Nacido para ser liberal
Hasta finales del siglo XX, si uno miraba a los presidentes latinoamericanos, pod¨ªa creer que esa regi¨®n quedaba en el B¨¢ltico. La mayor¨ªa de mandatarios eran blancos con corbata de seda y apellido con pedigr¨ª. Cuando aparec¨ªa alguno de tez m¨¢s oscura, sol¨ªa lucir uniforme militar, uniforme que pod¨ªa confundirse f¨¢cilmente con el del mayordomo de palacio, s¨®lo que con m¨¢s medallas.
Hoy, en las cumbres presidenciales, la foto de familia es multicolor. Hay cobrizos, aimaras, morenos, incluso el uruguayo Mujica, que es blanco pero intenta disimularlo. S¨®lo uno de los l¨ªderes sudamericanos mantiene el estilo de cuna noble y apellidazo: el colombiano Juan Manuel Santos. Si la foto, en vez de una reuni¨®n de dirigentes, fuese de una hacienda bananera, Santos ser¨ªa el patr¨®n (aunque el chileno Pi?era podr¨ªa ser su compa?ero del equipo de polo).
Sus enemigos acusan a Santos de ser neoliberal. Es un error. No tiene nada de ¡°neo¡±. Ha sido liberal desde antes de nacer. Su t¨ªo abuelo era presidente liberal. El peri¨®dico de su familia era el baluarte liberal. Y su partido de origen no era precisamente el trotskista.
El estilo personal de Santos es el cl¨¢sico del empresario de ¨¦xito. Nada de camisas aut¨®ctonas a lo Evo, por supuesto. Y a diferencia de Maduro, Santos no se pondr¨ªa un ch¨¢ndal con la bandera nacional ni para barrer la casa, en el supuesto de que alguna vez haya tenido que barrer alguna casa. Los l¨ªderes de izquierda se lucen frente a masas de movimientos sociales organizados. Lo de Santos es m¨¢s llevarte a un restaurante caro para cerrar un trato. Seg¨²n mis fuentes, de hecho, en persona es el m¨¢s dandi de los presidentes, el que te seduce con an¨¦cdotas y bromas. El otro liberal, Pi?era, tambi¨¦n lo intenta, pero se le escapan chistecitos verdes que arruinan el efecto.
La democracia es precisamente que al perfecto liberal le crezcan los Evos
A pesar de su encanto personal, durante mi viaje a Colombia a mediados de septiembre, Santos enfrenta su momento m¨¢s dif¨ªcil desde que asumi¨® la presidencia. Como todo el mundo sabe, la gran apuesta de su mandato es un hist¨®rico armisticio con la guerrilla m¨¢s longeva del mundo, las FARC. Pero parad¨®jicamente, mientras m¨¢s cercana parece la paz, m¨¢s se agudizan las protestas sociales.
Al presidente Santos le crecen los Evos. Primero se alzaron los agricultores, descontentos ante la quiebra econ¨®mica de sectores como el cafetalero o el arrocero. Se les sumaron los camioneros, sublevados por el precio del combustible. Luego llegaron los mineros artesanales, que acusan al Estado de abandonarlos para favorecer a las grandes compa?¨ªas. A continuaci¨®n, los estudiantes. El cargamont¨®n pill¨® al Gobierno totalmente desprevenido. Santos empez¨® por negar las protestas, continu¨® sacando al ej¨¦rcito a la calle, despu¨¦s reform¨® el Gabinete y finalmente decidi¨® pactar. Mientras tanto, la desaprobaci¨®n del presidente en las encuestas aument¨® hasta el 72%. En un mes, su ¨ªndice de popularidad sufri¨® una ca¨ªda de 27 puntos.
Los manifestantes en bloque culpan de sus problemas al libre mercado. ?Mencion¨¦ que Santos era liberal? Durante su gobierno y el de ?lvaro Uribe, en el que Santos era ministro estrella, Colombia ha firmado acuerdos de libre comercio con Canad¨¢, Estados Unidos, la Uni¨®n Europea y Corea. Mientras estoy en el pa¨ªs se preparan nuevas firmas, con Israel y Panam¨¢. Y para los pr¨®ximos meses se negocia uno con Jap¨®n. Dichos acuerdos, seg¨²n los sindicatos, impiden a los trabajadores colombianos competir en igualdad de condiciones con los grandes capitales internacionales, que producen a menor precio.
Hace cinco a?os, con Santos en el Ministerio de Defensa, los dirigentes de esas protestas podr¨ªan haber sido acribillados. Muchos l¨ªderes sociales, confundidos con guerrilleros, lo fueron. Pero hoy, a seis meses de las pr¨®ximas elecciones, el presidente Santos ha tenido que negociar con ellos. Para aplacar las protestas, el perfecto liberal abjura de su credo: promete regular precios de insumos agr¨ªcolas y le pide al socialismo venezolano que compre productos colombianos. Subvenciones y un viceministro de desarrollo rural completan el trato.
?Parece incre¨ªble? Pues hay algo m¨¢s incre¨ªble: tras m¨¢s de cincuenta a?os de guerrilla, Colombia es el ¨²nico pa¨ªs de Sudam¨¦rica donde sigue gobernando la misma familia.
Lejos de favorecer a los campesinos, la violencia guerrillera colombiana les impidi¨® reclamar sus derechos. Lejos de derrotar a las ¨¦lites, las perpetu¨®. El acuerdo de paz, si se alcanza, abrir¨¢ la puerta a la democracia. Y la democracia es precisamente que al perfecto liberal le crezcan los Evos, y no tengan m¨¢s remedio que ponerse de acuerdo.
Twitter: @twitroncagliolo
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