El tesoro de T¨¤pies sale a la luz
Fue todo lo que T¨¤pies, uno de los grandes artistas del Siglo XX, guard¨® celosamente en vida Las creaciones que habitaron su casa, su taller, su fundaci¨®n, y las que recompr¨® para permanecer en compa?¨ªa del fruto m¨¢s preciado de su propia trayectoria La fundaci¨®n T¨¤pies y el Museo Nacional de Arte de Catalu?a exponen las obras que el pintor catal¨¢n siempre so?¨® con tener junto a ¨¦l
Teresa desciende desde su cuarto hasta esta estancia iluminada en la que ella y su marido, Antoni, so?aron el amor, el arte y la vida. ?l muri¨® hace un a?o y unos meses, y ella est¨¢ triste. Ya estar¨¢ triste siempre, dice. Ahora conversa sobre su marido con Miquel, uno de sus tres hijos, y con el periodista. En sus memorias, Antoni recuerda cuando volvi¨® de Par¨ªs y se encontr¨® en la estaci¨®n con ella, su novia desde la adolescencia. Y esta mujer, que hasta entonces hab¨ªa tenido sombr¨ªos sus ojos, como si la mirada se le hubiera quedado en el tiempo en que muri¨® Antoni, exclama para rememorar aquel encuentro como si este hubiera acabado de ocurrir:
¨C?Estupendo!
Ella es la viuda de Antoni T¨¤pies (1923-2012), uno de los grandes artistas del siglo XX. Cuando le pedimos que bajara con nosotros a ver la obra ingente que se almacena en el s¨®tano donde ¨¦l trabaj¨®, Teresa prefiere seguir en la sala, como si a¨²n hubiera que cumplir el rito de no entorpecer las jornadas del artista. Ella se queda acariciando a Mixa, la gata, es su compa?¨ªa y su entretenimiento. Y en el estudio, que se fue agrandando a medida que T¨¤pies necesit¨® m¨¢s espacio para crear su obra y para tenerla, se percibe en efecto el estallido de la ausencia. T¨¤pies no est¨¢, pero est¨¢ en todas partes; ¨¦l cre¨ªa que sus cuadros o sus esculturas deb¨ªan permanecer a la intemperie, para que el tiempo las continuara haciendo. Y aqu¨ª, en cierto modo, aquella obra se sigue haciendo, en el silencio que ¨¦l quiso para trabajar como si fuera siempre de madrugada.
No es conocido, ni mucho menos;
es in¨¦dito, o casi,
en gran n¨²mero de casos
Teresa y Miquel est¨¢n con Laurence Rassel, la directora de la Fundaci¨®n T¨¤pies; ya est¨¢ todo hecho, casi, para que dentro de nada (el 20 de junio de 2013) se inaugure en Barcelona (en la fundaci¨®n y en el Museo Nacional de Arte de Catalu?a) una exposici¨®n doble (y m¨²ltiple) que ha preparado minuciosamente el valenciano Vicente Todol¨ª, exdirector de la Tate Gallery. T¨¤pies, desde el interior. En 2010, a¨²n en vida del artista, Rassel propuso a Todol¨ª trabajar en esta idea, y el valenciano y T¨¤pies hablaron de ello. Aqu¨ª est¨¢ el resultado. Es una apuesta ins¨®lita, como dice el director del museo, Pepe Serra, porque este museo nacional nunca ha tenido en sus salas a un autor contempor¨¢neo, y tambi¨¦n porque, hace unos veinte a?os, los entonces dirigentes culturales de Catalu?a vetaron a T¨¤pies aqu¨ª la colocaci¨®n de una obra (El mitj¨®, su calcet¨ªn m¨¢s famoso). Pero adem¨¢s, y esto lo destaca Serra, porque en este museo precisamente est¨¢ la ra¨ªz rabiosamente rom¨¢nica de la vocaci¨®n pl¨¢stica del artista. Y sobre todo porque la obra sobre la que ha lanzado su mirada Todol¨ª es la que T¨¤pies quiso para s¨ª, la que guard¨® en su casa, en su taller y en su fundaci¨®n, y la que fue recomprando para estar acompa?ado por lo que m¨¢s quiso de su historia.
