El desaf¨ªo de Catar
Ostenta la mayor renta ¡®per capita¡¯ del mundo gracias a sus espectaculares reservas de gas y petr¨®leo Viaje a un peque?o pa¨ªs de oriente pr¨®ximo que?aspira a inventar su futuro y a ganar influencia en el contexto global
Par¨ªs fue la capital del mundo en el siglo XIX, acaso Londres y Nueva York en el siglo XX. Pero en los a?os diez del siglo XXI, una min¨²scula pen¨ªnsula del Golfo se ha convertido en el centro neur¨¢lgico del futuro, desplazando los aires de grandeza de sus vecinas Dub¨¢i o Abu Dhabi. Frente a Arabia Saud¨ª, que posee petr¨®leo, pero tambi¨¦n un extremado conservadurismo, Catar posee ambici¨®n y riqueza. Y poco a poco consolida una identidad propia. En las artes, la est¨¦tica y el marketing, desde la caligraf¨ªa ¨¢rabe hasta las mallas met¨¢licas que envuelven los rascacielos emulando las ra¨ªces beduinas, se busca impregnar el relato de ra¨ªces aut¨®ctonas. ¡°Redescubre la esencia de nuestra comunidad¡±, rezan unos anuncios en Katara, la ciudad de la cultura.
1. MUJERES DE NEGRO Y UNA BOTELLA DE VINO
En el suelo del aeropuerto internacional de Doha se reflejan los logotipos de las maletas Louis Vuitton. Pulido. Inmaculado. A cargo de una brigada de limpieza cuya misi¨®n es la de ser eficaz e invisible. Un hombre occidental agita la mano detr¨¢s del cristal de la zona de llegadas y una ni?a de unos cinco a?os empieza a dar saltos de alegr¨ªa. El hombre va a la carrera con la felicidad del reencuentro prendida en la sonrisa hasta que resbala y se estampa contra el m¨¢rmol. Nunca nada es demasiado en Catar. Todo debe brillar, empezando por all¨ª donde se pisa. ¡°Actuar con excelencia¡±, como los limpiadores nepal¨ªes de la terminal. Esta ser¨¢ una de las expresiones m¨¢s escuchadas en este nuevo pa¨ªs levantado sobre yacimientos de gas licuado de extraordinaria calidad, adem¨¢s del petr¨®leo. Sus ganancias han desbocado su econom¨ªa. Hace cuarenta a?os apenas sobreviv¨ªan gracias a los d¨¢tiles y las perlas, y ped¨ªan limosna a Arabia Saud¨ª. En la ¨²ltima d¨¦cada, en la lengua de arena se ha levantado un skyline firmado por varios premios Pritzker de arquitectura. Hoy es el pa¨ªs con mayor renta per capita del mundo (en torno a 80.000 euros): tres a?os de crecimiento desaforado al 17%; se calcula que un m¨¢s sosegado 5% en 2013. Pero hay algo m¨¢s: su ambici¨®n, su ideal de excelencia. ?Por qu¨¦ todo el mundo habla de Catar?
El control de pasaportes est¨¢ comandado por mujeres de negro con la cabeza cubierta, aunque de mil y una maneras. Llevan las cejas pintadas, algunas tatuadas, y los labios perfilados. Corren leyendas urbanas acerca de ellas. Solteras, dicen unos, condenadas a no casarse. ¡°Trabajan como hombres¡±. No en vano, las mujeres catar¨ªes representan el 40,6% de la poblaci¨®n activa, seg¨²n la OIT; dos tercios de universitarias, una jueza, una rectora (Sheikha al Misnad, de la Qatar University), deportistas mujeres en la delegaci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de 2012 ¨Cpor primera vez en su historia¨C y una brecha de empleo, seg¨²n el Banco Mundial, inferior a la de la mayor¨ªa de los pa¨ªses ¨¢rabes. Pero siguen sin poder salir solas por la noche a riesgo de perder la reputaci¨®n.
