La bandera de la Rep¨²blica
No se puede pensar sin im¨¢genes, dijo Arist¨®teles. Es cierto. Los s¨ªmbolos que nos rodean, especialmente las banderas, condicionan nuestras emociones mucho m¨¢s de lo que parece. Si un deportista que gana el campeonato mundial se envuelve en la bandera espa?ola, no solo nos parece bien sino que, en la medida que sea, nos enorgullece. Pero que a nadie se le ocurra llevar esa misma bandera a una manifestaci¨®n del 15-M. Ah¨ª la que se lleva es la tricolor. Siento gran simpat¨ªa por la bandera republicana, pero me temo que m¨¢s que movilizar hacia la Rep¨²blica del futuro, est¨¢ suponiendo un freno para mucha gente que la identifica con cierta idea de vuelta atr¨¢s, hacia una ¨¦poca que todos nos empe?amos en olvidar. Si hemos desterrado de nuestras vidas la simbolog¨ªa fascista, no tiene mucho sentido que reivindiquemos el futuro desempolvando fotos en blanco y negro o cantando A las barricadas a la menor ocasi¨®n. Necesitamos nuevos s¨ªmbolos a todo color, en alta definici¨®n y sin connotaciones negativas para nadie.
La Rep¨²blica, como sistema pol¨ªtico moderno basado en la igualdad ante la ley, en la libre elecci¨®n de los representantes p¨²blicos, en la separaci¨®n y control de los poderes del Estado, en la pr¨¢ctica del respeto y la tolerancia es, inevitablemente, nuestro futuro. No deber¨ªamos retrasar su llegada a banderazos. La tricolor representa a la Segunda Rep¨²blica Espa?ola y sus nost¨¢lgicos o simpatizantes tienen todo el derecho a lucirla cuando y donde quieran. Pero ni fue esa la bandera de la Primera Rep¨²blica de 1873, ni tiene por qu¨¦ ser s¨ªmbolo de la Rep¨²blica Espa?ola del futuro. No me importar¨ªa nada que la bandera de la Rep¨²blica Espa?ola fuese la misma que luc¨ªa Fernando Alonso en Montmel¨®, o la selecci¨®n de f¨²tbol en Sud¨¢frica. Eso s¨ª: sin la coronita ni el toro de Osborne.¡ª Carlos Oliva.?
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