As¨ª que no todo es conocido, ni mucho menos; es in¨¦dito, o casi, en un gran n¨²mero de casos. Viendo c¨®mo trabajan el comisario, los directores del museo y de la fundaci¨®n, y el amplio equipo con el que se re¨²nen para decidir acerca de la luz, de la secuencia r¨ªtmica de los cuadros, para establecer c¨®mo quieren ellos que el p¨²blico se asome a este T¨¤pies privado y total, lo que se piensa es que quiz¨¢ todos ellos juntos en este momento tratan de capturar la mirada del artista sobre la obra que quiso tener.
Por la ma?ana, antes de ver a Teresa y a Miquel, de 52 a?os, en la casa en la que Antoni fue el centro, hab¨ªa en la Fundaci¨®n T¨¤pies un grupo de ni?os mirando las obras. La maestra les pregunt¨® si aquel calcet¨ªn (uno de los grandes calcetines de T¨¤pies) y otras obras del maestro eran raras o formaban parte de lo que ve¨ªan en la vida cotidiana. T¨¤pies es la vida cotidiana, creen los ni?os. Ah, eso est¨¢ muy bien, ¡°es lo que ¨¦l quer¨ªa¡±. Teresa vivi¨® con estas obras. Fue, como dice Miquel, quien ayud¨® a colgarlas muchas veces porque Antoni prefer¨ªa que esa labor la hicieran otros. ¡°?l dec¨ªa que no ten¨ªa bastante claridad para hacerlo; encontraba que estaba demasiado pr¨®ximo como para poder colgar las cosas bien¡±.
De modo que, en cierta manera, ahora Todol¨ª est¨¢ cumpliendo, en estas reuniones y en todas las que est¨¢n teniendo, aquella labor que en otros tiempos fue sobre todo de Teresa. A Miquel le gusta imaginar c¨®mo va colocando Todol¨ª la obra que su padre quiso m¨¢s. ¡°Ser¨¢, seguro, una visi¨®n fresca. Para m¨ª es emocionante ver la selecci¨®n que ha hecho Vicente porque las selecciones marcan el conjunto¡±.
Ni ¨¦l ni Teresa la han visto a¨²n, claro, se est¨¢ colocando; esta misma ma?ana estuvieron Vicente, Pepe y Laurence recorriendo las enormes salas del museo para decidir la colocaci¨®n, ¡°el ritmo¡±, como dice el comisario, de esta obra que ahora entrar¨¢ en el templo rom¨¢nico de Catalu?a para sellar un viejo sue?o de Antoni T¨¤pies: hacer convivir su obra con la ¨¦poca de la que parte el Museo Nacional de Arte de Catalu?a. ¡°Y aunque todav¨ªa no me la imagino expuesta¡±, adelanta el hijo, ¡°siento esa emoci¨®n de poder revivir la obra que ¨¦l quiso cerca a trav¨¦s de ojos distintos¡±.
Antoni trabajaba para cuestionarse a s¨ª mismo y para cuestionar a la gente"
Una obra que se quiso como un trastorno. En el papel de trabajo que manejan esta ma?ana en la reuni¨®n en la que ya van a decidir c¨®mo va a quedar cada mil¨ªmetro de la doble muestra hay un resumen de lo que Todol¨ª y los suyos estiman que debe ser el sustento de la apuesta: ¡°Desde sus primeras pinturas realizadas en los a?os cuarenta, T¨¤pies emprende una b¨²squeda est¨¦tica que pasa por la experimentaci¨®n con materiales y con formas que dar¨¢n lugar, en los a?os cincuenta, a una expresi¨®n propia, las pinturas mat¨¦ricas, que le har¨¢n merecedor del reconocimiento internacional. En aquella ¨¦poca deposita sus esperanzas en un arte que conlleve un impacto, un trastorno para el p¨²blico¡±.
