Regular la batalla por la informaci¨®n
Un motor de b¨²squeda m¨¢s innovador o una red social m¨¢s respetuosa con la privacidad del usuario no podr¨ªan competir con Google y Facebook. Su dominio est¨¢ garantizado por el caudal de datos que controlan
Buscar sin Google en la Red es como socializar en ella sin Facebook: algo inimaginable. Pero unos magn¨ªficos algoritmos patentados y unos empleados extremadamente talentosos s¨®lo explican parcialmente la raz¨®n de que ambos campos est¨¦n dominados por una sola compa?¨ªa. La verdadera raz¨®n es que tanto Google como Facebook se metieron en esos territorios muy pronto, acumularon tesoros de datos sobre sus usuarios y, ahora, est¨¢n explotando agresivamente esos datos para ofrecer un servicio excepcional que sus competidores simplemente no pueden igualar, por muy innovadores que sean sus modelos de negocio.
Pongamos por caso la b¨²squeda personalizada de Google o el Graph Search de Facebook. Ambos accesorios son f¨¢ciles de copiar; es la informaci¨®n sobre el usuario lo que les hace sobresalir. De ese modo, Google indicar¨¢ qu¨¦ v¨ªnculos han sido aprobados por nuestros ¡°amigos¡± directamente en los resultados de b¨²squeda; Facebook, mediante Graph Search, nos permite acceder a los conocimientos de nuestros amigos y de los amigos de estos.
Ambas compa?¨ªas se han aproximado con ¨¦xito, y luego han monetizado, nuestro ¡°gr¨¢fico social¡±, el t¨¦rmino en otro tiempo de moda utilizado para describir nuestras muchas conexiones superpuestas con otra gente. Son peque?as cosas como el gr¨¢fico social las que explican porqu¨¦ incluso un mejor y m¨¢s innovador motor de b¨²squeda o una red social m¨¢s respetuosa con la privacidad del usuario lo tendr¨ªa dif¨ªcil compitiendo con Google y Facebook: mientras el dominio de estas dos compa?¨ªas est¨¦ alimentado por inmensos caudales de datos de usuarios, los competidores est¨¢n condenados al fracaso.
Si tuvi¨¦ramos que rehacer nuestra estructura de informaci¨®n partiendo de cero, nos dar¨ªamos cuenta de que el sistema del que disponemos actualmente se presta muy mal a la competici¨®n. ?C¨®mo podr¨ªamos hacer las cosas de un modo diferente? Una opci¨®n podr¨ªa ser la de manejar el ¡°gr¨¢fico social¡± como una especie de instituci¨®n p¨²blica, con reguladores estatales que aseguren que todas las compa?¨ªas tienen igual acceso a esa informaci¨®n crucial. Muchas de nuestras conexiones sociales son anteriores ¡ªy pueden sobrevivir¡ª a Google y Facebook; esas compa?¨ªas las han cartografiado bien, pero ello no debiera impedirnos pensar en modos distintos de cartografiarlas y hacerlas disponibles. As¨ª, en lugar de invertir dinero p¨²blico en el desarrollo de mejores motores de b¨²squeda los gobiernos podr¨¢n centrar su atenci¨®n en que el terreno de juego de los datos est¨¦ tan nivelado como sea posible.
Esa estrategia podr¨ªa ofrecer otras ventajas. Por ejemplo, los reguladores tendr¨ªan la capacidad de ejercer mucho mayor control sobre c¨®mo terceras partes recopilan y acceden a los datos del usuario. Ser¨ªa posible convertir en an¨®nimos esos datos y as¨ª desarrollar unos mejores servicios personalizados sin comprometer la privacidad del usuario. Los miedos a la filter bubble (¡°burbuja filtradora¡±) se han exagerado mucho; la personalizaci¨®n no es mala per se: son los rastros de datos que deja en su estela lo que debiera preocuparnos.
El sistema de la NSA est¨¢ sumido en el secretismo y carece de la oportuna supervisi¨®n legislativa
Hace unos pocos meses, esto hubiera podido parecer una propuesta razonable pero en el fondo quijotesca. Para empezar, parece haber peligrosamente poco inter¨¦s, o ganas, en rehacer nuestra estructura global de informaci¨®n. Baste imaginar el esfuerzo que har¨ªa falta para reunir toda esa informaci¨®n y organizarla de un modo ¡°f¨¢cil de utilizar¡±. ?Qui¨¦n ser¨ªa capaz de financiar semejante empe?o?
Ahora que Edward Snowden ha delatado las extensas operaciones de espionaje de la National Security Agency, esa cuesti¨®n parece obsoleta. Pongamos por caso la muy debatida recopilaci¨®n de metadatos de la NSA, la aparentemente benigna (o eso dicen ellos) informaci¨®n sobre qui¨¦n llama a qui¨¦n y cu¨¢ndo. Es precisamente ese tipo de metadatos lo que se necesita para desarrollar un mejor ¡°gr¨¢fico social¡± p¨²blicamente gestionado. De hecho, la NSA probablemente ya lo ha desarrollado, a menudo con la t¨¢cita cooperaci¨®n de los servicios de inteligencia y de los operadores de telecomunicaciones de diferentes pa¨ªses.
