Siria no es pa¨ªs para ni?os
La cuarta parte de los 22 millones de ciudadanos sirios son menores Forman el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de una guerra civil que ha dejado decenas de miles de muertos y millones de refugiados
Todo empez¨® con un grupo de ni?os. Eran los ¨²ltimos d¨ªas de febrero de 2011 y hac¨ªa semanas que en algunos pa¨ªses hab¨ªan comenzado las protestas que conforman lo que hoy llamamos la primavera ¨¢rabe. Ya hab¨ªa ca¨ªdo el Gobierno de T¨²nez y el mundo hab¨ªa visto en directo c¨®mo los egipcios congregados en la plaza de Tahrir, en El Cairo, consegu¨ªan echar del poder a su presidente, Hosni Mubarak.
As¨ª que lo que esos d¨ªas hicieron un grupo de chavales en Daraa, peque?a ciudad del sur de Siria, uno de los reg¨ªmenes m¨¢s autoritarios de la regi¨®n, pas¨® entonces desapercibido. ¡°Es tu turno, doctor¡±, escribi¨® uno con grafiti en una pared cerca de su colegio, refiri¨¦ndose al presidente sirio, Bachar el Asad, que estudi¨® oftalmolog¨ªa. ¡°La gente quiere que el r¨¦gimen caiga¡±, escribi¨® otro.
La polic¨ªa secreta fue al colegio, interrog¨® y detuvo a varios ni?os. A otros se los llevaron de sus casas. Los padres y otra gente de Daraa descubrieron que los menores estaban siendo torturados en prisi¨®n y exigieron su puesta en libertad inmediata. La polic¨ªa respondi¨® con insultos y golpes. Entonces comenzaron las protestas contra la polic¨ªa y el Gobierno, que empezaron a extenderse a otras ciudades. El 18 de marzo, las fuerzas de seguridad dispararon contra una manifestaci¨®n en Daraa y mataron a cuatro personas, seg¨²n Human Rights Watch. Las protestas explotaron con miles de personas que cantaban: ¡°?No tenemos miedo, no tenemos miedo, despu¨¦s de hoy ya no tenemos miedo!¡±. Hab¨ªa empezado la revoluci¨®n en Siria, que pronto se convirti¨® en guerra civil.
Hoy, m¨¢s de dos a?os despu¨¦s, Naciones Unidas ha documentado las muertes de m¨¢s de 6.500 ni?os, aunque la cifra real puede llegar a ser mucho m¨¢s alta. ¡°Los ma??tan, los mutilan, son reclutados, son de??tenidos, son torturados¡¡±, describi¨® Leila Zerrougui, la representante especial de la ONU para los ni?os y los conflictos armados, cuando present¨® este informe a mediados de junio. Los ni?os en Siria est¨¢n ¡°pagando el precio m¨¢s alto¡± de entre las v¨ªctimas de cualquier otro conflicto en el mundo, seg¨²n Zerrougui, que acus¨® a ambos bandos de usar a menores como ¡°suicidas bomba o escudos humanos¡±. En total, m¨¢s de 100.000 personas han muerto, m¨¢s de un tercio de ellas civiles, seg¨²n el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una organizaci¨®n con sede en Reino Unido.
Nos llegan muchos peque?os heridos. ellos no lloran, se quejan muy poco, son los menos ruidosos" Aitor Zabalgogeazkoa, coordinador de M¨¦dicos Sin Fronteras
¡°S¨ª da la impresi¨®n de que el n¨²mero de bajas infantiles es muy alto, y esto solo puede responder a que la poblaci¨®n civil no es respetada por ninguna de las partes¡±, comenta Aitor Zabalgogeazkoa, coordinador de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) en Siria y exdirector general de esta ONG. Seg¨²n ¨¦l, alrededor del 40% de los heridos y muertos en las cl¨ªnicas de MSF en Siria son menores de 18 a?os.
Cuando uno llega a una ciudad como Alepo, una de las m¨¢s da?adas durante el conflicto, la escena est¨¢ llena de escombros, de agujeros de bala, de basura, de gatos callejeros, de edificios derruidos y de esqueletos de veh¨ªculos quemados. Pero tambi¨¦n, de ni?os que no tienen otra cosa que hacer que jugar entre las ruinas en la calle en el fr¨ªo cortante del invierno y en el calor blanco del verano.
