Rendici¨®n incondicional
Desde que el Profesor Alexis Grohmann reuni¨® mis art¨ªculos sobre cuestiones de la lengua en el volumen Lecci¨®n pasada de moda, abandon¨¦ la vieja costumbre de anotar disparates y sandeces que o¨ªa en televisi¨®n o le¨ªa en la prensa o ¨Cm¨¢s grave¨C en libros, tanto escritos en castellano como vertidos de otros idiomas. Pens¨¦ que era tarea infinita y que adem¨¢s no serv¨ªa de nada. Me rend¨ª ante la inevitable disgregaci¨®n del espa?ol, su deterioro imparable, su cada vez m¨¢s veloz conversi¨®n en un mejunje del que cada cual saca lo que se le antoja y all¨¢ se las compongan los oyentes o lectores: ¨¦stos, mientras puedan, habr¨¢n de hacer sus traducciones del pseudoespa?ol reinante: ¡°Ah¡±, piensa uno, ¡°habr¨¢ querido decir esto otro¡±, al o¨ªr o leer una frase o expresi¨®n que en s¨ª mismas carecen de sentido. Llegar¨¢ un d¨ªa en el que los que a¨²n utilizamos una lengua no del todo emborronada y falsa, por fin no entenderemos lo que quieren decir los nu?meros¨ªsimos hablantes de la ¡°pseudo¡±, y entonces la comunicaci¨®n desaparecer¨¢, o se har¨¢ conjetural y muy tenue; los equ¨ªvocos se multiplicar¨¢n y an?daremos todos a tientas, como int¨¦rpretes con conocimientos ru?dimentarios de la jerga que escuchamos. No es ajena a esta situaci¨®n ¨Clamento decirlo¨C la Real Academia Espa?ola a la que pertenezco. Ella no puede ni debe impedir que la gente se exprese como le venga en gana ni que efect¨²e, con el uso, cuantas modificaciones decida en lo que respecta al l¨¦xico, e incluso a la gram¨¢tica y la sintaxis. Pero si, acobardada y temerosa de parecer ¡°elitista¡± o ¡°autoritaria¡±, admite incontables barbaridades ¡°porque los hablantes las emplean¡±, los est¨¢ invitando a seguir con ellas y a ¡°inventar¡± diez mil m¨¢s al a?o. Quienes consultan el Diccionario no se fijan en si hay una marca tras cada vocablo, menos a¨²n en si indica ¡°vulgar¡± o ¡°desaconsejable¡±. S¨®lo reparan en que el vocablo o la expresi¨®n en cuesti¨®n ¡°est¨¢n en el DRAE¡±, y por lo tanto sancionados por ¨¦l como correctos.
Aunque he abandonado esa costumbre, no me resisto a consignar unas pocas locuras apuntadas antes de mi rendici¨®n. Como todos sabemos, los informativos de TVE son una verdadera escuela de trituraci¨®n de la lengua, no creo que haya otra instituci¨®n que haya hecho tanto para destruirla. Y es en ese medio en el que he o¨ªdo cosas que provocar¨ªan gran risa si no fueran reflejo de ese machacamiento insaciable. ¡°Hay quien lo ver¨¢ todo obtuso¡±, aventur¨® un locutor, que quiz¨¢ pas¨® de ¡°negro¡± u ¡°oscuro¡±, y de ah¨ª, tranquilamente, a ponernos ante un panorama en verdad de lo m¨¢s obtuso. Otra locutora sentenci¨®: ¡°Hace tiempo que ese matrimonio rompe aguas¡±, con lo cual nos comunic¨® ¨Caunque ella no se enterara¨C que a los dos c¨®nyuges hac¨ªa mucho que se les hab¨ªa roto a la vez la bolsa que envuelve a un feto, y se les derramaba por la vagina el l¨ªquido amni¨®tico. Y una reportera de este diario (que tambi¨¦n ha contribuido lo suyo) escribi¨®: ¡°En el ecuador de sus 85 a?os, Elmore Leonard ¡¡± Ahora que este novelista ha fallecido, me pregunto en qu¨¦ ¡°ecuador¡± estar¨¢, para la avezada reportera. En fin, otros se tomar¨¢n la molestia de seguir anotando, yo he izado bandera blanca.
La RAE no puede ni debe impedir que la gente se exprese como le venga en gana ni que efect¨²e cuantas modificaciones decida
Pero hay otra cuesti¨®n. Cada vez es m¨¢s frecuente que personas supuestamente cultas, con carrera y con cargos de responsabilidad ¨Crepresentantes nuestros¨C, suelten burradas dignas de ga?anes, o de los ga?anes m¨¢s patanes. Tengo anotada esta perla de In¨¦s Alberdi (10 de marzo de 2012), que entre otras cosas fue ¨Catenci¨®n¨C Directora del Fondo de Naciones Unidas para la Mujer, esto es, tuvo un cargo internacional: ¡°Los libros antiguos dec¨ªan: ¡®Dios cre¨® al hombre en siete d¨ªas¡¯, pero se puede decir ¡®la especie humana¡¯. En la lengua hay posibilidades de hacer un uso menos sexista¡±. Analicemos tan breve cita: 1) Lo que para ella son ¡°los libros antiguos¡±, as¨ª, a voleo, me temo que es exactamente la Biblia, o el G¨¦nesis si se prefiere. 2) Seg¨²n las lecturas de Alberdi, a Dios le cost¨® un huevo de tiempo crear al hombre o a la ¡®especie humana¡¯, tanto da: lo mismo que asegura la Biblia que le llev¨® crear el mundo entero (¡°y al s¨¦ptimo descans¨®¡±, ya saben). Si creemos a Alberdi, no se entiende c¨®mo es que salimos tan defectuosos, con lo que hubo de sudar ese Dios torpe. 3) A ¡°los libros antiguos¡± hay que echarles la bronca, por no haber hecho ¡°un uso menos sexista¡± de la lengua, as¨ª que ¨Cse sobreentiende¨C conviene que los alteremos.
Que yo sepa, para ser barrendero, guarda forestal, bombero o polic¨ªa, hay que superar unas oposiciones en las que se demuestre un m¨ªnimo de cultura elemental, adem¨¢s de conocimientos relacionados con esos oficios. No se puede ser analfabeto para ejercerlos, y eso que en principio ning¨²n miembro de esos cuerpos va a tener que hablar nunca en p¨²blico, y menos en las Naciones Unidas. Tampoco va a tomar decisiones (estar¨¢ siempre a las ¨®rdenes de superiores) ni va a manejar o a repartir dinero de los contribuyentes. Para ocupar cargos representativos, en cambio, a nadie se le hace un examen de mera cultura general, s¨®lo sea para que no nos saque los colores. La disgregaci¨®n de la lengua no tiene remedio, y al fin y al cabo los hablantes hacen con ella lo que quieren. La ignorancia s¨ª lo tiene, o al menos no conviene premiar, por sistema, con prebendas, consejer¨ªas, actas de diputado, corresponsal¨ªas, alcald¨ªas, ministerios y hasta Presidencias de Gobierno a los ignorantes supinos; como es la norma en Espa?a.
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