M¨¦xico no est¨¢ en Sudam¨¦rica
Espa?a deber¨ªa mirar a Latinoam¨¦rica con seriedad y sin estereotipos
La inmensa mayor¨ªa de los espa?oles sabe que M¨¦xico es un pa¨ªs que est¨¢ en Sudam¨¦rica. As¨ª se los han contado desde que tienen memoria y adem¨¢s cada d¨ªa los medios de comunicaci¨®n espa?oles, radio, televisi¨®n, peri¨®dicos y blogs, se refieren a M¨¦xico invariablemente como ¡°el pa¨ªs sudamericano¡±.
Muy de vez en cuando un redactor responsable trata de enmendar el disparate y coloca a M¨¦xico en Centroam¨¦rica.
Basta mirar un mapamundi, o hurgar m¨ªnimamente en internet (en p¨¢ginas que no sean espa?olas, claro) para enterarse de que M¨¦xico est¨¢ en Norteam¨¦rica. Que este flagrante error, esta descortes¨ªa que lleva vigente unas cuantas d¨¦cadas, no se corrija sino, al contrario, se perpetu¨¦ cada d¨ªa en los medios de comunicaci¨®n, es un s¨ªntoma del escaso inter¨¦s que hay en Espa?a por todos esos pa¨ªses que, curiosamente, provienen de aqu¨ª.
Es verdad que hay un discurso generalizado que celebra las evidentes afinidades que existen entre espa?oles y latinoamericanos; de hecho las afinidades son tantas que al final Espa?a parece un pa¨ªs mucho m¨¢s latinoamericano que europeo.
Por supuesto que, entre las personas de cierta edad, hay un recuerdo cari?oso de los programas de televisi¨®n doblados al espa?ol con acentos latinoamericanos, cierta nostalgia por la m¨²sica y las pel¨ªculas mexicanas, y tambi¨¦n se acuerdan, de vez en cuando, de alg¨²n primo que termin¨® en ¡°Sudam¨¦rica¡±. Para la Espa?a de hoy Latinoam¨¦rica son las canciones de Julieta Venegas y de Juanes, dos o tres escritores, un par de cineastas, un hermano que ha tenido que emigrar all¨¢, y las noticias, casi siempre atroces, que difunden los medios de comunicaci¨®n, y casi siempre exultantes, cuando el tema es econ¨®mico. Eso es todo, el conocimiento de aquel continente que se tiene en Espa?a es epid¨¦rmico; igual que el que se tiene de Inglaterra o de Holanda, dir¨¢ usted, pero resulta que a Latinoam¨¦rica no solo deber¨ªa pon¨¦rsele especial atenci¨®n, tendr¨ªa que ser el aliado por excelencia y esto, me temo, est¨¢ muy lejos todav¨ªa: basta ver el recelo que sigue provocando en la sociedad espa?ola un se?or ecuatoriano, o una se?ora peruana, y la dureza con que, en el aeropuerto o en plena calle, se les aplican las leyes migratorias a estas personas que, por el trato que se les dispensa, parecen m¨¢s bien el enemigo.
La presencia del rey en las cumbres iberoamericanas debe reconsiderarse
La cosa es especialmente grave en este momento en que Espa?a est¨¢ obligada a mirar hacia el exterior y, sobre todo, a esos pa¨ªses latinoamericanos que experimentan un gran crecimiento econ¨®mico y que son rigurosamente afines, mucho m¨¢s que los alemanes o los chinos, a pesar de que esta rigurosa afinidad lleve quinientos a?os arrastrando el cad¨¢ver de la conquista. ?No ser¨ªa ya momento de enterrar ese cad¨¢ver?
Lo de situar a M¨¦xico invariablemente y durante d¨¦cadas en otra latitud no es un ejemplo banal, es uno de los s¨ªntomas del discreto, aunque sostenido, desd¨¦n espa?ol hacia Latinoam¨¦rica.
Hay otros casos de m¨¢s altura como, por ejemplo, la presencia del rey en las Cumbres Iberoamericanas, un gesto pol¨ªtico que merecer¨ªa una profunda reflexi¨®n, que evidentemente no se ha hecho; ?a alguien se le ha ocurrido pensar lo que significa la figura del rey de Espa?a para un latinoamericano? La figura del rey en Latinoam¨¦rica es, cuando menos, extra?a; aqu¨ª queda claro que se trata del jefe del Estado pero all¨¢, donde las monarqu¨ªas solo aparecen en los libros de historia, o en los de ficci¨®n, esto se entiende poco. Si se trata de una reuni¨®n de presidentes, ?no basta con que asista el presidente espa?ol? ?De qu¨¦ forma puede interpretarse la presencia oficial del rey, en un pa¨ªs que fue conquistado por un rey de Espa?a y que m¨¢s tarde logr¨® independizarse de otro rey de Espa?a? El c¨¦lebre ¡°por qu¨¦ no te callas¡± que le solt¨® el rey a Hugo Ch¨¢vez en una de estas Cumbres, tiene mucho m¨¢s fondo del que se le ha querido ver y est¨¢ directamente relacionado con el disparate de situar a M¨¦xico en Sudam¨¦rica: ambos son producto de ese desd¨¦n que he mencionado m¨¢s arriba, del desinter¨¦s y del profundo desconocimiento que en general existe en Espa?a de todos los pa¨ªses que provienen, precisamente, de aqu¨ª.
