La Estrategia espa?ola de (in)Seguridad Nacional
?Me los quitan de las manos! Foto: EFE.
"La amplia extensi¨®n del Sahel y la fragilidad de sus Estados est¨¢n convirtiendo la regi¨®n en terreno propicio para conflictos inter¨¦tnicos, la proliferaci¨®n de redes delictivas y grupos terroristas yihadistas. La actuaci¨®n en Mal¨ª, en la que se conjuga el apoyo material a sus fuerzas armadas en la lucha contra el terrorismo, la cooperaci¨®n para reforzar sus fuerzas de seguridad y la ayuda para fortalecer las estructuras del Estado y las capacidades de la sociedad civil, muestra las amplias posibilidades de cooperaci¨®n con estos pa¨ªses, para reforzar su seguridad y la nuestra."
El p¨¢rrafo anterior no est¨¢ tomado de alguna declaraci¨®n bienpensante de las ONG o de un think tank flowerpower, sino de la Estrategia de Seguridad Nacional aprobada por el Gobierno hace unos d¨ªas (y que sustituye a la que en 2011 elabor¨® Javier Solana con recomendaciones parecidas en este campo). Por alguna raz¨®n misteriosa, los expertos en defensa, contra-terrorismo y seguridad que han elaborado este texto parecen tener muy claro lo que el Gobierno ignora con sus hechos: que la tranquilidad de Espa?a se basa en parte en contribuir a garantizar entornos m¨¢s pr¨®speros y seguros, lo cual casa mal con retirar la ayuda al desarrollo e incrementar la venta de armas.
El Sahel -donde se intenta evitar la consolidaci¨®n de estados fallidos de car¨¢cter radical- y ?frica occidental -donde se han establecido s¨®lidos corredores de criminalidad internacional- constituyen dos ejemplos paradigm¨¢ticos de este inter¨¦s compartido, como se?ala la Estrategia. No son los ¨²nicos. La volatilidad de los precios de los alimentos o la recurrencia de fen¨®menos naturales extremos vinculados al cambio clim¨¢tico constituyen fuentes de riesgo que se traducen en la inestabilidad de los gobiernos o el desplazamiento masivo de poblaciones. La incapacidad de la comunidad internacional para poner coto al casino de los mercados financieros y la evasi¨®n fiscal, que tanto da?o han hecho en las econom¨ªas m¨¢s pobres, ha acabado provocando un contagio global cuyas consecuencias conocemos perfectamente.
La importancia de la cooperaci¨®n internacional en la proyecci¨®n e influencia exterior de Espa?a y del resto de Europa ha sido puesta de manifiesto en informes recientes como el Anuario de la Seguridad Europea o Hacia una estrategia global europea (en el que ha participado el Instituto Elcano). Pero no contribuir a la inestabilidad ajena es tan importante como luchar contra ella. El Libro blanco de la pol¨ªtica espa?ola de desarrollo destac¨®, por ejemplo, la insensatez de la estrategia de Espa?a en Libia, cuyo conflicto espole¨® primero con 15 millones de euros en armas destinadas al r¨¦gimen de Gadaffi, para despu¨¦s gastar 85 millones en las operaciones de la OTAN para derrocarlo.
La crisis no ha hecho m¨¢s que intensificar esta tendencia. El instituto de estudios IECAH ha alertado recientemente de los esfuerzos del Ministerio de Defensa por incrementar las ventas espa?olas de armas y material de doble uso en el exterior, un mercado repulsivo en el que ya ocupamos el d¨¦cimo lugar del r¨¢nking global de exportadores. Solo en el primer semestre de 2012 el informe identifica nueve operaciones calificadas de "preocupantes" por la naturaleza del material exportado o por el riesgo de que este pueda ser usado para cometer o facilitar violaciones de los derechos humanos. La posible venta de 250 carros de combate Leopard a Arabia Saud¨ª destaca entre todas ellas.
La Estrategia espa?ola de Seguridad Nacional se refiere varias veces al peligro de las armas qu¨ªmicas y de destrucci¨®n masiva, pero ignora el impacto de las armas convencionales en la estabilidad, la seguridad y el desarrollo de las regiones m¨¢s pobres del planeta. El negocio en el que Espa?a participa con tanto entusiasmo contribuye al deterioro de los Estados m¨¢s fr¨¢giles: un an¨¢lisis realizado para el a?o 2009 estableci¨® que todos los pa¨ªses de ingreso medio-bajo y bajo que destinaron m¨¢s del 10% de sus presupuestos a la compra de armas puntuaron en los puestos m¨¢s bajos de los ¨ªndices de corrupci¨®n. El Banco Mundial calcula que 1.500 millones de personas viven en pa¨ªses en donde la violencia, los conflictos y el crimen organizado determinan el progreso de las comunidades y la consecuci¨®n de los objetivos m¨¢s b¨¢sicos en materia de educaci¨®n, salud o bienestar.
En el debate social y parlamentario al que d¨¦ lugar la nueva Estrategia estos asuntos deben ser tenidos en cuenta. Est¨¢ en el inter¨¦s ¨¦tico y pr¨¢ctico de Espa?a conformar una pol¨ªtica exterior y de seguridad que apuntale la estabilidad ajena... o que al menos no la debilite.
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