Hace medio siglo, apenas sobreviv¨ªan gracias a los d¨¢tiles y las perlas
¡°Coloca tus pies aqu¨ª para identificarte¡±, se?ala la polic¨ªa con los p¨¢rpados ahumados de kajal, a punto de activar la c¨¢mara fotogr¨¢fica. Antes de la aduana, las personas y bolsas de mano que quieran entrar al nuevo mundo tienen que pasar un control. Las mujeres polic¨ªa con mirada de Nefertiti y dibujos de henna en la palma de las manos detectan una botella en el trolley de una turista. No es agua. ¡°Alcohol. No problem¡±, asegura la m¨¢s joven. Y le pide que la acompa?e. La turista llega a temer los humillantes interrogatorios de las pel¨ªculas, pero el pragmatismo en Catar ha barrido al integrismo. Una de las grandes claves del llamado ¡°milagro catar¨ª¡±. El poder blando (soft power): la soft diplomacy, las alianzas estrat¨¦gicas, el medido protocolo. El liberalismo musulm¨¢n. La occidentalizaci¨®n, sin rendirse al cart¨®n piedra de Las Vegas, sino hermoseando la esencia isl¨¢mica. Dinero, respeto, excelencia. La turista espa?ola ser¨¢ conducida hasta un dep¨®sito de botellas de alcohol donde custodiar¨¢n el rioja hasta que embarque en el avi¨®n de vuelta. Se lo devolver¨¢n sin multas ni reprobaciones. Sin containers ni trituradoras. Todo est¨¢ previsto y nadie debe molestarse m¨¢s de la cuenta.
2. SE COMPRA TALENTO Y LEYENDA
A treinta minutos de la aduana, en el St. Regis o el Intercontinental, a las 23.25, cuando llega el vuelo QR-72 de Qatar Airways procedente de Madrid, se descorchan botellas de Mo?t & Chandon. La humedad favorece una sensaci¨®n irreal, parecida a estar en ning¨²n lugar del mundo y a la vez en todas partes. Africanos, japoneses, australianos o franceses han pasado la tarde en la playa privada de los hoteles. Treinta euros la entrada por ba?arse en un agua t¨®rrida. Niqabs y biquinis se pasean sobre la arena. Cerveza helada y dulces ¨¢rabes. Toallas sin restricci¨®n. Todo es abundante. Un litro de gasolina cuesta un riyal: veinte c¨¦ntimos de euro.
Ba?ado por el mar del Golfo, bordeado por dunas blancas, la b¨²squeda de la identidad ha sido una constante en esta suerte de pa¨ªs inventado que en los a?os cincuenta contaba 25.000 habitantes; una poblaci¨®n n¨®mada de rigoristas wahab¨ªes que no recuperaron su independencia de los ingleses hasta 1971. Hace tres d¨¦cadas, la torre del reloj, la gran mezquita y el palacio real constitu¨ªan el ¨²nico referente de la ciudad, que iba emergiendo como el decorado de una gran producci¨®n cinematogr¨¢fica. Y el garbanzo en medio del Golfo (la misma superficie que Murcia) empez¨® a pintar en el mapa. Hoy, las t¨ªpicas embarcaciones a vela, los viejos dhows, a¨²n perfilan la acuarela de un puerto remoto.
En Doha se concentra m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n de Catar, unos dos millones (1.938.800, seg¨²n Naciones Unidas), solo el 15% nativos. Un ciudadano catar¨ª tiene derecho gratuitamente y para toda la vida a un terreno donde construir una casa; agua, luz, petr¨®leo, educaci¨®n y una pensi¨®n fijada por decreto, tan solo por el simple hecho de haber nacido en este desierto en la costa occidental de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga. Su nivel de vida le permite comprarse un Ferrari, llevar sandalias Herm¨¨s bajo la chilaba y viajar a Espa?a a ver los partidos entre Bar?a y Real Madrid.
No en vano, los fondos soberanos son abundantes. La QIA (Qatar Investment Authority) gestiona el super¨¢vit de los ingresos que el Gobierno recibe por los hidrocarburos. Sus arcas contienen 115.000 millones de d¨®lares (ocupa el puesto 12? del ranking mundial), que invierten en los mercados internacionales de capital y de deuda. Entre otras operaciones, QIA adquiri¨® a trav¨¦s de la subsidiaria Qatar Holding el 5% de la filial brasile?a del Banco Santander por unos 2.000 millones de euros, as¨ª como el grupo Harrods o la cadena de distribuci¨®n Sainsbury¡¯s. Tambi¨¦n son los principales accionistas de Iberdrola, Credit Suisse, Glencore o la constructora alemana Hochtief (propiedad de ACS). Pero la ambici¨®n catar¨ª pretende sobrevolar el dinero o, mejor dicho, utilizarlo para comprar leyenda, experiencia y talento. Desde Valentino hasta el Paris Saint-Germain, de Porsche a Zaha Hadid o el Bar?a, al que patrocina Qatar Airways durante cinco temporadas por 171 millones de euros.