Podemos discutir la ¨¦tica y la legalidad de tales iniciativas hasta el hartazgo; y sugiero que lo hagamos, ya que, seg¨²n las revelaciones de Snowden, el sistema de la NSA est¨¢ sumido en el secretismo, carece de la oportuna supervisi¨®n legislativa y disfruta de un ilimitado apoyo del complejo militar-industrial. De manera que, s¨ª: las pr¨¢cticas de recopilaci¨®n de datos de la NSA tienen que reformarse con la responsabilidad como objetivo.
Sin embargo, todas estas son preguntas sobre el futuro. Pero hay una pregunta sobre el presente bastante m¨¢s pragm¨¢tica: la NSA tiene todos esos datos y no va a desaparecer (el muy discutido centro de almacenaje de datos que la NSA est¨¢ construyendo en Utah sugiere otra cosa). Ser¨ªa un error colosal no llegar a un acuerdo institucional global que al menos hiciera que buena parte de esos datos quedaran disponibles para el uso p¨²blico. Deber¨ªa ser posible producir un rudimentario gr¨¢fico social y hacerlo globalmente disponible para ser supervisado por una agencia civil, quiz¨¢ en el seno de la ONU. EE UU, que siempre ha predicado el libre mercado al resto del mundo, puede tomar la iniciativa de hacer m¨¢s competitivos a los mercados de la b¨²squeda y de las redes sociales.
Existen, por supuesto, cantidad de obst¨¢culos t¨¦cnicos y de posibles cuestiones de privacidad que ser¨ªa preciso abordar. Ser¨ªan cruciales unas firmes normas de anonimato as¨ª como la posibilidad de la exclusi¨®n voluntaria. Naturalmente, a las compa?¨ªas tecnol¨®gicas titulares no les gustar¨ªa, ya que fueron ellas las que dieron todos esos datos a la NSA. De acuerdo, s¨ª, pero Google y Facebook tambi¨¦n saben que, antes o despu¨¦s, los reguladores descubrir¨ªan las verdaderas razones por las que los mercados de b¨²squeda y de redes sociales ofrecen tan escasa competencia y har¨ªan algo al respecto. Ese ¡°algo¡± puede ser mucho m¨¢s dr¨¢stico que lo que aqu¨ª se propone.
Los agentes secretos est¨¢n encantados con la actual centralizaci¨®n de las telecomunicaciones
La tarea m¨¢s abrumadora ser¨ªa la de convencer a los defensores de la privacidad que este es, efectivamente, un acuerdo merecedor de su atenci¨®n. A primera vista, no lo es. ?Qu¨¦ mayor locura que proporcionar a las nuevas compa?¨ªas un acceso a casi tantos datos de usuarios como los que ya tienen Google y Facebook? Pero se trata de un asunto mucho m¨¢s complejo, en particular porque si el plan funciona podr¨ªamos acabar con m¨¢s innovaci¨®n en los terrenos de la b¨²squeda y del socializar en la Red, y algunas de esas nuevas compa?¨ªas podr¨ªan ofrecer m¨¢s protecci¨®n real a sus usuarios, ya que sus modelos de negocio no estar¨ªan necesariamente relacionados con una agresiva recopilaci¨®n de datos.
En otras palabras, la elecci¨®n ante la que nos encontramos est¨¢ entre un futuro en el que Google y Facebook contin¨²en dominando sus mercados principales, acumulando m¨¢s y m¨¢s datos de sus usuarios, y un futuro en el que el poder de esas compa?¨ªas sea controlado por la competencia. Por el momento, los usuarios apenas tienen otra opci¨®n que la de quedarse con Google y Facebook, ya que los datos de usuarios que estas tienen producen realmente mejores resultados de b¨²squeda y unas conexiones sociales m¨¢s valiosas.
El obst¨¢culo m¨¢s importante es el de convencer a las NSA de este mundo de que ello va a favor de su propio inter¨¦s, lo que claramente no es as¨ª. Los agentes secretos est¨¢n encantados con la actual centralizaci¨®n de las telecomunicaciones, de manera que solamente haya unos pocos conductos por los que seguir absorbiendo datos de usuarios y organiz¨¢ndolos amablemente para su captura por parte de la NSA. Un mercado realmente competitivo de b¨²squeda y de redes sociales ser¨ªa un dolor de cabeza para los servicios de inteligencia.
Adem¨¢s, si los datos m¨¢s ¨ªntimos los contiene otra agencia p¨²blica debidamente supervisada ¡ªque se dedique a protegerlos de un innecesario abuso y que est¨¦ dotada de la autoridad legal adecuada para poder negarlos a las irrazonables exigencias de la NSA¡ª ello podr¨ªa ayudar a proteger realmente la privacidad del usuario y a la vez domar¨ªa la propagaci¨®n del aparato de la seguridad nacional.
?Una proposici¨®n poco modesta? Tal vez. Pero con tantos limones con la marca NSA bien podr¨ªamos hacer una limonada.
Evgeny Morozov es profesor visitante en la Universidad de Stanford y profesor en la New America Foundation.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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