Todo muy complicado

Hay momentos en los que lo manifiesto se vuelve invisible porque se mimetiza, como el insecto palo, con el ambiente. De ah¨ª la dificultad para se?alarlo. Son instantes po¨¦ticos que nos ofrece la realidad y que, por su singularidad ret¨®rica, nos dejan sin palabras. Ahora es muy frecuente, por ejemplo, que los jefes de personal se estrenen en el cargo despidiendo a la persona que los contrat¨®. Si no est¨¢s muy atento, se te escapa la iron¨ªa cruel de este tipo de sucesos peque?os, aunque extravagantes, como un camale¨®n en una rama. Quiz¨¢ hemos ca¨ªdo ya en una rutina sorda que nos impide apreciar esta nueva fase del mercado libre en la que los verdugos son elegidos por sus v¨ªctimas. Viene a ser como si en las marisquer¨ªas las langostas vivas pudieran elegir por qui¨¦n ser comidas, y no al rev¨¦s.

Estamos hablando de la foto. El se?or que se deja abrazar con renuencia por la se?ora que se lanza sobre ¨¦l sin reservas, ese se?or, dec¨ªamos, ha contratado a la abrazadora para que limpie el partido de la corrupci¨®n por la que ¨¦l ha tenido que irse. La se?ora, en su discurso de investidura, se manifest¨® contra la delincuencia pol¨ªtica con una pasi¨®n tal, que parec¨ªa que ella ven¨ªa de otro sitio, es decir, que no hab¨ªa sido elegida por aquellos a los que ahora deber¨ªa dar el finiquito. Todo muy complicado, porque, si su discurso era sincero, lo primero que deber¨ªa hacer es expulsar al que abraza. De ah¨ª, quiz¨¢, los reparos, tanto de orden f¨ªsico como mental, con los que ¨¦l se deja querer. ?Y si ella llevara un pu?al en la mano que le pasa por la espalda?