3. LOS DIVANES DEL NUEVO MUNDO
El deporte y la educaci¨®n se han utilizado estrat¨¦gicamente como contrase?a para alcanzar sillas en Naciones Unidas, pero tambi¨¦n para poner en marcha programas de cooperaci¨®n en ?frica y Am¨¦rica Latina. Doha cuenta con seis prestigiosos think tanks internacionales que ejercen de consultoras pol¨ªticas, militares y econ¨®micas y alberga hasta 82 embajadas, la ¨²ltima en llegar la de Moldavia. En este frenes¨ª palpita un nuevo centro de gravedad pol¨ªtico y econ¨®mico que acoge las reuniones de los opositores sirios, la Cumbre sobre el Cambio Clim¨¢tico, la Conferencia de la Uni¨®n Postal Universal, un festival de cine, una carrera del Mundial de motociclismo, un Abierto de tenis, el hospital de ¨²ltima generaci¨®n Sidra, nuevos programas pioneros en investigaci¨®n cient¨ªfica¡
Zoco de la ¨¦lite mundial, los mercaderes de altos vuelos se citan en los privados de los hoteles internacionales. En los divanes (majlis), las personas m¨¢s influyentes de la pol¨ªtica, la cultura y el pensamiento contempor¨¢neos (lobbies inquebrantablemente masculinos) intercambian agendas entre humo y t¨¦. ¡°Si est¨¢s metido en el circuito, puedes ver desfilar desde Tony Blair hasta el director de campa?a de McCain y Romney o el premio Nobel de Ecolog¨ªa¡±, cuenta el exministro de Asuntos Exteriores Miguel ?ngel Moratinos, actual consejero diplom¨¢tico de Qatar National Food Security Programme.
Moratinos conoci¨® al emir padre en 1996, como enviado de la Uni¨®n Europea para el proceso de paz de Palestina. ¡°De repente sac¨® una libretilla y me dijo: ¡®Se?or embajador, ?puedo tomar nota de su visi¨®n sobre el tema?¡¯. Es el ¨²nico jefe de Estado que me ha tomado nota. Se trata de un hombre que ha sabido escuchar y absorber¡±. La visi¨®n de Jalifa al Thani, rodeado por escogidos asesores y bien provisto de apuntes, result¨® ser una jugada maestra. Un modelo que se sostendr¨ªa en tres pilares, tal y como define Moratinos: ¡°Mass Information [con la creaci¨®n en 1996 de Al Jazeera, la televisi¨®n en ¨¢rabe l¨ªder mundial, presente en 260 millones de hogares], Mass Communication ¨Cahora mismo, Qatar Airways, que ha superado en envergadura a Emirates, est¨¢ a punto de inaugurar el aeropuerto m¨¢s grande de Oriente Pr¨®ximo, y conecta con m¨¢s de 123 pa¨ªses¨C y por ¨²ltimo Mass Education, apoyada en la Qatar Foundation¡±.
El Gobierno catar¨ª es consciente de que bajo la enorme prosperidad econ¨®mica se esconde en realidad una naci¨®n fr¨¢gil, que importa el 90% de los productos agroalimentarios y apenas tendr¨ªa dos d¨ªas de autonom¨ªa si fallasen las plantas de desalinizaci¨®n de agua. De ah¨ª la importancia de la estabilidad pol¨ªtica. Empezando por su seguridad, en manos de EE UU desde los a?os noventa, y con base del Mando Central (USCENTCOM). ¡°Siempre ha habido alguien externo garantizando la seguridad del pa¨ªs, ya fuera el Imperio brit¨¢nico, el otomano, Arabia Saud¨ª o, ahora, Estados Unidos. Si la base MacDill ¨Cen Tampa, Florida, sede central de USCENTCOM¨C tuviese que cerrar una semana a causa de alguna cat¨¢strofe natural, operar¨ªan desde Doha, la segunda mayor en el mundo. Las guerras de Afganist¨¢n e Irak se dirigieron b¨¢sicamente desde aqu¨ª¡±, afirma David Roberts, director de Royal United Services Institute Qatar (RUSI). A?ade que Catar siempre ha sido un peque?o pa¨ªs rodeado de dinast¨ªas mucho m¨¢s poderosas, por lo que su historia se ve marcada por la b¨²squeda constante de alianzas que garanticen la continuidad de los gobernantes. ¡°A menudo cambian estrat¨¦gicamente de aliados¡±.
La poblaci¨®n ronda los dos millones, de los cuales solo el 15 % son nativos catar¨ªes
Su concepto de diplomacia blanda significa tambi¨¦n que Catar acoge discretamente a balas perdidas como el dictador de Mauritania Maaouya Ould Taya, a uno de los hijos de Bin Laden, a una de las mujeres de Sadam Husein y su hija, al exl¨ªder del FIS en Argelia (Abassi Madani) o al l¨ªder de los Hermanos Musulmanes en Libia, Ali al Salabi.