Y esto es lo que busca Todol¨ª: no quiere complacencia, cronolog¨ªa; ¨¦l est¨¢ convencido de que la obra de T¨¤pies fue un pu?etazo sobre la mesa, y busca ese impacto, ese trastorno. Dice Teresa, hablando de aquel incidente de 1992, cuando ¨¦l quiso que el calcet¨ªn famoso estuviera en el museo: ¡°Antoni sab¨ªa que pasar¨ªa eso, que la gente se iba a soliviantar¡±. ¡°Sab¨ªa¡±, dice Miquel, ¡°que su obra provocaba sensibilidades¡±. ¡°Pero creo que eso le gustaba¡±, dice Teresa, ¡°quer¨ªa hacer algo que moviera a la gente¡±.
A los chicos de Manresa les parec¨ªa, esta ma?ana, que ese calcet¨ªn que ahora cuelga ah¨ª ¡°es la vida cotidiana¡±. A eso aspir¨® T¨¤pies, a contar lo cotidiano, lo m¨¢s pr¨®ximo, y en eso trabaja Todol¨ª, ¡°en convertir esta exposici¨®n doble en un espejo que ¨¦l coloc¨® para que nosotros lo interpret¨¢ramos¡±. Trabajaba, dice Miquel, ¡°para cuestionarse a s¨ª mismo, pero sobre todo para cuestionar a la gente. Para provocar. Cre¨ªa, incluso, en el poder curativo de la obra. Su deseo habr¨ªa sido que la gente pudiera tocar sus obras¡±.
A T¨¢pies le habr¨ªa gustado, cuenta Teresa, ¡°que poniendo la mano encima de sus cuadros se pasara el dolor, por ejemplo¡±. ?Y c¨®mo es eso? ¡°Tuvo una experiencia muy curiosa: un se?or le escribi¨® diciendo que hab¨ªa estado en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, donde hab¨ªa un cuadro enorme de Antoni; le dio un infarto, estuvo tumbado con un dolor terrible, se volvi¨®, y cuenta que cuando vio el cuadro le entr¨® una especie de paz. Se le pas¨® el terror mirando aquel cuadro. A Antoni, esa carta le provoc¨® un efecto tremendo¡±.
Empezaba eliminando lo intelectual para atacar el lienzo de manera vital"
Interrogaba m¨¢s que provocaba, corrobora el hijo. Un pensamiento que rasgaba. En sus memorias hay algunas fotograf¨ªas del T¨¤pies joven mirando a trav¨¦s de ventanas brumosas, y ¨¦l parece abrumado y triste. ¡°Ten¨ªa mucha vida interior¡±, dice Teresa. Y sal¨ªa de ah¨ª, apresurado, a dibujar y a pintar. ¡°Siempre fue as¨ª, y de abuelo tambi¨¦n¡±, recuerda Miquel. ¡°Ten¨ªa una gran capacidad para abstraerse; los ni?os corr¨ªan abajo y arriba y ¨¦l no se enteraba. Siempre empezaba dando vueltas para eliminar lo intelectual y atacar el lienzo de manera vital, para ir directo a la esencia¡±.
En esas fotograf¨ªas del T¨¤pies joven hay un gesto del que no se despoj¨® ya. Ley¨® una vez lo que dijo Paul Klee, uno de sus grandes maestros: para ser un artista has de ser antes que nada un ser humano. De ah¨ª nace su pintura rabiosamente humana, como dice Todol¨ª, ese arte de lo cotidiano que ve¨ªan los ni?os de Manresa.