De fondo se oye el ruido de explosiones, de disparos, se ve un helic¨®ptero, surgen columnas de humo del horizonte, mayores y peque?os vigilan el cielo por si aparece alg¨²n caza del r¨¦gimen. ¡°Los chavales mencionan much¨ªsimo el tema de los aviones, que coincide con el miedo colectivo que tenemos todos all¨ª, quiz¨¢ es lo que m¨¢s miedo da¡ tienen a todo el mundo aterrorizado¡±, cuenta Zabalgogeazkoa.
¡°Los bombardeos son muy aleatorios y en las ¨²ltimas semanas disparan con ametralladoras por la noche por toda la zona norte de Alepo¡ Nos llegan muchos ni?os heridos, muchos¡ Y llama la atenci¨®n que no lloren, se quejan muy poco, son los menos ruidosos. Llorar¨ªa hasta yo del da?o, y, sin embargo, los cr¨ªos llegan callados, como atemorizados¡¡±, contin¨²a el coordinador de MSF.
¡°S¨ª hay esta impresi¨®n de que los ni?os, como han visto ya tantas cosas, est¨¢n casi anestesiados respecto a lo que les rodea¡±, coincide Simon Ingram, jefe de comunicaci¨®n para Oriente Medio de Unicef, que mantiene a personal en Siria desde antes del conflicto. ¡°Ves a los ni?os describir con toda naturalidad cosas, im¨¢genes y sonidos espantosos y las experiencias por las que han pasado¡±.
Adem¨¢s de ser las principales v¨ªctimas de la guerra, cada vez hay m¨¢s menores que cogen un fusil y participan en ella como combatientes o que apoyan de otra forma a soldados y rebeldes en el campo de batalla. ¡°Es verdad, hay chavales que, si no lo hacen bajo presi¨®n, lo hacen porque quieren volver a casa y porque quieren participar en la guerra, y hay personas que se aprovechan de ellos¡±, describe Ingram, quien recuerda que el uso de menores en conflictos armados est¨¢ prohibido por la legislaci¨®n internacional.
Pero no solo las balas o las bombas o la metralla amenazan a los peque?os. Enfermedades que antes de la guerra estaban bajo control, como el sarampi¨®n, est¨¢n resurgiendo con fuerza debido a la interrupci¨®n de los programas de vacunaci¨®n y al colapso del sistema sanitario, seg¨²n destacan desde MSF. Tambi¨¦n ha aparecido en el norte de Siria la leishmaniasis, transmitida por un mosquito que vive entre la basura. Esta enfermedad afecta sobre todo a ni?os y j¨®venes, y est¨¢ provocada por un par¨¢sito que se come, literalmente, la piel y la carne y puede desfigurar a la persona afectada. Otras amenazas para los menores son la tuberculosis, el tifus y el c¨®lera, del que se teme que surja ahora en verano.
Adem¨¢s, unos seis millones de personas han tenido que abandonar sus hogares por la violencia. Un mill¨®n y medio se han convertido en refugiados en otros pa¨ªses, mientras que el resto sigue huyendo de la guerra dentro de Siria. De nuevo, la mayor¨ªa de los desplazados son ni?os. En la provincia de Idlib, cientos de personas se han llegado a refugiar en cuevas, donde apenas tienen agua o comida y duermen directamente en el suelo, sin colchones. Hay ocasiones en las que los menores no sobreviven a estas huidas, como document¨® la ONG Save the Children en un informe que public¨® el mes pasado, donde cuenta c¨®mo un ni?o de 12 a?os muri¨® desangrado en la calle, lleno de heridas infectadas de insectos, abandonado por el grupo con el que escapaba. O c¨®mo algunos menores son aplastados por civiles que huyen corriendo de un bombardeo. O c¨®mo a otro ni?o de 12 a?os le cortaron el cuello en un checkpoint.
Los desplazamientos forzados por la violencia conllevan que haya peque?os que est¨¢n hasta dos a?os sin ir a la escuela. En las partes de las ciudades y en los pueblos bajo control rebelde hay voluntarios que intentan organizarse para dar algunas clases. Organizaciones islamistas como los Hermanos Musulmanes o Ahrar al-Sham, muy bien organizadas, est¨¢n abriendo madrasas, escuelas cor¨¢nicas, en las zonas de su influencia y poder. Mientras tanto, las escuelas civiles ahora reciben un uso militar. En el este de Alepo, en un colegio ocupado por una katiba rebelde (unidad similar a una compa?¨ªa), Ahmed Idris, un joven de 25 a?os, cuenta con una sonrisa que ¨¦l estudiaba aqu¨ª de ni?o, en la misma sala en la que ahora duerme con sus compa?eros antes de marchar al frente cada d¨ªa.