En junio de este a?o, el emir abdic¨® a favor de su hijo de 33 a?os, Tamin bin Hamad al Thani, graduado como su padre en la academia militar brit¨¢nica de Sandhurst. Fue una sucesi¨®n con alfombra de terciopelo, en las ant¨ªpodas de las luchas de poder familiares del pasado. Armon¨ªa frente a la desgobernanza y el terror que sufren muchos pa¨ªses ¨¢rabes. Los expertos anticipan un punto y seguido. As¨ª no solo se delega el gobierno del pa¨ªs, sino tambi¨¦n la filosof¨ªa y la proyecci¨®n de Qatar National Vision 2030, un programa centrado en el desarrollo social y humano, y en la organizaci¨®n del Mundial de f¨²tbol 2022, el primero en la historia celebrado en un pa¨ªs ¨¢rabe.
La embajadora de Espa?a en Doha, Mar¨ªa del Carmen de la Pe?a Corcuera, incide en los objetivos de la Visi¨®n 2030: ¡°Se ha iniciado la catarizaci¨®n, para intentar que sus ciudadanos reciban la formaci¨®n a fin de asumir el reto del Mundial. El pa¨ªs aspira a una econom¨ªa sostenible y diversificada de futuro, m¨¢s all¨¢ de la dependencia de unos recursos energ¨¦ticos que desaparecer¨¢n alg¨²n d¨ªa. Con un plan de inversiones estable y productivo, instituciones educativas de excelencia, parques tecnol¨®gicos, y como referente de la diplomacia y el di¨¢logo en la regi¨®n para suavizar conflictos¡±.
4. ¡®SKYLINE¡¯ Y LENTEJUELAS
?Qu¨¦ es Catar? El pa¨ªs de los prodigios. El lugar del mundo que consigue todo lo que sue?a. Un nuevo El Dorado donde eminentes profesionales del deporte, las ciencias, la arquitectura, la medicina y los negocios integran las colonias de extranjeros con sueldos de 20.000 d¨®lares al mes. En los despachos infinitos con maquetas de Qatari Diar Real Estate, la promotora oficial del proyecto Lusail City, entre los taxistas ¨Cuniformados como guardias monegascos¨C y sobre todo en las barbacoas de expatriados europeos, se escucha la misma expresi¨®n: ¡°Crear Tierra en Marte¡±. Basta con ojear cualquier archivo fotogr¨¢fico para entender a qu¨¦ se refieren. En 1979 se inaugur¨® el Sheraton Doha, en el extremo norte de la bah¨ªa, habitada por casas humildes. Parec¨ªa una nave espacial de 14 pisos en medio de la nada. As¨ª fue hasta 2005, pero en dos a?os qued¨® soterrada por el paisaje vertical del paseo mar¨ªtimo, y los nuevos rascacielos no solo la superaron en altura, sino en audacia, como las oficinas Doha, de Jean Nouvel (la mejor torre del mundo en 2012 seg¨²n el CTBUH, el Consejo de Edificios Altos), en forma de bala, o la convexa torre Tornado, con su cintura cimbreante, obra del consorcio alem¨¢n SIAT.
La n¨®mina de arquitectos estrella exalta de nuevo ¡°la excelencia¡±. Desde el centro nacional de convenciones de Arata Isozaki ¨Ccon paneles solares en su fachada¨C hasta el futuro estadio de f¨²tbol de Norman Foster, el reto es enfriar edificios de cristal en el desierto sin despilfarrar CO2, con refrigeraci¨®n ecol¨®gica, fosos de autoabastecimiento, renovables¡ Gr¨²as y excavadoras surcan el paisaje sembrando frenes¨ª sobre la arena, y concentran su chicharra met¨¢lica en Lusail, donde, aparte de una ciudad deportiva, se levantar¨¢n 200.000 nuevas viviendas. OHL, Ferrovial, Sacyr o Efisa son algunas de las empresas espa?olas que levantan ladrillo sobre la arena. Aparte del sector de la construcci¨®n, unas 50 compa?¨ªas est¨¢n establecidas en Catar, entre ellas las el¨¦ctricas Iberdrola y Mendiola.
Del despacho del ingeniero tunecino Magdy Youssef, consejero delegado de Lusail City, sale la arquitecta iraqu¨ª Zaha Hadid, que viene de firmar el proyecto del estadio Al Wakrah y regresa a Europa en avi¨®n privado. ¡°Por aqu¨ª pasan los mejores¡±, se vanagloria Youssef. Completando el olimpo, la Biblioteca Nacional le ha sido reservada a otro premio Pritzker, Rem Koolhaas.