La propuesta de enterrar el cad¨¢ver de la conquista tiene doble filo: en Latinoam¨¦rica hay que deshacerse de la idea de que todos los espa?oles son Hern¨¢n Cort¨¦s, y en Espa?a hay que erradicar la mirada imperial que se sigue aplicando a los latinoamericanos.
Si un inmigrante latinoamericano quiere probar suerte e instalarse en la madre patria, se enfrentar¨¢ a las mismas dificultades legales que cualquier otro inmigrante que venga, por ejemplo, de Bak¨²; lo cual aniquila el concepto de ¡°mundo hispano¡±, de la ruta de ida y vuelta que ser¨ªa lo deseable en un planeta cada vez m¨¢s interconectado, donde los individuos se desplazan de un pa¨ªs a otro con mayor facilidad, y los Estados, consecuentemente, deber¨ªan poner al d¨ªa sus leyes migratorias.
El fen¨®meno de la continua migraci¨®n entre Espa?a y Am¨¦rica Latina, observado desde la perspectiva de Lao Tse, ese fil¨®sofo que sosten¨ªa que todos los males provienen del estancamiento, de las energ¨ªas que no fluyen, ser¨ªa precisamente el de un flujo estancado, que llega al continente americano y se queda ah¨ª, ya no completa el trayecto de regreso que lo pondr¨ªa a circular y a producir sinergias que redundar¨ªan en el beneficio de las dos orillas del mundo hispano. Pero esta circularidad que propon¨ªa el fil¨®sofo en su inagotable Tao te king est¨¢, de momento, fuera de la agenda internacional, y adem¨¢s relegada a un sitio muy remoto, a juzgar por esa curiosa iniciativa, que ha hecho ¨²ltimamente su aparici¨®n y que, ante el duro trato que recibe el inmigrante latinoamericano, raya en la inmoralidad: la madre patria, que no es muy generosa con sus descendientes que han nacido fuera de la pen¨ªnsula, si lo es con un japon¨¦s, o ruso que, a cambio de la compra de una propiedad de cierto valor, recibir¨¢ en el acto un permiso de residencia.
Es momento de que la madre patria cuente de verdad con los 375 millones de potenciales aliados en Am¨¦rica
Quiz¨¢ sea el momento de reconsiderar el papel que ha jugado tradicionalmente Espa?a en el mundo hispano, de asumir la responsabilidad que le toca y empezar a contar, de verdad, con esos trescientos setenta y cinco millones de potenciales aliados que tiene en Latinoam¨¦rica y que ya empiezan a ser m¨¢s pr¨®speros y m¨¢s ricos que ella. Se trata, por supuesto, de ir m¨¢s all¨¢ de los negocios que hacen Repsol y Telef¨®nica, o de los artistas y sus obras que viajan de un lado a otro con gran naturalidad, o de la industria tur¨ªstica, las playas y el sol; lo que hace falta es voluntad, un proyecto serio, mucha diplomacia y un mont¨®n de pedagog¨ªa para conseguir que en Espa?a M¨¦xico regrese a Norteam¨¦rica y que, por ejemplo, los peruanos no sean vistos aqu¨ª como invasores sino como descendientes de la madre patria y tambi¨¦n, por supuesto, para que del otro lado, como dec¨ªa m¨¢s arriba, el espa?ol deje de ser visto como el heredero del conquistador.
De esa multitud de espa?oles que, a lo largo del tiempo, han sido recibidos con los brazos abiertos en los pa¨ªses latinoamericanos, ya nadie se acuerda, excepto cuando se avecina la temporada electoral y se vuelve urgente ir a pedir el voto a los emigrantes. Esos miles de espa?oles que durante a?os han emigrado a Latinoam¨¦rica, han ido conformando una suerte de Espa?a exterior, un pa¨ªs, repartido en varios pa¨ªses, que ha ido enriqueciendo a diversas sociedades y adem¨¢s ha difundido la manera de ser espa?ola, ese talento para vivir la vida que no posee la mayor¨ªa de los pueblos y que ha sido directamente heredado a Latinoam¨¦rica. Resulta asombroso que a la hora de hablar de ¡°la marca Espa?a¡±, una idea que deber¨ªa estar m¨¢s enfocada al modelo de la Commonwealth que a la tienda de souvenirs, nadie tome en cuenta a esta gente, a los espa?oles del exterior, a ellos que, precisamente, han sido, durante siglos, los grandes difusores de esta marca.
Espa?a deber¨ªa aprovechar esta ¨¦poca oscura para mirar con seriedad hacia Latinoam¨¦rica, hacer el esfuerzo de formar una causa com¨²n, enterrar el cad¨¢ver de la conquista y la mirada imperial, y empezar a construir una nueva relaci¨®n, moderna y liberada de lastres y estereotipos, con ese mundo hispano que palpita cada vez con m¨¢s fuerza, del otro lado del mar.
Jordi Soler es escritor.
twitter@jsolerescritor
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.