El edificio est¨¢ sucio y las paredes que rodean el patio est¨¢n medio derruidas. Al otro lado, varios ni?os recopilan libros y cuadernos de entre los escombros. Pero no para leer, sino para usarlos como combustible para cocinar y para alejar el fr¨ªo. Aunque tambi¨¦n hay menores que est¨¢n dispuestos a lo que sea con tal de regresar a la escuela.
Naciones Unidas ha documentado las muertes de m¨¢s de 6.500 ni?os, aunque la cifra real puede llegar a ser mucho m¨¢s alta
¡°Hace unos meses, conoc¨ª a una ni?a de unos 15 a?os en un campo de refugiados de L¨ªbano que estaba desesperada por volver a Siria para hacer sus ex¨¢menes. Estaba llorando por la frustraci¨®n, ya que sus padres no le dejaban volver a su ciudad porque era demasiado peligroso¡±, cuenta Ingram desde Unicef. ¡°Las cifras son enga?osas, los datos de la ONU hablan de unos cuatro millones de ni?os afectados gravemente por la guerra de una forma u otra. Pero si tomas una perspectiva m¨¢s amplia, est¨¢ claro que cada menor, cada ni?o sirio, est¨¢ afectado, aunque sea por la destrucci¨®n del tejido social en Siria¡±, resume Ingram.
¡°Ya no queda ni?ez¡ los miras a los ojos y en la expresi¨®n de estos ni?os se ve claramente que han pasado por algo absolutamente terrible. Aunque est¨¦n jugando, aunque en la superficie a¨²n parezcan ni?os, puedes ver que en su interior hay algo que ha sido destruido¡±, describe gr¨¢ficamente Ingram, que habla de ¡°una generaci¨®n perdida de ni?os sirios¡±.
De vuelta en Alepo, es un d¨ªa normal, lejos de la l¨ªnea del frente. La gente camina por la calle, pasa frente a las tiendas. Coches y furgonetas destartaladas compiten en el asfalto agujereado. Los chavales juegan entre las ruinas y los escombros de los edificios bombardeados. A lo lejos se oyen explosiones. En la calle, todos miran de vez en cuando el cielo por si aparece un avi¨®n del r¨¦gimen.
De repente, cae un proyectil de mortero junto a una vivienda y la explosi¨®n mata y hiere a varias personas y deja la calle manchada de sangre. Quiz¨¢ venga del aeropuerto, que no est¨¢ muy lejos y es donde el r¨¦gimen y los rebeldes llevan meses enfrent¨¢ndose. Los vecinos llevan los cuerpos en coches, en camiones, como sea, con urgencia, a una de las peque?as cl¨ªnicas secretas que abrieron tras la destrucci¨®n del hospital Dar al Shifa en noviembre. Al menos, dos de los cuerpos son de ni?os. Quiz¨¢ est¨¢n heridos o quiz¨¢ est¨¢n muertos.
La gente se acerca a la puerta de la cl¨ªnica, hay civiles, rebeldes, armas, ruido de bocinas, sangre. Hay gente que grita de rabia y camina a grandes pasos de aqu¨ª para all¨¢, hay otros que miran quietos y en silencio. Una mujer se aleja de la escena con los labios apretados y la mirada llena de impotencia, cansancio, miedo, rabia y resignaci¨®n. Lleva de la mano a un peque?o, seguramente su hijo, de unos cuatro o cinco a?os, que mira hacia atr¨¢s, hacia la entrada de la cl¨ªnica en la que est¨¢n metiendo los cuerpos ensangrentados. El chico sigue con la cabeza girada, con la boca y los ojos abiertos de curiosidad, mientras su madre lo aleja de all¨ª de la mano a marchas forzadas, casi a rastras.