Las torres del city center se pavonean contra el azul amarillento de la noche. Llueve arena, se cuela en los o¨ªdos y enmara?a el pelo. Aun con su airecillo de Babel, Doha no se ense?orea como gran metr¨®poli ni imita el rictus de una ciudad franca. Hay zonas inh¨®spitas, pero tambi¨¦n delicadezas est¨¦ticas como el Museo de Arte Isl¨¢mico, de Ming Pei. A escasos treinta kil¨®metros, en direcci¨®n hacia el Khor al Adaid, se escucha el silencio opaco del desierto.
Sin embargo, Doha a¨²n resulta una inc¨®gnita. Dif¨ªcil no caer en el t¨®pico de parque tem¨¢tico, de ciudad impostada, sin hechizo ni tejido urbano, donde solo se puede pasear en el zoco y los centros comerciales, como el Villaggio, cuyos trampantojos imitan una ciudad veneciana, y sus b¨®vedas, un cielo cambiante. La vida nocturna se concentra en los hoteles; en sus terrazas pinchan dj famosos, y en los restaurantes de moda, como Opal, del chef Gordon Ramsay, se bebe y se fuma mucho. Ellos, con camisas negras o blancas, abiertas; ellas, con paillettes, escotadas hasta el ombligo. Suena house en las discotecas Crystal y Wahm, del hotel W. Un grupo de pilotos y azafatas espa?oles tintinean los hielos de un mojito. ¡°Esto no es para quedarse a vivir¡±, confiesa una auxiliar de vuelo. Gana 3.000 euros al mes. Con vivienda y gastos incluidos. Aunque podr¨ªamos hablar de los contras; de la soledad en una caldera en agosto, del obligado sometimiento al aire acondicionado. ¡°Cuando me voy de vacaciones, lo tengo que dejar puesto; si no, al llegar, todas las gomas de la ropa interior est¨¢n quemadas¡±. El sol rige la vida y las costumbres. Cuenta un diplom¨¢tico que en una ocasi¨®n, el rey Juan Carlos le pregunt¨® al emir: ¡°?C¨®mo es el tiempo aqu¨ª?¡±. Y el emir respondi¨®: ¡°Ahora es el verano. Despu¨¦s, de abril a octubre, es el infierno¡±.
5. EN LA CORNICHE, ABAYAS Y PRADA
Es jueves tarde, nuestro viernes. El d¨ªa en que las catar¨ªes salen de compras. El viernes y el s¨¢bado quedan reservados a la familia. En Doha, al igual que en todo Oriente Pr¨®ximo, los domingos son nuestros lunes. En el Armani Caf¨¦ de The Pearl (La Perla, una isla artificial en la nueva Doha que quiere ser paradigma del lujo y la moda internacional, incluso con tiendas como la marca francesa de lencer¨ªa fetichista L¡¯Agent Provocateur), dos j¨®venes cubiertas comen pasta. Cada vez que ingieren un bocado, se levantan el velo y se introducen el cubierto en la boca. No hay fotos. Pero en el paseo mar¨ªtimo (La Corniche), en el restaurante liban¨¦s Al Barjan, la fot¨®grafa de este reportaje, Ana Nance, se acerca a dos mujeres que no van cubiertas. Llevan joyas, bolsos de Prada y fuman shisha. El humo ingr¨¢vido se mezcla con el bakhoor, peque?os bloques de incienso perfumado con resina, ¨¢mbar, s¨¢ndalo y almizcle, un aroma afrutado que te alcanza en cualquier soportal.
¡°las guerras de afganist¨¢n e irak se dirigieron b¨¢sicamente desde aqu¨ª¡±
Nance les pregunta sonriente si puede fotografiarlas. Ellas asienten, siempre que las fotos no se publiquen en Catar y que no se revelen sus nombres. No los dicen. Piden ir al ba?o para maquillarse¡ m¨¢s. Y comen trozos de tarta de chocolate mirando a la c¨¢mara. Treinta?eras, son ejecutivas de la petrolera Shell y viajan a Londres muy a menudo. Se han descargado en su Instagram las mejores colecciones de abayas de dise?o: ¡°Darz Design, y en El Cairo, Al Motahajiba¡±.
¡°Antes mont¨¢bamos a caballo, nos cruz¨¢bamos con reba?os de cabras, dorm¨ªamos en las jaimas, conocimos la lucha¡ s¨ª, la vida era m¨¢s dura, pero tambi¨¦n era rica y feliz¡±. Habla Saeed al Hajri, campe¨®n de rallies, un h¨¦roe nacional con muchos Par¨ªs-Dakar a sus espaldas. ¡°Por las dunas sientes que te deslizas de una forma irreal. Correr por el desierto significa adorarlo¡±. Saeed vive en un impresionante palacio ¨¢rabe con embarcadero, repleto de antig¨¹edades. No permite que su mujer salga en las fotos, y posa con su nieto, con t¨²nica, Ray-Ban y ch¨®fer en la puerta.
