No queremos una 'Europa alemana'
La UE no est¨¢ concebida para que uno lidere y los dem¨¢s le sigan, pero se est¨¢n imponiendo estereotipos nacionales contra los que hay que luchar y seguir trabajando por un continente fuerte y competitivo
?Cu¨¢l es la situaci¨®n actual en Europa? Han pasado tres a?os desde que se iniciase el primer programa de ayudas a Grecia y cerca de tres meses desde que se aprobase el de Chipre. Y el panorama es heterog¨¦neo. Por un lado, el positivo, los pa¨ªses en crisis de la eurozona muestran signos alentadores. Se est¨¢n llevando a cabo reformas en los mercados laborales y en los reg¨ªmenes de seguridad social, as¨ª como modernizando las Administraciones y los sistemas jur¨ªdicos y fiscales, lo cual ya est¨¢ dando resultado: la competitividad est¨¢ aumentando, los desequilibrios econ¨®micos se est¨¢n reduciendo y se est¨¢ recuperando la confianza de los inversores.
Las mejoras institucionales realizadas en Europa han incrementado nuestra probabilidad de economizar considerablemente en el futuro. Ahora disponemos de normativas m¨¢s vinculantes, frenos a la deuda nacional y un potente mecanismo de resoluci¨®n de crisis que permite ganar tiempo para hacer reformas. Lo siguiente ser¨¢ crear una uni¨®n bancaria que reduzca a¨²n m¨¢s los riesgos tanto para el sector financiero como para los contribuyentes. El objetivo de nuestra regulaci¨®n del mercado financiero es que la responsabilidad por las p¨¦rdidas recaiga en aquellos que previamente han tomado las arriesgadas decisiones de inversi¨®n. De este modo, oportunidad y riesgo volver¨¢n a ir de la mano.
Sin embargo, hay otro lado, el lado negativo: una gran incertidumbre entre nuestra poblaci¨®n, una juventud que en algunas regiones de Europa ve actualmente pocas oportunidades y personas que pierden su trabajo porque la econom¨ªa de su pa¨ªs se encuentra en ¨¦poca de transici¨®n. Todo ello, acompa?ado de un debate sobre la crisis a menudo caracterizado, lamentablemente, por las recriminaciones rec¨ªprocas y la arrogancia mutua y en el que los estereotipos y prejuicios nacionales que se cre¨ªan superados hace tiempo vuelven a mostrar su peor cara.
A esto se suman las contradicciones a la hora de valorar la pol¨ªtica real: por ejemplo, desde el exterior se solicita a Alemania que relaje su pol¨ªtica de austeridad supuestamente draconiana; no obstante, en la propia Alemania se acusa al Gobierno de no ahorrar o de ahorrar demasiado poco. La verdad se encuentra en el centro por una buena raz¨®n: nos afianzamos de forma adecuada, nos ganamos la confianza y con ello preparamos el terreno para un crecimiento sostenido en Alemania y en Europa.
Las reformas que se est¨¢n acometiendo no surten efecto de la noche a la ma?ana
La idea de que alguien debe (o puede) liderar en Europa es err¨®nea. Y la reticencia alemana no tiene solo que ver con la culpabilidad hist¨®rica que arrastra su pueblo. Se debe a que la extraordinaria entidad pol¨ªtica llamada Europa no est¨¢ concebida para que uno lidere y los dem¨¢s le sigan. Europa significa la coexistencia en igualdad de derechos de sus Estados. Pero, al mismo tiempo, Alemania siente que tiene una responsabilidad especial con respecto al camino tomado de mutuo acuerdo para resolver la crisis de la zona euro. Asumimos esta responsabilidad de liderazgo con la colaboraci¨®n, especialmente, de nuestros amigos franceses. Al igual que el resto de grandes y peque?os pa¨ªses de la eurozona, somos conscientes de lo importante que es una estrecha colaboraci¨®n para resolver la crisis.
Desde el comienzo de esta, los europeos hemos trazado juntos un camino que no solo tiene como objetivo la consolidaci¨®n fiscal tard¨ªa, sino, ante todo, la superaci¨®n de los desequilibrios econ¨®micos mediante el fortalecimiento de la competitividad de todos los pa¨ªses miembros de la eurozona. Es por ello que los programas de ajuste para los pa¨ªses afectados prev¨¦n reformas estructurales b¨¢sicas cuyo ¨²nico objetivo es volver a la senda del crecimiento sostenido y, con ello, alcanzar un bienestar duradero para todos. Unas finanzas p¨²blicas s¨®lidas fomentan la confianza, por lo que son algo totalmente necesario, aunque por s¨ª solo insuficiente para lograr un crecimiento sostenido. A esto deben a?adirse la reforma y modernizaci¨®n de nuestros mercados laborales y reg¨ªmenes de seguridad social, as¨ª como de las Administraciones y los sistemas jur¨ªdicos y fiscales, con el fin de que Europa vuelva a ser una regi¨®n altamente competitiva que crezca de forma equilibrada. Se trata de crear unas condiciones laborales y de vida para los ciudadanos europeos que no est¨¦n basadas en una burbuja de crecimiento artificial, como ha sucedido otras veces en el pasado, sino en un crecimiento sostenido.
