La desigualdad amenaza al Estado

Se abre el tel¨®n y aparecen un socialista, un cl¨¦rigo, un sindicalista y un funcionario internacional agitando unos papeles. Se cierra el tel¨®n. ?C¨®mo se titula la pel¨ªcula?: El monstruoso ataque de la desigualdad social. En el espacio de pocas semanas, cuatro informes de instituciones diferentes, que representan a los sectores m¨¢s diversos de nuestro pa¨ªs, han alertado a la sociedad espa?ola sobre la misma cuesti¨®n: las diferencias entre ricos y pobres amenazan la recuperaci¨®n econ¨®mica, la paz social y la estabilidad de las instituciones democr¨¢ticas. En el lenguaje de la Dama de Hierro manchega, "la desigualdad es como el nazismo".

Esa es la mala noticia. La buena es que nos hemos puesto de moda. Con la 'americanizaci¨®n' de su modelo de cohesi¨®n social, Espa?a se sit¨²a en el centro del debate sobre el marco global del desarrollo tras 2015, que ha identificado la desigualdad como un obst¨¢culo principal al bienestar de las sociedades y las oportunidades de los individuos. Frente al debate de valores absolutos que ha definido la primera versi¨®n de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (reducir la pobreza extrema o el hambre un tanto por ciento), este enfoque permite establecer hasta qu¨¦ punto es relevante en el progreso de las naciones el fracaso de las pol¨ªticas de redistribuci¨®n (cu¨¢nto progresan los ricos con respecto a los pobres en un contexto de crecimiento).

As¨ª que estamos de enhorabuena. Tanto ha retrocedido Espa?a en riqueza y en justicia que ahora podemos beneficiarnos de esos debates tan vistosos que antes solo afectaban a los pa¨ªses en desarrollo. Para celebrarlo, les propongo tres reflexiones positivas que me sugiere todo este asunto:

- Hasta ahora hemos sido incapaces de colocar el problema de la inequidad en la agenda pol¨ªtica y traducirlo en consecuencias tangibles como la pobreza infantil o la precarizaci¨®n masiva de las familias(alguno recordar¨¢ el poco memorable debate sobre el Estado de la Naci¨®n, entre las omisiones de Rajoy y las improvisaciones de Rubalcaba).Lo que demuestran estos y otros informes es que cada vez existe m¨¢s informaci¨®n disponible sobre el problema. Los medios de comunicaci¨®n hablan de ello y la sociedad civil conforma alianzas improbables para hacerles frente. Son buenas noticias que se pueden traducir pronto en resultados (tal vez el Plan de Lucha contra la Pobreza Infantil anunciado esta semana por el Gobierno sea uno de ellos).

- Si compartimos el problema con otros muchos pa¨ªses, seguro que tambi¨¦n podemos aprovecharnos de sus soluciones. La reforma del r¨¦gimen fiscal internacional, sin ir m¨¢s lejos, deber¨ªa permitirnos incrementar los ingresos disponibles contra la pobreza (a trav¨¦s de la tasa sobre las transacciones financieras) y comenzar a tapar el sumidero presupuestario en el que se ha convertido la actividad de las empresas espa?olas en los para¨ªsos fiscales.

- Cabe la posibilidad de que el nuevo marco global del desarrollo establezca objetivos mensurables de reducci¨®n de la desigualdad que puedan ser trasladados a nuestro contexto. ?Podemos pensar, por ejemplo, en establecer diferencias m¨¢ximas entre el coeficiente de Gini de un pa¨ªs (indicador b¨¢sico de medici¨®n de la desigualdad) y el de la media de los pa¨ªses de su entorno? En el caso de Europa, un mecanismo de este tipo activar¨ªa de forma autom¨¢tica la respuesta del conjunto de la Uni¨®n, del mismo modo que las instituciones impiden ahora la violaci¨®n de los compromisos de d¨¦ficit.

Sigan este asunto con atenci¨®n, porque ofrece ¨¢ngulos realmente interesantes. Y el constatar que nuestro entorno ha cambiado de un modo que todav¨ªa resulta dif¨ªcil de comprender no es el menor de ellos.