6. BAJO EL INFLUJODE LA SHEIKHA
Hace unos a?os, en el Primer Foro de la Alianza de Civilizaciones orquestado por el expresidente espa?ol Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, Mozah bint Nasser, ataviada con traje de alta costura y turbante, ambos blancos ¨Cun aire entre Farah Diba y la modelo Iman¨C caus¨® prolongados suspiros. ¡°Incre¨ªble¡±, comentaba la entonces directora de comunicaci¨®n de vicepresidencia, ?ngeles Puerta, mirando sus mensajes. ¡°Todos me preguntan: ?Cu¨¢ndo me presentar¨¢s a la jequesa?¡±. Con cincuenta y cuatro a?os, la segunda esposa del emir, madre de siete hijos y licenciada en Sociolog¨ªa ¨Ccuando ya estaba casada¨C, ha revolucionado la occidentalizaci¨®n de los c¨®digos isl¨¢micos en la vestimenta. Siempre de largo. Pero con trajes de noche que lleva de d¨ªa, sedas en tafet¨¢n turquesa y pendientes a juego para visitar a la reina de Inglaterra. Los ojos ahumados de negro y con pronunciado eye liner. De porte regio ¨Cespalda y hombros rectos¨C, nunca cubre su rostro y, adem¨¢s de las abayas locales, viste caftanes, abrigos y trajes largos de Versace, Dior o Chanel cuando viaja. Las mujeres locales no osan emular su forma de llevar el turbante, como una millonaria americana en Capri.
Pero la labor de la jequesa va m¨¢s all¨¢ de la imagen y el glamour. Enviada especial de la Unesco para la educaci¨®n, dicen que ha sido el cerebro de asuntos de gran calado, como la Qatar Foundation. Creada y presidida por ella desde 1995, hay dos maneras de interpretar esta fundaci¨®n privada. La primera es dejar que nos convenzan sus ideales (¡°fomento de una sociedad progresista¡±, ¡°emancipaci¨®n de las mujeres¡±) y nobles objetivos, que explica Saif Ali al Hajari, su expresidente: ¡°Mejorar la educaci¨®n, potenciar la investigaci¨®n y conseguir un desarrollo integral no solo del pa¨ªs, sino del mundo entero¡±. Catar invierte el 4% del PIB en educaci¨®n y el 2,8% en I+D; dan fe de ello el Parque de la Ciencia y la Tecnolog¨ªa, donde participan empresas punteras, o la impactante Education City, un campus de 14 kil¨®metros cuadrados que incluye sucursales de universidades occidentales como Georgetown y North?western. No es dif¨ªcil apreciar sus logros, como la digitalizaci¨®n de medio mill¨®n de documentos de la cultura ¨¢rabe archivados en la Biblioteca Brit¨¢nica de Londres.
Hay, sin embargo, una segunda manera de abordar el proyecto:
¨C?Qu¨¦ quiere Catar a cambio de todo esto?
La labor de la jequesa va m¨¢s all¨¢ del ¡®glamour¡¯. es cerebro de la Qatar Foundation
¨CCatar no pide nada, porque no necesita nada ¨Cresponde Al Hajari.
En realidad, la Qatar Foundation, a priori sin ¨¢nimo de lucro, contiene una divisi¨®n de lujo, Qatar Luxury Group, a trav¨¦s de la cual la familia real ha adquirido m¨¢s de la mitad de las acciones de Le Tanneur, la emblem¨¢tica firma francesa de bolsos, al tiempo que ha fundado restaurantes de post¨ªn y hasta su propia marca de moda, QELA. Una estrategia para controlar el mercado del lujo mundial: el fondo de inversiones Qatar Holding posee hoteles como el Martinez de Cannes, el 12% de la joyer¨ªa Tiffany & Co., el 1% de LVMH o el 20% de BAA, empresa propietaria del aeropuerto de Heathrow. La carta de presentaci¨®n de la Qatar Foundation en Espa?a no estuvo unida a la educaci¨®n, sino al f¨²tbol: desde 2010 patrocina al Bar?a, y su logotipo en la camiseta azulgrana sustituy¨® con pol¨¦mica al de Unicef. ¡°En el contrato se reservaron el derecho a cambiar la marca y esta temporada nos pidieron llevar Qatar Airways. Nos confirmaron que reforzar¨ªan la presencia de la aerol¨ªnea en Barcelona ¨Cdiez vuelos a la semana¨C y el compromiso de un partnership mundial¡±, asegura Javier Faus, vicepresidente econ¨®mico del FC Barcelona.
