Incendios, ?tenemos respuestas?
Hay respuestas contra el fuego. Ordenar el monte, gestionarlo, aprovecharlo de manera sostenible y aplicar los medios tecnol¨®gicos que tenemos
En mi infancia o¨ªa una sentencia de la sabidur¨ªa popular campesina que me llamaba la atenci¨®n: ¡°Los incendios se apagan en invierno¡±. Como todos los a?os, vivimos el azote destructivo del fuego. Todos los pa¨ªses de la cuenca mediterr¨¢nea los padecen, y nosotros, los de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, de manera m¨¢s grave.
?Hist¨®ricamente era un m¨¦todo de cultivo, para ganar espacio de pastoreo o de siembra. A¨²n quedan resquicios de eso. Hoy el abandono del medio rural provoca que el matorral y otras especies arbustivas colonicen antiguos espacios cultivados en medio del bosque, facilitando el combustible en las ¨¢reas que antes constitu¨ªan barreras naturales frente al avance del fuego.
Junto a este abandono de las gentes que viv¨ªan en el campo y del campo, sufrimos el fen¨®meno del calentamiento global, que genera las condiciones ambientales para la propagaci¨®n de los incendios. Temperaturas muy elevadas, baja humedad relativa y fuertes vientos hacen que el combustible existente en nuestros montes, muy abundante y seco ¡ªque no se limpi¨® en invierno¡ª, se convierta en una aut¨¦ntica bomba que, cuando se llega tarde, es casi imposible parar. Pero ni la gente va a volver al campo para instalarse y recuperar viejos espacios para la agricultura y el pastoreo ni el calentamiento global tiene visos de parar.
Ante este panorama, limitados econ¨®micamente por la crisis, tenemos la obligaci¨®n de actuar, intentando reducir los efectos del fuego y enfrentando el fen¨®meno con los medios m¨¢s operativos a nuestro alcance.
Lo primero que habr¨ªa que hacer es ordenar y gestionar adecuadamente nuestros espacios forestales, sustituyendo los efectos de la antigua presencia humana por actuaciones silv¨ªcolas destinadas a reducir y fragmentar el combustible existente. Y adem¨¢s, explotar de manera sostenible los productos forestales que obtengamos de esta forma de gesti¨®n. El monte puede ser rentable si se gestiona bien, puede crear y mantener puestos de trabajo de manera estable, y dise?ada su ordenaci¨®n con inteligencia, podemos reducir los incendios y, sobre todo, acabar con las grandes superficies arrasadas por las llamas.
El objetivo prioritario es hacer, de manera natural, que nuestros bosques sean mucho m¨¢s resistentes al fuego de lo que en la actualidad son. Y para eso hay que aprovechar sus posibilidades productivas de manera sostenible, con criterios conservacionistas racionales. Productos t¨ªpicamente forestales, tradicionalmente aprovechados, como la madera, los derivados de la apicultura, setas, caza, pesca y turismo de naturaleza siguen siendo atractivos econ¨®micamente.
Y tenemos que incorporar el que probablemente sirva para asegurar una rentabilidad permanente, la biomasa, aprovechable para la producci¨®n energ¨¦tica, ayudando a la inversi¨®n m¨¢s que con subvenci¨®n permanente. Hay millones de toneladas de biomasa en nuestros montes, justo las que incrementan, por su falta de aprovechamiento, el riesgo de incendios devastadores. Si, en lugar de quemarse en el monte poniendo en peligro patrimonios y vidas, se utilizan para la producci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica, tendremos una soluci¨®n donde antes hab¨ªa un grave problema.
Ambas cosas ¡ªordenaci¨®n y aprovechamiento de la masa forestal y utilizaci¨®n de la biomasa como energ¨ªa¡ª pueden crear y mantener much¨ªsimos puestos de trabajo y ser¨¢n determinantes para evitar los grandes incendios. Su explotaci¨®n sostenible es rentable, evitando, por tanto, que las Administraciones P¨²blicas tengan que destinar anualmente ingentes cantidades de dinero para la gesti¨®n forestal, que se deber¨ªa financiar con su propia rentabilidad. Hay mercado para la biomasa e inversores dispuestos a ponerla en valor.
Esta pol¨ªtica forestal puede disminuir sensiblemente la amenaza, pero no acabar¨¢ con ella. Son instrumentos de prevenci¨®n y explotaci¨®n racional que har¨¢n que el monte sea tan resistente al fuego, o m¨¢s, como lo era cuando estaba habitado. Adem¨¢s, necesitamos incorporar una respuesta tecnol¨®gica y adoptar algunas modificaciones normativas.
La innovaci¨®n tecnol¨®gica ha avanzado mucho en nuestro pa¨ªs en las ¨²ltimas d¨¦cadas y hoy disponemos de herramientas que pueden ayudarnos con gran eficacia a enfrentar la lucha contra el fuego.
