¨ªsmo puede vivirse de tres formas muy diferentes.
La invisibilidad del egocentrismo
Una orquestra formada por 100 m¨²sicos estaba ensayando el d¨ªa antes de un importante concierto. De pronto, un electricista entr¨® en la sala dando un portazo, lo que distrajo a varios int¨¦rpretes, que desafinaron un par de notas. Seguidamente, el operario abri¨® su caja de herramientas, sac¨® un taladro el¨¦ctrico y empez¨® a desmontar unas butacas. El ensordecedor ruido provocado por el taladro hizo que los 100 m¨²sicos dejaran de tocar sus instrumentos casi al mismo tiempo. Y el electricista, nada m¨¢s darse cuenta, se gir¨® hacia el escenario y les dijo: ¡°?Oh!, por favor, sigan tocando. ?A m¨ª no me molestan!¡±.
El primer tipo se denomina ego¨ªsmo egoc¨¦ntrico, aquel que orienta nuestro comportamiento a saciar ¨²nicamente el propio inter¨¦s. Cegados por nuestros deseos, aspiraciones y expectativas, vamos por la vida sin tener en cuenta la repercusi¨®n que nuestras palabras y actos ocasionan sobre los dem¨¢s. Parad¨®jicamente, al esperar que el mundo gire alrededor de nuestro ombligo, nuestra existencia suele estar marcada por la lucha, el conflicto y el sufrimiento.
Tiranizados por este egocentrismo, nos empachamos tanto de nosotros mismos que somos incapaces de empatizar con las personas con las que interactuamos. El ego ocupa tanto espacio que apenas dejamos sitio para los dem¨¢s. El ego¨ªsmo egoc¨¦ntrico se nutre de nuestra sombra o lado oscuro, esto es, carencias, frustraciones y miedos. Estas son las armas con las que guerreamos contra nosotros mismos y, por ende, contra los dem¨¢s.
Este ego¨ªsmo egoc¨¦ntrico es la ra¨ªz desde la que vamos construyendo una personalidad victimista y reactiva, quej¨¢ndonos y culpando siempre a algo o a alguien cada vez que las cosas no salen como uno esperaba. Y pone de manifiesto una permanente sensaci¨®n de vac¨ªo e insatisfacci¨®n que nos lleva a buscar de forma obsesiva fuentes de evasi¨®n y narcotizaci¨®n. Ir¨®nicamente, cuanto m¨¢s egoc¨¦ntrica es nuestra visi¨®n del mundo, m¨¢s tachamos de ego¨ªstas a los dem¨¢s.
EL EGOC?NTRICO
¡°Un ego¨ªsta es aquel que se empe?a en hablarte de s¨ª mismo cuando t¨² te mueres de ganas de hablarle de ti¡± (Jean Cocteau)
Desde el mismo d¨ªa de nuestro nacimiento, cada uno ha ido perdiendo el contacto con su esencia, tambi¨¦n conocida como ser o yo verdadero. La esencia es el lugar en el que residen la felicidad, la paz interior y el amor, tres cualidades de nuestra aut¨¦ntica naturaleza, las cuales no tienen ninguna causa externa, tan solo la conexi¨®n profunda con lo que verdaderamente somos. En la esencia tambi¨¦n se encuentra nuestra vocaci¨®n, nuestro talento y, en definitiva, el inmenso potencial que todos podemos desplegar al servicio de una vida ¨²til, creativa y con sentido.
Eso s¨ª, para reconectar con nuestro bienestar perdido necesitamos cultivar el denominado ego¨ªsmo consciente. Es decir, aquel que nos permite resolver los conflictos internos por medio del autoconocimiento. Para llevar un estilo de vida saludable es importante dedicar algo de tiempo cada d¨ªa para darnos lo que necesitamos y preservar as¨ª el equilibrio emocional. ?C¨®mo podemos estar bien con otras personas si no sabemos estar a gusto con nosotros mismos?
EL CONSCIENTE
¡°Nadie ni nada pueden hacerte feliz. Solo t¨² puedes hacerte feliz a ti mismo¡± (Gerardo Schmedling)
En este punto es cuando sentimos la necesidad de decir no a los dem¨¢s. Y es que, a menos que aprendamos a ser felices cada uno por su cuenta, dif¨ªcilmente podremos ser c¨®mplices de la felicidad de la gente que forma parte de nuestro entorno familiar, social y laboral. Por medio de este ego¨ªsmo consciente sanamos nuestra autoestima y fortalecemos la confianza en nosotros mismos.
El ego¨ªsmo consciente es el puente que nos permite evolucionar del ego¨ªsmo egoc¨¦ntrico al ego¨ªsmo altruista. Este deviene de forma natural cuando reconectamos con nuestra esencia. Entonces uno dispone de todo lo que necesita para sentirse completo, lleno y pleno por s¨ª mismo. Sabemos que estamos en contacto con nuestro yo verdadero cuando, independientemente de c¨®mo sean las circunstancias externas, a nivel interno sentimos que todo est¨¢ bien y que no nos falta de nada.
Tambi¨¦n estamos en contacto con nuestra esencia cuando podemos elegir nuestros pensamientos, actitudes y comportamientos, cosechando resultados emocionales satisfactorios de forma voluntaria. Cuando dejamos de perturbarnos, haciendo interpretaciones de la realidad mucho m¨¢s sabias, neutras y objetivas. Al conseguir ver el aprendizaje de todo cuanto nos sucede. Cuando experimentamos una profunda alegr¨ªa y gratitud por estar vivos. Cuando confiamos en nosotros mismos y en la vida.
EL ALTRUISTA
¡°El amor beneficia m¨¢s al que ama que al que es amado¡± (Anthony de Mello)
Por medio de la habilidad para aprender y evolucionar, los seres humanos tenemos la capacidad de poner nuestro inter¨¦s al servicio del bien com¨²n de la sociedad. Es decir, hacer un bien al mundo y que, como resultado, eso nos haga bien, algo que puede ser tanto emocional como una recompensa econ¨®mica. Este ego¨ªsmo altruista consiste en hacer algo que nos gusta hacer y que adem¨¢s reporta beneficios para otras personas. El altruismo no es un acto moral. No lo hacemos porque tengamos que hacerlo. Y no tiene nada que ver con la caridad. Tampoco lo hacemos para ser buenas personas. Somos altruistas simplemente porque hacer algo bueno nos hace sentir bien. Nos genera bienestar. Por todo ello, demonizar el ego¨ªsmo nos impide hacer un adecuado uso de ¨¦l. Saber diferenciar entre estos tres tipos de ego¨ªsmo es clave para disfrutar m¨¢s plenamente de nuestras relaciones.
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