Respirar
Esa algarab¨ªa insustancial que transportan las ondas electromagn¨¦ticas forma en el espacio una capa venenosa contra la que de nada sirve ponerse una mascarilla
Dijo el Buda Gautama a su disc¨ªpulo: ya tienes tarea para hoy, inspira, espira, inspira, espira. El Buda naci¨® en Nepal en el 563 antes de Cristo y puede que en aquel tiempo el aire de ese pa¨ªs del Himalaya fuera tan puro como las palabras que pronunciaban los sabios. Pero hoy ese ejercicio de respiraci¨®n hay que tomarlo con cautela, y no porque en este planeta no existan parajes todav¨ªa incontaminados, valles verdes con cascadas, ¨ªnsulas extra?as y jardines secretos. En cualquiera de estos lugares uno puede sentarse en posici¨®n de la flor de loto sobre una alfombra y respirar lenta y profundamente para absorber hasta el fondo de las entra?as toda la energ¨ªa vital que transportan los iones del aire. Mas, por desgracia, ese aire en apariencia tan limpio est¨¢ ahora muy viciado, no por el mon¨®xido de carbono y otros gases t¨®xicos, sino por las ondas electromagn¨¦ticas que emiten la radio, la televisi¨®n, las tabletas y tel¨¦fonos m¨®viles, que se expanden esf¨¦ricamente por todo el universo no sin dejar en suspensi¨®n en la atm¨®sfera toda la basura moral que producen los deseos frustrados la humanidad. Parece que esa contaminaci¨®n es inocua porque no se ve, pero con la respiraci¨®n uno inhala el parloteo est¨²pido de la gente, el sexo rudo, los rebuznos fan¨¢ticos, los exabruptos e insultos, los espionajes y acosos y todas las pesadillas de los visionarios. Esa algarab¨ªa insustancial que transportan las ondas electromagn¨¦ticas forma en el espacio una capa venenosa contra la que de nada sirve ponerse una mascarilla. Algunos exquisitos se creen a salvo de semejante ponzo?a porque no mandan ni reciben mensajes por m¨®vil, ni tienen Twiter, ni Facebook, ni WhatsApp y apagan la radio y la televisi¨®n en cuanto salta cualquier estupidez que pueda ensuciar su mente. Aunque ese ciudadano sustituya un programa basura o el gallinero insufrible de una tertulia pol¨ªtica por los conciertos de clarinete de Mozart, no se librar¨¢ de la peste que esos medios dejan atr¨¢s cuyo efecto es m¨¢s t¨®xico que el mon¨®xido de carbono. Se trata de un veneno de acci¨®n lenta que anula las defensas y sin darse cuenta uno pierde la autoestima y se ve envuelto en la mierda. Inspira, expira, inspira. Tiempos aquellos del Buda Gautama cuando el aire puro solo estaba impregnado con el pensamiento de los sabios.
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