Los francotiradores tambi¨¦n matan a los ni?os
21 de junio de 2012, Al Quseir, provincia de Homs, oeste de Siria, junto a la frontera con L¨ªbano. La madre de Yazan Gassan Rezk, acompa?ada de otras mujeres, llora mientras sostiene el cuerpo de su hijo, que ten¨ªa cinco a?os cuando lo mat¨® el disparo de un francotirador en un checkpoint en Al Quseir. La ciudad, un basti¨®n rebelde, sufr¨ªa bombardeos constantes por parte del Ej¨¦rcito de El Asad, y en esos momentos se pod¨ªan o¨ªr helic¨®pteros sobrevol¨¢ndola. Esta imagen, tomada poco antes del funeral de Yazan, documenta una de las primeras veces en las que los francotiradores del r¨¦gimen dispararon a ni?os. Mujeres, ancianos y ni?os acabaron convertidos en v¨ªctimas habituales de estos tiradores, que adem¨¢s tambi¨¦n disparaban a quienes intentaban ayudar a los heridos o recuperar los cad¨¢veres, que pod¨ªan pasar meses en la calle. Al Quseir cay¨® finalmente en junio a manos del r¨¦gimen, que cont¨® con la ayuda de la milicia libanesa chi¨ª Hezbol¨¢, lo que signific¨® una creciente internacionalizaci¨®n y sectarismo de la guerra.?La madre de Yazan Gassan Rezk, acompa?ada de otras mujeres, llora mientras sostiene el cuerpo de su hijo, que ten¨ªa cinco a?os cuando lo mat¨® el disparo de un francotirador en un checkpoint en Al Quseir. La ciudad, un basti¨®n rebelde, sufr¨ªa bombardeos constantes por parte del Ej¨¦rcito de El Asad, y en esos momentos se pod¨ªan o¨ªr helic¨®pteros sobrevol¨¢ndola. Esta imagen, tomada poco antes del funeral de Yazan, documenta una de las primeras veces en las que los francotiradores del r¨¦gimen dispararon a ni?os. Mujeres, ancianos y ni?os acabaron convertidos en v¨ªctimas habituales de estos tiradores, que adem¨¢s tambi¨¦n disparaban a quienes intentaban ayudar a los heridos o recuperar los cad¨¢veres, que pod¨ªan pasar meses en la calle. Al Quseir cay¨® finalmente en junio a manos del r¨¦gimen, que cont¨® con la ayuda de la milicia libanesa chi¨ª Hezbol¨¢, lo que signific¨® una creciente internacionalizaci¨®n y sectarismo de la guerra.
Bandera de la revoluci¨®n
23 de marzo de 2012, Binnish, provincia de Idlib, noroeste de Siria. Como cada viernes, cerca de mil personas se manifiestan contra el r¨¦gimen. En esta ocasi¨®n lo hacen bajo el lema: ¡°?Damasco, all¨¢ vamos!¡±. Movilizaciones anteriores hab¨ªan sido m¨¢s multitudinarias, pero Binnish hab¨ªa sido bombardeada el d¨ªa anterior y la gente ten¨ªa miedo y se marchaba de la ciudad. Entonces se cumpl¨ªa un a?o del inicio de la guerra y hab¨ªan muerto unas 9.000 personas. Hoy, los muertos son m¨¢s de 100.000, la contienda contin¨²a y los rebeldes no han entrado en Damasco. Desde el primer momento, los ni?os estuvieron muy presentes en las protestas. El peque?o que est¨¢ en primer plano tiene la cara pintada con la antigua bandera siria de la independencia, de franjas, verde, blanca y negra, con tres estrellas rojas en el centro. La oposici¨®n al r¨¦gimen del presidente Bachar el Asad volvi¨® a adoptarla a finales de 2011, y para muchos es la bandera de la revoluci¨®n.
En cuevas, sin colchones, comida,?ni?medicinas
5 de enero de 2013, lugar secreto en la provincia de Idlib, noroeste de Siria. Un grupo de ni?os viven y se esconden, junto con sus mayores, en cuevas en la provincia de Idlib. Cuando se tom¨® esta foto no se ve¨ªan colchones, y los refugiados no ten¨ªan suficiente comida, ni medicinas, ni ropa para el duro fr¨ªo del invierno, aunque al menos los ni?os s¨ª recib¨ªan clases de profesores voluntarios. Desde el inicio de la guerra, unos 4,5 millones de personas han sido desplazadas y m¨¢s de 1,5 millones de sirios se han refugiado en otros pa¨ªses. M¨¢s de la mitad de los desplazados son ni?os. Suponen la cuarta parte de la poblaci¨®n siria, de m¨¢s de 22 millones de personas.
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