El salto de Tiger
Woods cambi¨® para siempre el golf Lo ten¨ªa todo, pero su conducta amorosa le precipit¨® al abismo Ahora el h¨¦roe-villano resurge de sus cenizas. Nueva pareja, nuevo swing Este jueves llega a Augusta como favorito
"No eres lo que logras, sino lo que superas¡±. En aquellos d¨ªas de tormenta, Tiger Woods record¨® la frase que le dijo su padre. Le hab¨ªa educado con la vara de un r¨¦gimen militar. El golf como escuela de vida, la disciplina por encima de todo. El nombre de Tiger, incluso, copiado de un coronel compa?ero en Vietnam. Y s¨ª, en diciembre de 2009 Tiger lo hab¨ªa logrado todo. Era inmensamente rico, el primer deportista de la historia en ganar 1.000 millones de d¨®lares; famoso e imagen de marcas globales: Nike, General Motors, Pepsi¡; un hombre de familia casado con una modelo sueca y padre de dos ni?os en su mansi¨®n de Florida; el jugador que hab¨ªa cambiado para siempre el golf, el n¨²mero uno indiscutible, el vencedor de 14 grandes; y por si fuera poco, un s¨ªmbolo multirracial contra el racismo. Tiger lo ten¨ªa todo, y todo salt¨® en pedazos cuando esa noche de Acci¨®n de Gracias comenz¨® a saberse que su vida no era tan ¡°aburrida¡± como dec¨ªa ni tan perfecta como todos cre¨ªan. El culebr¨®n de sus infidelidades le convirti¨® en poco menos que un demonio para una sociedad estadounidense puritana que le cre¨ªa un dios.
Fue un linchamiento p¨²blico, un escarnio. ?Pecador, yonqui del sexo, traidor! Sus aventuras extramatrimoniales se magnificaron de manera descontrolada. Una, dos, tres... m¨¢s de 10 mujeres aseguraban haber estado entre las s¨¢banas del Tigre. Los medios comenzaron a hablar de un har¨¦n. Una camarera de Orlando, una chica de Nueva York, una actriz porno, una prostituta... Se les conoc¨ªa como la mujer n¨²mero tal o cual. Se hicieron bromas, fotomontajes y chistes, y hasta una empresa de Canad¨¢ comercializ¨® una caja de bolas de golf con las caras y los nombres de las supuestas amantes. El pack completo costaba 50 d¨®lares. ¡°Nuestro h¨¦roe no ha cumplido las expectativas del modelo que vimos para nuestros hijos¡±, le machac¨® Billy Paine, el otras veces tan agradecido presidente del Augusta National, el club del Masters, all¨ª donde Tiger se convirti¨® en el primer negro que ganaba un grande. Y Jacques Rogge, presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, tambi¨¦n tir¨® la piedra: ¡°?Qu¨¦ decepci¨®n! Los atletas han de ser un modelo para los j¨®venes, y ese no es el caso de Woods¡±.
El h¨¦roe del sue?o americano, su cuento de hadas, era una verg¨¹enza. Entonces Tiger record¨® la frase de su padre, el boina verde Earl Woods. Ten¨ªa que superarlo todo para ser m¨¢s fuerte. Desde entonces hasta hoy, cuando ha recuperado el n¨²mero uno mundial, es el favorito para el Masters de Augusta que comienza el pr¨®ximo jueves y ha rehecho su vida con la esquiadora Lindsey Vonn (otra novia de Am¨¦rica), esa ha sido su historia de ca¨ªda y resurrecci¨®n.
Lo primero fue la confesi¨®n p¨²blica, el arrepentimiento. ¡°Pido perd¨®n por haber hecho da?o a mi familia, la traicion¨¦. No actu¨¦ en consecuencia con mis valores y el comportamiento que merec¨ªan. No soy irreprochable y estoy lejos de ser perfecto... Soy profundamente consciente de la decepci¨®n y el dolor que mi infidelidad ha causado a tantas personas, especialmente a mi esposa y a mis hijos. Estoy profundamente desolado y arrepentido. Les pido perd¨®n a todos. Debo afanarme en ser un mejor esposo, un mejor padre y una mejor persona. Ahora lo importante es tener decencia, car¨¢cter. Fui educado como budista y sal¨ª de ese ambiente. Fui tonto y ego¨ªsta. Cre¨ªa que ser¨ªa impune y que podr¨ªa disfrutar de las tentaciones¡±.
El discurso fue repetido sin asomo de emoci¨®n, palabra m¨¢s o menos, en varias televisiones, alguna rueda de prensa y ante su madre, Kutilda, en una comparecencia ¨ªntima televisada a todo el mundo y calculada casi cinematogr¨¢ficamente como el mejor anuncio publicitario. Despu¨¦s de su confesi¨®n, Tiger, el pecador, baj¨® de un peque?o estrado, abraz¨® a su madre y sali¨® de escena. El Tigre hab¨ªa sido preparado para jugar como una m¨¢quina, y as¨ª tambi¨¦n se comportaba.