La utilizaci¨®n de equipos de alta tecnolog¨ªa aplicada a la detecci¨®n de incendios y la simulaci¨®n de su evoluci¨®n sobre el territorio pueden contribuir a localizar, en tiempo real, el inicio de cada incendio y prever, seg¨²n las condiciones clim¨¢ticas y ambientales, lo que el incendio har¨¢ en las horas siguientes. As¨ª sabremos desde el primer momento a qu¨¦ nos enfrentamos y c¨®mo y d¨®nde podemos hacerle frente de manera eficaz.
Como saben los que tienen responsabilidad en la lucha contra el fuego, la rapidez en atacarlo es fundamental. Las estad¨ªsticas demuestran que si llegamos a un incendio en la primera media hora desde su inicio, aun en las peores condiciones clim¨¢ticas y ambientales, la superficie final quemada no superar¨¢ las 20 ¨® 30 hect¨¢reas. Y cada minuto que reduzcamos a esa primera media hora disminuir¨¢ la superficie final quemada a la mitad. Sin embargo, cada minuto en que superemos ese ¨ªndice multiplicar¨¢ por dos la superficie final quemada, con una dram¨¢tica progresi¨®n geom¨¦trica.
Por eso los sistemas de detecci¨®n son cruciales. Hay que vigilar todo el territorio de manera autom¨¢tica y permanente, de d¨ªa y de noche. Y los equipos que vigilan tienen que tener capacidad de analizar toda la superficie forestal que est¨¦ en riesgo, sean cuales sean las condiciones ambientales. Por tanto, las torres de vigilancia deben contar con sistemas de detecci¨®n t¨¦rmica, detecci¨®n de humo y c¨¢maras de visi¨®n diurna y nocturna de largo alcance enlazados. Funcionar¨¢n barriendo todo el territorio sobre el que operan de manera permanente, grabando im¨¢genes y transmiti¨¦ndolas, en tiempo real y con referencia geogr¨¢fica exacta, a los centros operativos regionales. Con esta tecnolog¨ªa se detectar¨¢ inmediatamente el inicio del fuego, sabremos d¨®nde est¨¢ y estaremos en condiciones de movilizar los medios de pronto ataque distribuidos estrat¨¦gicamente por todo el territorio forestal considerado de alto riesgo.
El funcionamiento de los medios de pronto ataque debe ser el despacho autom¨¢tico. El sistema, que incluir¨¢ un software dise?ado al efecto, alerta en cuanto detecta el incendio, sabe d¨®nde est¨¢n los medios operativos m¨¢s pr¨®ximos y ordena su salida inmediata, sin m¨¢s comprobaciones. Si hay una alerta de incendio, lo m¨¢s probable es que sea un incendio. Y si es verano, hay altas temperaturas y est¨¢ pr¨®ximo, o en medio del monte, lo l¨®gico es que requiera atenci¨®n inmediata para evitar que se convierta en un problema serio. Por tanto, no es necesario que ninguna autoridad valore y decida si los medios de pronto ataque tienen que salir. Deber¨¢n hacerlo de forma autom¨¢tica, porque m¨¢s vale una falsa alarma que un incendio incipiente que en pocas horas pueda convertirse en un gran incendio imposible de parar.
Para cerrar el c¨ªrculo de capacidades tecnol¨®gicas contra el fuego, los centros operativos regionales deben contar con un instrumento de gesti¨®n y simulaci¨®n de incendios que incorpore los datos reales de temperatura, humedad, viento, combustible existente, orograf¨ªa, red de caminos, puntos de agua y lugares habitados por personas, como m¨ªnimo. As¨ª es posible anticipar la evoluci¨®n del incendio en las siguientes horas, decidir por d¨®nde y cu¨¢ndo hacerle frente con garant¨ªas de ¨¦xito. Y, por supuesto, decidir evacuaciones necesarias en viviendas y cu¨¢nto tiempo tenemos para realizarlas.
Por ¨²ltimo, habr¨ªa que modernizar el equipamiento y actualizar la normativa para los medios a¨¦reos que se utilizan en esta lucha contra el fuego. A estas alturas es inaudito que no puedan volar de noche, cuando la tecnolog¨ªa hace tiempo que resolvi¨® ese problema. Es justo de noche cuando la temperatura es m¨¢s baja, la humedad m¨¢s alta y suele amainar el viento. Es decir, cuando es m¨¢s f¨¢cil combatir el fuego es cuando menos capacidad de atacarlo tenemos por no poder contar con los medios a¨¦reos.
Por eso vemos que cada amanecer nos informan de un pr¨®ximo control del incendio de turno y cuando avanza el d¨ªa la esperanza se desvanece en cuanto temperatura, viento y humedad vuelven a sus par¨¢metros normales en esta ¨¦poca del a?o.
Hay respuestas contra el fuego. Ordenar el monte, gestionarlo, aprovecharlo de manera sostenible y aplicar los medios tecnol¨®gicos que tenemos cubren la fase preventiva y la de lucha eficaz contra este azote destructivo que padecemos.
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