7. EL REY BAL?N
El club catal¨¢n fue el primero en detectar (y aprovechar) que Catar idolatra el bal¨®n. En 2006, el entonces exvicepresidente Sandro Rosell aterriz¨® en el suelo pulido del aeropuerto de Doha y empez¨® a preparar el camino. Fue uno de los padres de Aspire Football Dreams, un programa de formaci¨®n de futuras promesas que puso en marcha su exempresa, BSM (Bonus Sports Marketing).
Cuenta Javier Faus, vicepresidente econ¨®mico del FC Barcelona, que cuando Rosell se alz¨® con la presidencia del club en 2010, su primer reto fue enfrentarse a una deuda de 440 millones de euros. ¡°Sandro, amigo personal del actual emir Tamin, me dijo: ¡®Vamos a Catar. Te presentar¨¦ a gente que he conocido estos a?os y a ver si cerramos alg¨²n patrocinio¡±.
El proyecto Football Dreams consiste en que una red de miles de ojeadores en 15 pa¨ªses en desarrollo de Asia, ?frica y Am¨¦rica vean jugar a m¨¢s de 700.000 j¨®venes. Solo unas pocas decenas pasan la criba final y se forman en la academia Aspire. Dentro de unos a?os no sorprender¨¢ si m¨¢s de uno se nacionaliza: la selecci¨®n de Catar necesita ser competitiva, y la concesi¨®n del Mundial acelera los motores.
El laboratorio de cracks es un centro luminoso con un tragaluz cenital. Se llama Aspire Academy, y adem¨¢s del f¨²tbol cultiva el atletismo y la esgrima. Una escuela deportiva de ¨¦lite para formar campeones. ¡°C¨®mo definir¨ªa a los catar¨ªes? Ambiciosos, generosos, atrevidos, ans¨ªan tener un protagonismo real en el mundo¡±. Quien habla as¨ª es Iv¨¢n Bravo, director general de Aspire. Delgado, con gafas de escolar aplicado, el que fuera director de estrategia del Real Madrid pasea un perfil bajo: ¡°Yo no saldr¨¦ en las fotos, los importantes son los chicos¡±. Conoce por su nombre a los m¨¢s de 200 pupilos, de entre 13 y 18 a?os, y cuando habla de ellos le brillan los ojos. Entrenan unas 6 horas diarias, pero pasan all¨ª todo el d¨ªa: van a clase, comen siguiendo pautas de expertos nutricionistas y juegan al billar en sus ratos libres.
En el otro extremo de la bah¨ªa se encuentra el pabell¨®n deportivo Al Gharafa. All¨ª nos cita Valero Rivera, reci¨¦n nombrado mejor entrenador de balonmano del mundo por la Federaci¨®n Internacional (IHF) y nuevo t¨¦cnico de la selecci¨®n de Catar. Se juega la Copa del Emir. En la tribuna de honor, minutos antes de entrar, tres hombres cumplen sus rezos mientras otros besan a las autoridades. Choca ver a Rivera, un hombre campechano, rodeado de t¨²nicas y pa?uelos ¨¢rabes. ¡°Me cost¨® tomar la decisi¨®n. Nunca me he movido de mi barrio, Les Corts, pero que a los 60 a?os te ofrezcan una oportunidad as¨ª te hace pensar. A las pocas semanas ya me sent¨ª a gusto: es un pa¨ªs que sue?a con el deporte. Ninguna federaci¨®n tiene estas instalaciones ni estas ambiciones¡±. Su reto, conseguir situar a Catar entre los 12 mejores del Mundial de 2015 que se celebrar¨¢ en Doha (en el ¨²ltimo disputado qued¨® en el puesto 20?). Lo acompa?an dos ayudantes: Ricard Franch, con quien llev¨® a la selecci¨®n espa?ola a ganar el Mundial, y Veroljub Kosovac, exentrenador del CAI Arag¨®n. Falta un nombre: I?aki Urdangarin, amigo de Rivera desde que coincidieron en el invencible Barcelona de los noventa. El t¨¦cnico contaba con ¨¦l como ayudante, pero la iniciativa se frustr¨®. Valero Rivera no quiere hablar del asunto.