Era la imagen de la perfecci¨®n, pero decepcion¨® a mucha gente y le machacaron sin piedad, pas¨® de mito a demonio
El puzle ha tardado m¨¢s de tres a?os en volver a juntarse. Cada pieza se ha reunido con la otra de manera muy lenta. El punto de partida era volver a ganar. Ya se sabe que la sociedad perdona antes a los vencedores que a los perdedores, y que Estados Unidos adora las historias de h¨¦roes que se hunden y resurgen de sus miserias para volver a triunfar. Tiger recuper¨® la forma f¨ªsica despu¨¦s de forzar durante a?os sus rodillas y de pasar por el quir¨®fano. Y acometi¨® un ajuste t¨¦cnico para acoplar el juego a su remodelado cuerpo. El proceso ha sido muy largo... Pero faltaba algo, la pieza central. No hay deporte m¨¢s mental que el golf, un juego que exige la m¨¢xima concentraci¨®n en una mil¨¦sima de segundo. Ah¨ª, cuando se trata de golpear la bola sobre el green en direcci¨®n al hoyo, la diferencia entre el ¨¦xito y el fracaso se mide en mil¨¦simas y en mil¨ªmetros. Es justo el momento en que Tiger era un robot. Su padre intentaba distraerle con ruidos de todo tipo mientras se entrenaba para fortalecer su concentraci¨®n, y Woods desarroll¨® tal poder de ensimismamiento que hasta se dec¨ªa que era capaz de hipnotizarse a s¨ª mismo. Pero ?c¨®mo dejar la mente en blanco para acertar con la bola si millones de ojos te est¨¢n mirando, te juzgan, no ven al golfista, sino al hombre que ha sido infiel?
Tiger necesitaba ser perdonado para volver a triunfar. Pero antes que los dem¨¢s, necesitaba perdonarse a s¨ª mismo, asumir su deuda y volver a empezar. Eso hizo. Woods se dej¨® fotografiar cerca de su exmujer viendo jugar al f¨²tbol a uno de los ni?os, y ¨¦l mismo difundi¨® p¨²blicamente su relaci¨®n con Lindsey Vonn. De repente, ?clic!, todo estaba en su sitio. Ocho d¨ªas despu¨¦s de anunciar su noviazgo, Tiger volvi¨® al n¨²mero uno mundial. Hombre nuevo, golfista nuevo.
El n¨²mero uno
Tiger Woods es una leyenda en activo. Pocos r¨¦cords le quedan por conseguir, pero uno sobre el resto le cita con la historia. Tiger, de 37 a?os, tiene 14 grandes, por los 18 del mejor de todos los tiempos, Jack Nicklaus. Ese es el gran reto del Tigre: elevar esa cifra a un nivel casi inalcanzable. Tambi¨¦n superar los 82 t¨ªtulos en la PGA de Sam Snead ¡ªWoods tiene 77¡ª. El r¨¦cord de semanas como n¨²mero uno ya lleva su nombre: 625, un abismo respecto al segundo clasificado, las 331 que celebr¨® Greg Norman.
¡°Ha cambiado¡±, explica Robert Lusetich, autor del libro Injugable, la historia contada desde dentro de la temporada m¨¢s tumultuosa de Tiger; ¡°desde el esc¨¢ndalo, estaba mucho menos seguro de s¨ª mismo. Su confianza estaba destruida, y eso se notaba sobre todo en el putt. Despu¨¦s de pasar toda su carrera metiendo grandes golpes, de repente fallaba siempre. Ha tardado todo este tiempo en sanar sus heridas. Ahora ha recuperado la confianza con el putt, tiene un nuevo swing y una nueva novia. Es la se?al de que Tiger ha vuelto a ser el que era, incluso ¨¦l cree que mejor. Si empieza a ganar otra vez, especialmente los torneos grandes, la gente lo olvidar¨¢ todo. Los estadounidenses tienden a perdonar, pero primero Tiger tiene que perdonarse a s¨ª mismo. Claro que habr¨¢ gente que siempre le recriminar¨¢ lo que ha hecho. Es una parte de su vida que Tiger tiene que aguantar. Decepcion¨® a mucha, mucha gente y a patrocinadores. Lo que necesita ahora es recuperar un gran sponsor. Esa ser¨¢ la se?al de que el mundo empresarial tambi¨¦n le ha perdonado. Quiz¨¢ si gana el Masters, ser¨¢ el momento¡±.
Sergio G¨®mez, hombre de confianza de Jos¨¦ Mar¨ªa Olazabal y acostumbrado a escrutar el juego y la vida en Estados Unidos, es m¨¢s pragm¨¢tico. ¡°A Tiger le machacaron en Estados Unidos hasta desde la propia comunidad negra porque las amantes eran blancas y rubias. Es una sociedad con una doble moral. Tampoco sabemos si ahora Woods se comporta seg¨²n los c¨¢nones de la ¨¦tica puritana. ?l es muy orgulloso y, en el fondo, no creo que le haya importado mucho que le perdonen o no. Su castigo fue m¨¢s medi¨¢tico, en la prensa, que por parte del p¨²blico. Fue de los medios, de las asociaciones y de los colectivos. ?l no estaba preocupado por el perd¨®n, sino por volver a ganar¡±.
Tiger hab¨ªa decidido presentar la imagen perfecta para la sociedad estadounidense, impecable, y cuando el ciudadano que llevaba a su hijo a animarle a los torneos descubri¨® la mentira, se extendi¨® un gran sentimiento de traici¨®n. La decepci¨®n es mayor cuanto mayor es el amor, y as¨ª es como Tiger pas¨® de dios a demonio. Solo el tiempo, y cada uno, dir¨¢ si es perdonado o no.
Una de las mejores definiciones de Tiger la dio hace a?os su compatriota y golfista Stewart Cink: ¡°Deber¨ªamos abrirlo a ver de qu¨¦ est¨¢ hecho. Seguro que saldr¨ªan tuercas y tornillos¡±. Su historia ha demostrado que era bien humano y que las tentaciones, como con cualquiera, pudieron con ¨¦l. Ha sido una historia de ca¨ªda a los infiernos y de resurrecci¨®n. Una gran historia americana. Hoy ya nadie se echa las manos a la cabeza, sino que exclaman: ?Que Dios bendiga a Tiger!
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