Ahora bien, estas reformas no surten efecto de la noche a la ma?ana. Nadie lo sabe mejor que los alemanes. Ha sido necesario un tiempo doloroso para que Alemania pasase de ser el hombre enfermo que era hace 10 a?os al actual motor de crecimiento y anclaje de estabilidad de Europa. Nosotros mismos tuvimos una alt¨ªsima tasa de desempleo durante mucho tiempo despu¨¦s de iniciar las por aquel entonces urgentes y necesarias reformas. Pero sin estas no puede haber crecimiento sostenido. Los programas de recuperaci¨®n econ¨®mica basados en la creaci¨®n de nueva deuda p¨²blica solo aumentan la carga para nuestros hijos y nietos sin producir un efecto a largo plazo.
Para crear nuevos puestos de trabajo en Europa hacen falta empresas que ofrezcan productos innovadores, atractivos y, por ende, demandados por los mercados. Y las empresas europeas ¨²nicamente podr¨¢n ofrecer estos productos si el Estado les proporciona el marco necesario para tener ¨¦xito en un mundo cada vez m¨¢s globalizado. Esto no solo es aplicable a las empresas alemanas, sino tambi¨¦n a las francesas, brit¨¢nicas, polacas, italianas, espa?olas, portuguesas o griegas.
Berl¨ªn quiere ponerse al servicio de la recuperaci¨®n econ¨®mica de la Uni¨®n Europea
Por tanto, es absurdo pensar que los alemanes quieren desempe?ar un papel especial en Europa. No, no queremos una Europa alemana. No exigimos a los dem¨¢s que vivan como nosotros. Este reproche no tiene sentido, como tampoco lo tienen los estereotipos nacionales subyacentes. Los alemanes, ?capitalistas tristes de ¨¦tica protestante? En Alemania, las regiones econ¨®micas con ¨¦xito son cat¨®licas. Los italianos, ?s¨®lo dolce far niente? No solo las regiones industriales del norte de Italia se sentir¨ªan ofendidas. Todo el norte de Europa, ?centrado en el mercado? Los Estados de bienestar del norte, caracterizados por la solidaridad y la redistribuci¨®n, no encajan en esta caricatura. Los adeptos a los estereotipos deber¨ªan prestar atenci¨®n a las encuestas seg¨²n las cuales una clara mayor¨ªa de ciudadanos, no solo del norte, sino tambi¨¦n del sur de Europa, abogan por reformas y por la reducci¨®n de la deuda y del gasto p¨²blico para superar la crisis.
?Una Europa alemana? Ni los propios alemanes tolerar¨ªan algo semejante. Los alemanes m¨¢s bien queremos ponernos al servicio de la recuperaci¨®n econ¨®mica de la Comunidad Europea, sin que eso signifique debilitarnos nosotros mismos, pues eso no beneficiar¨ªa a nadie en Europa. Queremos una Europa fuerte y competitiva, una Europa en la que desarrollemos nuestra actividad econ¨®mica de forma razonable y en la que no acumulemos m¨¢s deuda. Se trata de establecer unas condiciones adecuadas para poder desarrollar nuestra actividad econ¨®mica en el marco de la competencia mundial y hacer frente a la evoluci¨®n demogr¨¢fica que desaf¨ªa a toda Europa. No son ideas alemanas, sino pol¨ªticas necesarias para asegurar nuestro futuro. Existe consenso europeo en cuanto a las pol¨ªticas de reforma y la consolidaci¨®n para aumentar el crecimiento, porque estas se basan en decisiones un¨¢nimes de los Estados miembros.
La confianza de los inversores, las empresas y los consumidores, y con ello el crecimiento sostenido, solo pueden lograrse mediante una s¨®lida pol¨ªtica presupuestaria y unas buenas condiciones econ¨®micas. Todos los estudios internacionales as¨ª lo confirman, de igual modo que el BCE, la Comisi¨®n Europea, la OCDE y el FMI, encabezados, dicho sea de paso, por un italiano, un portugu¨¦s, un mexicano y una francesa respectivamente.
Y los Gobiernos europeos tambi¨¦n act¨²an siguiendo estas l¨ªneas. El modo en que los pa¨ªses europeos con problemas est¨¢n reformando sus mercados laborales y reg¨ªmenes de seguridad social, modernizando sus Administraciones y sistemas jur¨ªdicos y fiscales, y consolidando sus presupuestos merece nuestro m¨¢ximo reconocimiento y todo nuestro respeto. Nuestra recompensa ser¨¢ convertirnos en una Europa fuerte y competitiva.
Wolfgang Sch?uble es ministro de Finanzas de Alemania.
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