8. EN CASA DE MUNEERA
"Los catar¨ªes son generosos, atrevidos. Ans¨ªan tener protagonismo en el mundo¡±
Muneera y Hamad preparan la cena en su casa, un chal¨¦ residencial con decoraci¨®n minimalista. Han invitado a un grupo de amigos, pero no es un encuentro normal. La tradici¨®n a¨²n aconseja que ellos y ellas se re¨²nan de forma separada, y solo una excepci¨®n empieza a cambiar las costumbres: son los modernos catar¨ªes. ¡°He tenido mucha suerte de encontrar un marido que me apoye, que respete mi libertad. ?Poligamia? No, no, ?qu¨¦ horror!¡±.
El penetrante bakhoor se mezcla con Opium, de Yves Saint Laurent. Muneera nos recibe con abaya, y su marido, con el traje tradicional catar¨ª. Posan para el reportaje. Al cabo de una hora reaparecen de nuevo. Sus alter ego. Ella, enfundada en unos jeans estrechos y un blus¨®n de lentejuelas, la melena negra. ?l, con bermudas y camiseta. ¡°La abaya ahora es m¨¢s un uniforme que una creencia, algo as¨ª como un traje t¨ªpico. Si est¨¢s representando a Catar, la llevas para que sepan de d¨®nde eres. Si vas a una reuni¨®n internacional, te pones un traje¡±.
Hamad es bombero. El d¨ªa en que murieron 19 ni?os en el incendio de la guarder¨ªa de Villaggio ten¨ªa fiebre. ¡°El compa?ero que me sustituy¨®, muri¨®. No era mi hora¡±, dice. Muneera trabaja para el fondo multinacional Qatari Diar como responsable de eventos. ¡°Conozco mi talento, tengo seguridad en m¨ª misma y todos conf¨ªan en m¨ª¡±. Forma parte de una nueva generaci¨®n de matrimonios cuyos dos miembros trabajan, casados por elecci¨®n propia, que empieza a cambiar los c¨®digos. ¡°Nosotros somos unos privilegiados. Nos casamos por amor, y queremos vivir y respirar la igualdad¡±. Pero son excepci¨®n: aqu¨ª las mujeres a¨²n se casan por arreglos familiares, sin protecci¨®n contra la violencia dom¨¦stica y en una clara posici¨®n de desventaja si el matrimonio se deshace, seg¨²n denuncia Amnist¨ªa Internacional.
Los derechos humanos suponen sin duda el punto negro de Catar. La apabullante ¨Cy silenciosa¨C mayor¨ªa del 85% de extranjeros que habitan el pa¨ªs no trabaja de ejecutivo, sino en el sector de la construcci¨®n. Un mill¨®n largo de expatriados de India, Pakist¨¢n, Filipinas o Bangladesh se inscriben en el sistema de la kafala, por el cual un extranjero necesita vincular su residencia legal a un esp¨®nsor o empleador y, por tanto, no puede cambiar de trabajo ni abandonar el pa¨ªs sin el consentimiento de su superior. ¡°En dos a?os han mejorado mucho las condiciones laborales de la mano de obra, ya no me ofrecen trabajadores esclavos¡±, asegura Elias Dbeis, un liban¨¦s propietario de una empresa de limpieza. ¡°Los ni?os regresan a sus pa¨ªses de origen, y se empieza a llegar a acuerdos para que estos protejan a sus ciudadanos¡±.
Tres hombres y tres mujeres siguen conversando sobre la esclavitud mientras en Doha, a las 23.00, suenan los acordes de Comandante Che Guevara. El whisky es Glenfiddich. El licor, Disaronno. Enrica Barbagallo, actriz y dise?adora de abayas italiana, habla del juego de transparencias de las mujeres al andar, del algod¨®n o el lino negro. ¡°Aqu¨ª la sexualidad es muy fuerte; es m¨¢s, me atrevo a decirte que ellas son m¨¢s abiertas de mente que muchas europeas. Adoran la lencer¨ªa y les encanta la dosis de misterio que significa cubrirse para luego descubrirse y entregarse. En el fondo manejan su misterio como arma de seducci¨®n. Habr¨¢s visto que adem¨¢s cubren su cuerpo, pero ?c¨®mo maquillan sus ojos!¡±.
Las mujeres catar¨ªes, cuando viajan, no suelen ir de compras: ¡°Preferimos ir a los museos, a los restaurantes, descubrir la ciudad, pasear. ?Comprar? Ya lo tenemos todo aqu¨ª¡±, afirma Muneera. ¡°Solo compramos arte y ediciones limitadas¡ ?De qui¨¦n? Louis Vuitton ¨CL V, dice, la uve fricativa labiodental, ¡°el vi¡±¨C. El cenicero est¨¢ lleno. Se abre otra botella. Fuera, la gran caja de cristal se ti?e de azules y magentas. En casa de Muneera, a esa hora y en todos los idiomas, se habla de f¨²tbol.
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