La vida descrita desde la experimentaci¨®n. Dice el plan de trabajo que maneja el comisario para explicar, en las exposiciones, la historia m¨¢s personal del maestro: ¡°Cuando se le pregunta acerca de qu¨¦ escuelas han ejercido una influencia sobre ¨¦l y sobre su obra, reivindica su filiaci¨®n con la ruptura incansable de las vanguardias. Una libre expresi¨®n que reivindica sus or¨ªgenes en los maestros del pasado oriental que estuvieron en el centro de sus sociedades y que representan un arte que rechaza la idea de un progreso que construir¨ªa lo nuevo mediante la destrucci¨®n de lo antiguo. A partir de entonces, T¨¤pies prosigue con su experimentaci¨®n de forma infatigable, incluso obsesiva, y desarrolla su propia iconograf¨ªa, su propio vocabulario hecho de signos, de materias, de colores y de objetos reconocibles¡±.
Todol¨ª ha trabajado con ¡°un corpus de obra inmenso, que desborda las exposiciones muse¨ªsticas y que halla sus l¨ªmites en los espacios vitales del artista¡±. Esa es la materia de un sue?o, juntar este T¨¤pies. Desde el interior, que aqu¨ª modela Todol¨ª con sus colegas como si estuviera componiendo un cuadro ¨²nico que representara a todo T¨¤pies. ?l conoci¨® apenas al artista, lo vio una vez en el IVAM (donde trabaj¨® durante la ¨¦poca en que lo dirigi¨® Carmen Alborch), cuando se inaugur¨® el museo valenciano y su primer director, Tom¨¢s Llorens, adquiri¨® algunas obras muy importantes de T¨¤pies. Tambi¨¦n lo vio al final de su vida, cuando le propusieron hacer esta antol¨®gica de lo que ¨¦l quiso tener. Pero entonces ¡°su estado f¨ªsico ya era muy fr¨¢gil y ten¨ªa problemas de o¨ªdo¡±.
Siempre tuvo el sentimiento de que el rom¨¢nico era la base
de su arte"
Y aqu¨ª est¨¢ Todol¨ª, vestido de oscuro, como siempre, viendo a T¨¤pies para que lo vean otros, y no necesariamente como lo hubiera visto el propio pintor. ¡°He trabajado tanto en exposiciones de artistas vivos como ya fallecidos y mi di¨¢logo es con su obra, no con su persona. Yo ofrezco una interpretaci¨®n diferente de su obra, ya que si no tengo nada nuevo que decir, no acepto¡±.
Y tiene algo nuevo que decir. Los artistas se guardan las obras ¡°que han planteado las preguntas m¨¢s punzantes, las que ata?en a su intimidad, aquellas en las que ha tenido raz¨®n, pese a lo que otros puedan pensar, las que forman parte de un proceso de laboratorio y las que se arrepiente de haber cedido y que ha recuperado¡±. Esa es la premisa de la doble muestra que se inaugura ahora, y sobre ella Todol¨ª ha sentido la complicidad de todos los que lo rodean esta ma?ana en que ya baja, con Laurence y con Pepe, a decidir c¨®mo queda su propia visi¨®n de lo que T¨¤pies tuvo hasta el final bajo su propia mirada. Pero ahora la mirada ser¨¢ de otros. De Todol¨ª, en primer lugar, y despu¨¦s del museo y de la fundaci¨®n, el rom¨¢nico y la modernidad, la ra¨ªz y la cruz de T¨¤pies.
Ahora la mujer y el hijo esperan la inau?guraci¨®n como un acontecimiento mayor en la historia de T¨¤pies en relaci¨®n con Catalu?a. Cuenta Teresa: ¡°Siempre lo dec¨ªa: ¡®Cuando yo inauguro, ?llueve seguro!¡¯. ?Ja ja ja! Ha pasado muchas veces¡±. Eso no va a pasar aqu¨ª; el verano de Barcelona va a inaugurarse con T¨¤pies. Y hablando de esto, de sus exposiciones, ?cu¨¢les quedan en la retina de Miquel, de Teresa? Dice el hijo: ¡°La segunda que hizo en Nueva York, con Martha Jackson, fue fundamental. Es cuando entronca con Franz Kline, Willem de Kooning, Robert Motherwell, Hans Hof?mann, Saul Steinberg y Fritz Bultmann. A algunos los conoce personalmente, cena y toma copas con ellos¡ A veces no son las grandes exposiciones las que m¨¢s le marcan, sino peque?as intervenciones¡±.
Pero, como a todo artista, las retrospectivas, concede Miquel, ¡°le llegaron a entusiasmar¡±. Y ante la perspectiva de este acontecimiento, que se fragu¨® cuando languidec¨ªa su vida, pero no su curiosidad ni su entusiasmo, se sent¨ªa dichoso, como si eso le prolongara el tiempo. Un museo que acaba en el siglo XIX y al que T¨¤pies lleva ahora al siglo XXI. ¡°Creo que el tiempo no cuenta cuando el arte es bueno, es cl¨¢sico¡±, dice Teresa. Y Miquel agarra el argumento riendo sobre una frase de Dal¨ª que defin¨ªa a T¨¤pies desde el t¨ªtulo de un art¨ªculo que public¨® en Art News: ¡®T¨¤pies, T¨¤pies, classic, classic¡¯, ¡°donde compara¡±, explica Miquel, ¡°a la manera daliniana, T¨¤pies con Vel¨¢zquez¡±. Y lo era, un cl¨¢sico, a eso iba, de ah¨ª vienen su relaci¨®n con el rom¨¢nico, que tanto entusiasma subrayar a Pepe Serra, y sus concomitancias con Vel¨¢zquez o con Zurbar¨¢n. Dice Miquel: ¡°Siempre tuvo el sentimiento de que el rom¨¢nico era la base de su arte¡±.
Ah¨ª est¨¢ ahora su obra. ¡°La retrospectiva (¡) recorre esos distintos extremos que la historia del arte, en aras del orden, tiende a ignorar¡±. Con ese patr¨®n ha trabajado Todol¨ª. En la fundaci¨®n estar¨¢ la etapa hist¨®rica de T¨¤pies. En el museo, ¡°la que parte de los a?os setenta¡±. Lo que le importa a Todol¨ª no es la cronolog¨ªa; le obsesiona el impacto en el ojo, la aspiraci¨®n visual de la obra del artista, su m¨²sica. Y con ese paso va marcando las l¨ªneas por donde debe ir la muestra.
Todol¨ª est¨¢ con Serra y con Rassel. Pepe, el director del museo, conoci¨® a T¨¤pies cuando ¨¦l era un chiquillo y su t¨ªo abuelo, Eudaldo Serra, le ense?aba al artista su colecci¨®n de arte africano. ¡°Era un hombre exquisito. Sub¨ªa y dec¨ªa: ¡®?les molesto?¡±. Ahora es ¨¦l quien le abre las puertas del templo rom¨¢nico a aquel hombre t¨ªmido que de joven entraba aqu¨ª para sentir la ra¨ªz de lo que fue su impulso. Para Pepe, ser quien ahora abraza esa puerta ¡°cumple con una ilusi¨®n infinita¡±. En 1992 le dijeron a T¨¤pies que El mitj¨® (el calcet¨ªn famoso) ¡°no estaba a la altura de Catalu?a¡±. El artista abort¨® su proyecto de dejarlo ah¨ª. Ahora su obra se adentra en este espacio. ¡°Y nadie mejor que Vicente para sellar esta historia de T¨¤pies con el museo. Vicente lo alejar¨¢ de lo acad¨¦mico, le explicar¨¢ a la gente por qu¨¦ es de veras importante T¨¤pies¡±.
Laurence Rassel est¨¢ con Teresa y Miquel. Ella es belga, vino aqu¨ª en 1998, comisionada por Nuria Enguita, la anterior directora de la Fundaci¨®n T¨¤pies, para hacer un proyecto dentro de la exposici¨®n dedicada a Chris Marker. Y cuando Nuria quiso irse, Miquel le propuso a Laurence que viniera a Barcelona a impulsar una nueva etapa de la entidad. Fue una de las primeras erasmus que vino a Espa?a, estudi¨® en Valencia y ahora sabe catal¨¢n casi tan bien como Miquel. Su prop¨®sito ha sido, de acuerdo con la familia, ¡°impulsar la fundaci¨®n para que sea un lugar sin l¨ªmites en los tiempos o en los formatos¡±. Conoci¨® realmente bien a T¨¤pies a partir de 2007. Y empez¨® en la fundaci¨®n en 2008. ¡°Un se?or mayor muy tierno y generoso. Era una combinaci¨®n de fragilidad y fuerza¡±.
Ahora le ha tocado revisitar su obra ¡°desde perspectivas distintas¡±, las que le dan Todol¨ª y Serra. Esta antol¨®gica T¨¤pies. Desde el interior le dar¨¢ a la fundaci¨®n, tambi¨¦n, ¡°la posibilidad de devolver a T¨¤pies al uso p¨²blico¡±, y esa es la ambici¨®n de Laurence Rassel. Lo que Todol¨ª persigue es lo que ellos tambi¨¦n quieren: ¡°Mantener la complejidad de T¨¤pies¡±.
T¨¤pies era el artista que no se quedaba quieto. ¡°Experimentaba, viv¨ªa¡±. Hac¨ªa que el tiempo fluyera por su obra, encontraba y fijaba. En sus Diez l¨ªneas para Antoni T¨¤pies, su amigo Octavio Paz escribi¨®: ¡°Sobre las superficies ciudadanas, / las deshojadas hojas de los d¨ªas; / sobre los muros desollados, trazas / signos carbones, n¨²meros en llamas. / Escritura indeleble del incendio, / sus testamentos y sus profec¨ªas / vueltos ya taciturnos resplandores. / Encarnaciones, desencarnaciones: / la pintura es el lienzo de Ver¨®nica / de ese Cristo sin rostro que es el tiempo¡±.
Escritura indeleble del incendio. El tiempo sobre la obra de T¨¤pies. Una de las piezas que reinan en la fundaci¨®n es un conjunto homog¨¦neo de platos sobre los que ¨¦l quiso que se posara el aire dudoso y sucio de los d¨ªas. Ahora, un a?o y medio despu¨¦s de su muerte, se ver¨¢ en dos lugares de Barcelona la obra que ¨¦l quiso para s¨ª, el T¨¤pies ¡°desde el interior¡±. Parec¨ªa adivinar Jos¨¦-Miguel Ull¨¢n, poeta, amigo de T¨¤pies, c¨®mo ser¨ªa esta doble muestra cuando dijo en Soria sobre esta pintura: ¡°Un remontar el vuelo a la fulguraci¨®n escueta del rom¨¢nico, a la incandescencia preling¨¹¨ªstica de la pintura oriental, al negror diminuto y suficiente de la primera hormiga tibetana y a los blancos par¨¦ntesis zurbaranescos, situados entre el zumbido de una meditaci¨®n en convivencia¡±.
Teresa y Miquel esperan que no llueva el 20 de junio, cuando Antoni T¨¤pies reine en dos lugares a la vez, en la casa del rom¨¢nico y en su propia casa; ella tendr¨¢ aqu¨ª motivo, otra vez, para exclamar lo mismo que dijo al rememorar aquel encuentro en la estaci¨®n cuando eran unos chiquillos que se amaban y el novio ven¨ªa de su largo viaje a Par¨ªs:
¨C??Estupendo!!
?l no estar¨¢. Ella s¨ª. Lo que m¨¢s quiso.
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